a etapa arrancó multitudinaria en Leitza, con homenajes y reconocimientos para los ciclistas de casa. Poco después, a apenas un kilómetro de su pueblo, bullicioso ayer, Ibai Azurmendi aprovechó ya el silencio de las rampas de Uitzi para lanzar una burla al pasado. Hace apenas seis meses, un corredor profesional como él ni siquiera podía subir el puerto, accesible para cualquier cicloturista de la zona. Esta vez, en plena Itzulia, atacó con el banderazo de salida y formó así la fuga del día. El ciclista del Euskaltel concluyó la jornada con sabor agridulce, bueno por su rendimiento y malo por la oportunidad que se escapó. Pero seguro que hizo el balance con la perspectiva que le han dado sus experiencias. "Lo del año pasado me ha cambiado la visión de la vida".

Azurmendi se refiere a lo vivido el 8 de agosto en la cuarta etapa de la Vuelta a Portugal, camino de Guarda. Las sensaciones no habían resultado buenas en las jornadas previas. Y aquel día tuvo que retirarse destrozado físicamente, sin un gramo de fuerzas y con una inquietante presión en el pecho. No lo sabía. Era asintomático. Pero tenía covid. "Estando infectado fui casi al límite y me detectaron una miocarditis. Fue un susto gordo. Pensé que tendría que dejar el ciclismo. Pensé incluso que no podría volver a hacer deporte".

Un ingreso hospitalario de dos días, un confinamiento de una semana en casa y más de un mes de pruebas y consultas médicas dieron paso al mencionado entrenamiento frustrado en Uitzi. Ibai no podía ni subir. Pero ya le ha dado la vuelta al cuerpo. Eso sí, desde otra mentalidad. "Quiero seguir siendo ciclista y, como siempre he hecho, voy a continuar dándolo todo sobre la bici. Nunca me he reprochado nada en este sentido y no creo que llegue a hacerlo, porque voy a trabajar a tope. Pero también es cierto que ahora afronto las cosas de otra manera. Esta etapa con salida en Leitza era una especie de regalo, una oportunidad para disfrutar de la cercanía de los amigos y de la familia".

Muy posiblemente, el espíritu positivo de Ibai tiene que ver también con acontecimientos recientes en el pelotón. El covid y el esfuerzo extremo no suponen una combinación adecuada para la salud cardíaca, incluso habiéndose superado ya la infección, tal y como ilustran los casos, por ejemplo, de Tim Declercq o de Sonny Colbrelli. Al italiano se le paró el corazón tras un esprint y le salvaron la vida los médicos de la Volta a Catalunya. "Le sucedió algo parecido a lo mío", reconoce Azurmendi. "A él le dio y a mí no, pero de milagro. Estuve cerca y Dios no quiso que me pasara. Afortunadamente, me someto a varias revisiones y todas dicen que ahora mismo estoy sin secuelas ya".

Ibai tenía la clara intención de ser protagonista ayer. Y esto pasaba por intentarlo desde el principio. No confiaba, sin embargo, en que el pelotón diera su visto bueno a la fuga a las primeras de cambio. "En la Itzulia no hay grandes velocistas para controlar la carrera, y en una etapa así la escapada podía tener sus opciones. Por eso pensaba que se iba a pelear más". La lucha presumida no fue tal, y el leitzarra se lanzó junto a Ibon Ruiz, Ander Okamika y Julen Amézqueta para terminar rozando la campanada. En cualquier caso, acreditó una forma que ya había intuido en su regreso a la competición estos días. "Tras una concentración en altura, bajé y corrí el Gran Premio Miguel Indurain, donde me encontré muy bien, llegando a meta en el grupo delantero".

De momento, pese a la rabia de lo que pudo ser y no fue de camino a Viana, la cosa marcha en la Itzulia. "El objetivo del equipo es dar presencia al maillot y luchar las clasificaciones secundarias", meta que se logra con actuaciones como la de Azurmendi ayer. Este menudo ciclista de 1,64 metros, 25 años y cara de niño amenaza con seguir planteando batalla en un pelotón de primer nivel mundial. Tratará de hacerlo a partir de hoy mismo, aunque la carrera empieza a encarecerse ya.

Bajas en las carreras. Lo vivido por Ibai Azurmendi, quien comenzó la Vuelta a Portugal 2021 sin saber que tenía covid, asintomático, viene a explicar la catarata de bajas por enfermedad que se están produciendo este curso en las distintas pruebas ciclistas. Los estudios médicos y la casuística evidencian que el corazón puede resentirse si es exigido con el virus presente o reciente. Y por ello los equipos se curan en salud: al más mínimo síntoma, retiran a sus corredores de las carreras. En Bélgica, un epidemiólogo ha salido a la palestra para pedir a Wout Van Aert (baja por coronavirus en Flandes) que ni se plantee salir en la París-Roubaix el día 17.

"Me sucedió algo parecido a lo de Colbrelli; a él le dio y a mí no, pero de milagro"

Ciclista del Euskaltel-Euskadi