Atiende a DNA con el poso de tranquilidad que otorga la experiencia. Organizar una carrera ciclista de seis etapas implica multitud de frentes abiertos que el presidente de Oceta debe gestionar estos días. Encuentra tiempo, sin embargo, para realizar un análisis pausado de lo que nos aguarda a partir del lunes.
Ya está aquí una nueva edición de la Itzulia. ¿Cuáles son las sensaciones previas en el equipo organizativo?
-Buenas. La lista de ciclistas inscritos presenta mucho nivel. Y ya se ha visto estos últimos años que los corredores vienen todos a pelear la victoria. Espero que se repita la historia y que veamos una bonita lucha. A nivel deportivo, las perspectivas son positivas.
¿Y por lo demás?
-En lo meramente logístico, la huelga de transportistas nos genera incertidumbre, porque la caravana de la Itzulia implica a varios camiones. Y luego está el asunto del covid. Parece que la situación mejora, pero vamos a mantener la burbuja del año pasado para corredores y equipos en general. Me da pena, porque soy de los que defienden que el ciclismo es un deporte que se caracteriza por el contacto con el público. Normalmente, la gente puede saludar a sus ídolos y sacarse fotografías con los protagonistas, pero tenemos unas precauciones que conservar, de acuerdo con los protocolos de la UCI.
Los seguidores podrán al menos ver pasar al pelotón desde la cuenta.
-El año pasado el contexto general era otro, y pedimos a la afición que se quedara en casa viendo la carrera por televisión. ¿Nos hicieron caso? Pues bueno, hubo un poco de todo... Como te decía ahora, la situación de la pandemia ha mejorado respecto a entonces y ahora ya podremos asistir sin problemas a esas imágenes de puertos de montaña llenos de gente. Los corredores lo van a agradecer, porque les gusta la hinchada euskaldun: está encima de ellos, les conoce y les anima.
Siguiendo con lo sanitario... ¿Saben qué está sucediendo en el pelotón con tantas enfermedades últimamente?
-Es cierto, se están viendo muchos casos de catarros, resfriados y bronquitis. Los abandonos en pruebas por etapas son numerosos. Uno nunca sabe a ciencia cierta si se trata de algo relacionado con el coronavirus. Es un misterio más de esta pandemia. Pese a su evolución positiva, la alarma sigue estando ahí y nosotros tenemos que seguir protegiendo a los corredores. Esperamos, eso sí, que en las siguientes pruebas que organizamos, la Itzulia Women (mayo) y la Donostia Klasikoa (julio), podamos eliminar ya cualquier barrera con la gente. La afición quiere ver de cerca a los ciclistas, tanto en las salidas como en las llegadas.
En su primera respuesta se mostraba satisfecho con el elenco de participantes.
-Sí, porque estamos hablando de buenos corredores que, si se empeñan, van a hacernos disfrutar. Al final, más allá de recorridos y de nombres propios, se trata de esto, de una cuestión de actitud. Si los ciclistas no pelean, te sale una chapuza de carrera. En la Itzulia estamos teniendo la suerte de que, últimamente, acuden estrellas de primer nivel dispuestas a luchar por la victoria. Y el resultado viene siendo espectacular. Mira el mano a mano del año pasado entre Roglic y Pogacar. No sé cómo vamos a mejorar aquello.
El bicampeón del Tour de Francia no viene a la presente Itzulia. ¿Han preguntado en su entorno?
-En primera instancia anunció que estaría aquí. Pero al parecer ha habido un cambio de planes. Se ha empeñado en ganar también las clásicas del norte. Y ya no es que el domingo previo se corra el Tour de Flandes, es que en el posterior se disputa la Amstel Gold Race, cuyas fechas se alternan este año con las de la París-Roubaix. Flandes y Amstel son dos objetivos importantes para Pogacar, y nosotros quedamos encajonados ahí en medio. No viene por eso. Pero de momento su gran palmarés no incluye la Itzulia, así que tendrá que volver algún día si quiere llevarse la txapela.
¿Les apena no despedir a Valverde en el año de su retirada?
-Bah, ¿pero tú crees que se va a retirar? Eso dice él. Pero está logrando buenos resultados y le gusta demasiado la bici. Nosotros ya teníamos algo pensado por si venía. Ojalá se lo podamos montar el año que viene porque sigue en activo. No sé qué hará: la mente del corredor es inescrutable.
¿Les han simplificado el tema de las invitaciones las renuncias de Arkéa y Alpecin Fenix?
-Los organizadores de las grandes vueltas lo tienen más complicado, porque el cupo máximo de equipos es de 22. Para nosotros es más sencillo. Y si median renuncias, en mayor medida todavía. Hemos podido incluir a los cuatro Pro Team (segunda división) estatales, y también al Total Direct Énergies. Sobre esta escuadra no te voy a engañar: realiza una aportación importante como patrocinadora de la prueba, y para montar una carrera se necesita dinero. Lo normal es que les invites.
Paso a preguntarle por el recorrido. Dicen que, cuando una fórmula funciona, es mejor no tocarla.
-Existía en la Itzulia una tradición difícil de cambiar: la contrarreloj del último día. Nosotros conseguimos, en primera instancia, moverla a la mitad de la carrera, poniendo la crono de Lodosa (2018) en la cuarta etapa. Y después la hemos situado ya en la jornada inaugural, con Zumarraga (2019), Bilbao (2021) y Hondarribia (2022). Para la disciplina, de la que no soy muy partidario, buscamos recorridos cortos en los que no puedan darse grandes diferencias. A nivel de espectáculo, al espectador de la televisión le dice poco ver a los ciclistas de uno en uno. Y nosotros cuidamos mucho esto.
¿Se refiere al propio espectáculo?
-Sí. Y te pongo un ejemplo, ya sobre las etapas en línea. Mira, un esprint es muy bonito, pero para que se den esos dos minutos de emoción tienes que tragarte antes un par de horas más aburridas, con un guion preestablecido: fuga, pelotón trabajando detrás, caza y llegada. En la Itzulia, mientras, trabajamos para que todas las etapas resulten vistosas y para que siempre haya algo: puertos, subidas, carreteras estrechas, bajadas complicadas... No queremos una escapada larga, un gran grupo tirando y un desenlace cantado con volata. Intentamos cuidar al máximo el escenario de la película. Y luego se trata de que los actores respondan. Como te explicaba ahora, en los últimos años lo han hecho con creces.
¿Puede analizar el recorrido de la presente edición de forma más o menos general?
-Si la contrarreloj de Hondarribia se celebra sin lluvia, no habrá excesivas diferencias entre los favoritos. A partir de ahí, la Itzulia iniciará la serie de cinco etapas digamos que clásicas, del perfil de la carrera, nerviosas y con sus trampas. A mí me gusta mucho la tercera, la de Amurrio. Pienso que resultará decisiva en el desenlace final, porque pasa por carreteras pequeñas, con cruces aquí y cruces allá, dentro de un sube y baja constante en su último tramo. Se parecerá mucho a lo que vemos habitualmente en las pruebas belgas de un día.
La sexta etapa, casi calcada a la de las dos últimas ediciones, es ya una patente de la carrera.
-Es el territorio por donde pasaba siempre la Euskal Bizikleta. El encadenado Endoia-Azurki es durísimo y pondrá a punto las piernas de los ciclistas para los últimos 80 kilómetros. Pero hay que recordar que, en 2021, el corte decisivo se produjo bajando, en el descenso de Gorla.