- Charles Leclerc se convirtió en el primer líder del Mundial de Fórmula 1 -el que, con una nueva reglamentación marcará una nueva era en la categoría reina- al ganar el Gran Premio de Baréin, que Carlos Sainz acabó en una brillante segunda plaza para firmar el doblete de Ferrari: la escudería más laureada de la historia; que, tras pasar un par de años difíciles, se postula de nuevo para aspirar a repetir los gloriosos días de antaño.
El piloto monegasco firmó un triplete, al ganar desde la pole y con vuelta rápida; y Sainz confirmó que lo que se dejaba vislumbrar en los test de pretemporada, que “Ferrari está de vuelta”, como exclamó el talentoso piloto madrileño después de firmar el séptimo podio. El séptuple campeón mundial Lewis Hamilton terminó tercero, minimizando daños en una carrera -marcada por la entrada a diez vueltas para el final de un coche de seguridad- que Fernando Alonso concluyó noveno; y que supuso una debacle al final para Red Bull: Max Verstappen se retiró en la antepenúltima vuelta, cuando era segundo; y su compañero Sergio Pérez en la última, tras trompear cuando rodaba tercero, asimismo con el motor fundido.
Leclerc salió primero, con Verstappen entre los dos Ferrari y Sainz en la tercera plaza de la parrilla; compartiendo la segunda fila con Checo, que largaba cuarto. Con toda la parrilla, salvo los McLaren -que lo hicieron con medios- saliendo con neumáticos blandos. En el decimoquinto giro, Verstappen cambió a blandos de nuevo, al igual que Sainz; dando lugar a un auténtico baile de paradas. Una más adelante, Leclerc pasó a blandos y Perez a medios, antes de los momentos más espectaculares de la primera parte de la carrera, con ataques brutales de Mad Max de los que el monegasco se defendió con bravura; intercambiándose adelantamientos en la décimo séptima y en la siguiente vuelta, con el neerlandés adelantando en la primera y el de la Costa Azul devolviendo adelantamiento en la cuarta de las quince curvas de Sakhir.
Calmadas las aguas después del gran agite se recuperaban los primeros cinco puestos iniciales, con Sainz rodando tercero, por delante de Checo y de Hamilton, con el nuevo compañero de éste, Russell, que también había puesto duros, rodando detrás de él; y Alonso en la novena posición, por detrás de Magnussen y Gasly.
El asturiano -tres veces ganador en Baréin (2005 y 2006, con Renault; y 2010), con Ferrari)- instaló duros en la vigésimo secta. Un compuesto que en Baréin parecía ser peor que el medio, el que colocó Verstappen cinco giros después y Leclerc acto seguido, cediéndole provisionalmente el liderato a Sainz. El vigente campeón del Mundial volaba -a pesar de negarlo por radio-, pero Leclerc regresó por delante a pista. Carlos -a medios- y Checo -a blandos- pararon en la 34, cuando Alonso rodaba undécimo, antes de recuperar el noveno y cedérselo a Ocon. Y en la 46 se produjo un momento clave: se incendió el Alpha Tauri de Gasly, con lo que se decretó coche de seguridad; con lo que rápidamente entraría también en box Leclerc, que, teóricamente, se iba beneficiar de una circunstancia que no pudo aprovechar Fernando, que había parado antes, para poner blando; y que era duodécimo, antes de recuperar un puesto en pista y avanzar otros dos al final, gracias a la debacle de los Red Bull.
La entrada en pista del safety car convirtió la prueba en una carrera a diez vueltas por detrás del mismo; y que se relanzó a falta de siete giros, y con todos rodando con las gomas blandas. Verstappen no solo no se tiró a por Leclerc, sino que aguantó como pudo la embestida de Carlos, que a su vez debía vigilar a Checo. Hasta que se produjo la hecatombe para el nuevo gran ídolo de los Países Bajos, que, a pesar de que por línea interna le indicaban lo contrario, se quedó sin potencia a falta de tres vueltas. Un desastre para la escudería austriaca que fue aún mayor en el último giro, en el que también rompió motor Pérez, antes de trompear y quedarse fuera de carrera.
Red Bull anunciaba cambio de ciclo, después de ocho temporadas en las que Mercedes no dejó de ganar nunca el Mundial de constructores. Sin embargo, ha sido Ferrari la que se ha puesto al frente de los dos campeonatos.
Gran Premio de Baréin