¿Qué supone para el ciclismo vasco que el Tour arranque en casa y se vayan a disputar tres etapas?
-Con la trayectoria que ha tenido Euskadi en el Tour de Francia y con las imágenes que ha dado su afición en la carrera, estoy seguro de que va a ser una auténtica fiesta. Es algo histórico y sin duda va a ser un gran espectáculo.
Como dice la afición vasca ya ha dado muestra de lo que es capaz en etapas como la de los Pirineos. ¿Qué espera de esas tres jornadas iniciales de 2023?
-Va a haber mucho público. Muchísimo, sin duda. El ciclismo está en el ADN de los vascos. Es algo que lo vivimos. Vamos a trabajar en bicicleta, paseamos mucho en bicicleta... Nos encanta la bicicleta y el ciclismo. Hay muchas ganas de Tour y más en casa, por lo que la respuesta va a ser brutal.
¿Qué puede sentir el ciclista de casa al correr una carrera como el Tour por las carreteras por las que entrena y arropado por los suyos?
-La carne de gallina se le va a poner seguro. Si ya se te pone cuando subes algún puerto de Pirineos o en alguna de las salidas de ciudades cercanas a la frontera, pues esto va a ser mucho más. Va a ser increíble. Muy muy chulo. Espectacular. Además, la carrera servirá para rememorar la historia que ha tenido Euskadi con el Tour. Los jóvenes podrán conocer a los ciclistas vascos que hemos hecho historia en la carrera.
Además de la fiesta ciclista, el Tour es un gran negocio y se espera que deje importantes beneficios. ¿Intuye que será así?
-Sin duda. Es el evento deportivo del mes de julio en el mundo. Acapara todo. Me acuerdo que cuando me puse por primera vez el maillot amarillo de la carrera, al día siguiente me entregaron una caja con todas las portadas de diferentes medios de comunicación de todo el mundo en los que salía mi imagen y ahí te das realmente cuenta de la repercusión que tiene la carrera. Fue alucinante.