La vitoriana Rakel Varela lleva mucho tiempo ligada al mundo del balonmano y actualmente ejerce como jefa de expedición de la selección de Euskadi y como delegada de la selección española juvenil femenina, con la que ha conseguido recientemente alzar la Copa Presidente en el Mundial. Tras toda una vida en este deporte, también como jugadora y entrenadora, actualmente compagina esta pasión con su trabajo como profesora de la Universidad del País Vasco, en la Facultad de Letras de Vitoria.

¿Cómo fueron sus comienzos en el balonmano?

–De casualidad total. Yo estudiaba en la ikastola Odon de Apraiz y en sexto de primaria necesitaban gente para sacar el equipo adelante y me inscribí sin saber muy bien dónde me apuntaba y hasta hoy. Así comencé jugando a balonmano con 11 años.

¿Cómo se convirtió el balonmano en algo imprescindible en su vida?

–Yo estuve jugando hasta los 27 años y llegó un momento que a causa del trabajo tuve que dejarlo. En cuanto a ejercer como entrenadora también empecé joven, con 15 años. Comencé con un grupo de chicos y chicas de Samaniego que entrenaban en Aranalde y me propusieron que les echara una mano. Era un grupo de tercero y cuarto de primaria, una mezcla de multideporte y balonmano. Luego, me encargué de equipos de la ikastola Odon de Apraiz y también he llevado selecciones de Álava y Euskadi. Hasta que hace tres años empecé como delegada del equipo juvenil español de chicas.

Rakel Varela posa para la entrevista concedida a este periódico en una cancha vitoriana. Foto: Alex Larretxi Alex Larretxi

¿Qué valoración hace de la temporada? No le han ido mal las cosas...

–Hemos jugado varios torneos, como el Escandibérico en noviembre, donde ganamos a Suecia, Noruega y Portugal. Luego se jugó un doble amistoso contra Dinamarca, en el que se ganó un partido y se empató otro. En Portugal, en Paredes, ganamos a la selección local. Más adelante, en junio, fuimos a Alemania a Lübeck y superamos a la selección alemana y a la suiza. Hemos hecho una temporada muy buena de resultados, pero en el Mundial tuvimos mala suerte con el grupo que nos tocó, ya que era el más difícil.

“A pesar de ganar la Copa Presidente, tuvimos mala suerte por el grupo que nos tocó en el Mundial, podríamos haber luchado por más”

“Compagino el cáncer con el balonmano y mi trabajo; el hecho de llevar una rutina normal es bueno para gestionar la enfermedad”

Pero lograron traerse la Copa Presidente.

–Sí, eso es. Para empezar, el campeonato son grupos de cuatro y los que quedan primero y segundo luchan por el campeonato y el tercero y cuarto juegan por la Copa Presidente. Entre todos los equipos que terminaron en las dos últimas posiciones quedamos las primeras. Además, disputamos encuentros muy bonitos y bien jugados por nuestra parte, pero por otro lado fue una pena. Con el nivel que tenía este equipo, estoy convencida que podríamos haber estado peleando más arriba. Al final, teníamos a Hungría en el grupo, que quedó tercera del Mundial, y Francia, que terminó quinta. Perdimos de uno contra las primeras y de dos con las segundas.

No es la única vasca ni la única alavesa de la selección, ¿no?

–No, en la juvenil femenina estoy yo de delegada y otro alavés como Juan Luis Arnedillo, que fue como jefe de expedición, además de dos jugadoras del Zarautz: Ugazi Manterola y Miren Gárate. La primera ha sido fija en las convocatorias desde que era promesa, pero Miren ha entrado ahora en verano y la verdad que ha rendido a un buen nivel. A ello hay que sumarle todos los técnicos y jugadores que hay distribuidos por la sección masculina y femenina. En definitiva, hay un gran nivel de balonmano tanto en Álava como en Euskadi.

¿Qué diferencia ve entre ser delegada y entrenadora?

–Son roles diferentes. A mí el rol de delegada me gusta mucho y también por mi trabajo y mi día a día lo de gestionar y organizar es algo que me gusta y que me toca hacer. Al final, soy profesora en la Facultad de Letras de la Universidad de Vitoria y también soy vicedecana del alumnado de TFG, siempre ando organizando diferentes cosas, como ferias de orientación. Deportivamente no tengo tanta responsabilidad, pero sí que hay otras muchas cosas de las que tienes que estar pendiente, como que los vuelos de vuelta vayan bien, que todas las jugadoras lleguen a casa, organizar los horarios... Todo eso en inglés. Luego veo los partidos a pie de pista y voy cogiendo las estadísticas. De todas maneras, el gusanillo de entrenadora también me lo puedo quitar, ya que esta temporada he estado de segunda técnica con el club balonmano Urduliz de Primera Nacional.

¿Y cuándo duerme?

–Sí que llega un momento en el que tienes que seleccionar (risas). Además, este año ha sido aún más duro, porque me detectaron un cáncer de pecho en octubre. De hecho, estoy ahora con quimioterapia y he podido compaginar las dos cosas, el balonmano y la salud. En un principio, la temporada que viene, hasta que no acabe el tratamiento, estaré con la selección española y colaboraré con la selección vasca como jefa de expedición en el Campeonato de Euskadi en abril. Con eso tengo entretenimiento más que de sobra. Además, vivo en Barakaldo y trabajo en Vitoria, hay dos horas de viaje que no puedo utilizar. Me encantaría poder entrenar categorías base.

“Hay poca gente que pueda presumir de tener medallas con la sección femenina y masculina, y me siento muy orgullosa por ello”

“Cuesta mucho la difusión del balonmano; hace poco, la selección júnior fue campeona de Europa y la prensa solo publicó un recuadro”

¿Cómo afronta su enfermedad?

–Yo lo que quiero es llevar una vida lo más normal posible y el tratamiento me lo permite. En la primera fase del tratamiento tenía sesión cada 21 días, de los cuales cinco me dejaba muy cansada. Sin embargo, ahora en esta segunda fase con sesiones semanales, la verdad que no me entero de ellas y puedo hacer una vida normal que es lo que quiero. Tuve la suerte de poder ir al Mundial, ya que me dieron una semana libre en la quimio y retrasé las sesiones. Solamente he perdido el pelo y voy con peluca. Si no fuera por eso y porque tengo que acudir al tratamiento, no me acordaría de la enfermedad. El hecho de llevar una vida normal con una rutina normal es bueno para gestionarlo todo. Al final, si pasas muchas horas en casa, tienes más tiempo para pensar y terminas entrando en un bucle.

¿Qué le gusta más, el puesto de delegada, jugadora o entrenadora?

–Cada puesto tiene su momento. Lo de jugadora con la edad que tengo ahora no lo echo para nada de menos. Yo disfruto muchísimo entrenando categorías de base y mi preferida es la cadete. Como ahora no tengo tiempo suficiente para coger un equipo base, la oportunidad que tengo con la selección española es increíble, porque puedo disfrutar de competiciones al máximo nivel. Vivir en primera persona un campeonato de Europa o un Mundial es lo máximo a lo que puede aspirar un jugador o un entrenador, así que no puedo pedir más.

¿Siempre ha tenido esa faceta de profesora?

–Cuando alguien es entrenador, la enseñanza y el aprendizaje es una parte importante. Yo doy clases a mayores en la universidad y a pequeños en balonmano. De hecho, si alguien quiere estar en la docencia, ser entrenador le va a venir muy bien. Esas tablas que coges entrenando a un equipo son muy positivas.

¿Cómo es Rakel lejos del balonmano?

–Igual que dentro de la pista, es decir, una persona tranquila y activa, aunque tengo mi carácter, no cambio entre una situación y la otra. Me gustaría tener un día con más horas, pero aprovecho bien lo que tengo. Estoy satisfecha con lo que hago tanto dentro como fuera de las canchas. Además de ejercer como profesora, me encargo de ser la asesora del alumnado que va a entrar en la universidad y del que ya está en la universidad. Es un trabajo muy agradecido y lo complemento con mi afición, que es el balonmano. También tengo un trabajo que me permite irme una semana a un campeonato, así que estoy muy agradecida.

¿Qué planes tiene a largo plazo?

–De momento seguiré con la selección española y con la vasca para cosas puntuales. La temporada que viene no estaré en Urduliz, pero sí que disfrutaré del balonmano acudiendo a partidos los fines de semana. Lo primero es la salud, la quimioterapia la terminaré a principios de diciembre y ya tengo bastante entretenimiento con eso. El objetivo del curso que viene es acabar el tratamiento y disfrutar del balonmano, pero viéndolo desde la barrera en mi faceta de entrenadora.

Rakel Varela posa para la entrevista concedida a este periódico en una cancha vitoriana. Foto: Alex Larretxi Alex Larretxi

¿Cómo valora la salud del balonmano en general?

–Cuesta muchísimo la difusión y no hay color con el fútbol e incluso con el baloncesto. Ahora estamos viendo en verano como la sub-16 y sub-18 en baloncesto están jugando el Mundial y el protagonismo que se les da es infinitamente mayor. Hace unas tres semanas, la selección júnior de balonmano quedó campeona de Europa y en Marca sacaron un recuadro. Es decir, en la prensa es muy difícil ganar terreno ante otros deportes. Luego, entre chicos y chicas también existe diferencia, antes había más dinero en la Liga Iberdrola y ahora la situación es diferente. La crisis económica tampoco está ayudando.

¿Cuáles son sus mejores momentos como profesional del balonmano?

–Como entrenadora, el campeonato de España que conseguí con la selección de Euskadi, la medalla de bronce con el cadete masculino y el ascenso a Primera Nacional con el Urduliz senior. Esos son los tres momentos más bonitos a nivel de entrenadora. En mi época de jugadora tengo varios, pero destacaría a mi cuadrilla, que eran compañeras de clase y que hoy en día siguen siendo mis amigas. Me quedo con la gente que he conocido más que con momentos deportivos.

¿Qué le pediría al balonmano para seguir creciendo?

–Yo soy chica y hay pocas mujeres entrenando a balonmano. Me siento orgullosa, ya que no todos pueden presumir de haber conseguido medallas en campeonatos de selecciones tanto masculinos como femeninos, es muy raro ver eso. Las mujeres además suelen entrenar en femenino y hay que romper esa barrera, porque también podemos entrenar a los hombres. Yo he tenido esa suerte y me siento satisfecha por eso.

Los alaveses Juan Luis Arnedillo y Rakel Varela posan con la Copa junto a dos jugadoras del Zarautz. | FOTO: DNA 2 Asier Pérez

Copa Presidente: Dos alaveses en el cuerpo técnico

Premio de consolación. La Copa Presidente se otorga al mejor equipo de los que no han logrado clasificarse para la fase final del Mundial y, aunque no tiene el mismo valor que lograr una medalla, sí demuestra el buen trabajo realizado por la selección femenina juvenil, que, además de Rakel Varela, tuvo a otro representante en el cuerpo técnico como el experimentado Juan Luis Arnedillo, técnico adjunto a la Federación Española de Balonmano. Junto a ellos participaron también dos jugadoras vascas, que acudieron al torneo en representación del Zarautz: Ugazi Manterola y Miren Gárate. Tras caer en la fase de grupos, el combinado nacional, logró imponerse con solvencia a Argentina, a la República Checa, a Uruguay y, en la final, a Montenegro.