Favorecido por la extraña táctica que el Astana ejecutó el sábado, cuando envidó con Lutsenko -el kazajo perdió en el esprint con Wout Poels y el neerlandés se quedó con el liderato- y dejó en el limbo a Miguel Ángel López, a Poels, quien fuera el último relevista del Sky, el hombre que oxigenaba a Froome hasta que el británico ponía en marcha la turbina del molinillo que le impulsó por los caminos de la historia hasta París y que emigró al Bahrain para una jefatura que nunca lució, solo le quedaba resistir para vencer.

En la agitación del último día, donde Lennard Kämna fue el mejor de la fuga en la puesta de sol de la Vuelta a Andalucía, un rayo de felicidad atravesó a Poels, que cerró con una sonrisa una carrera que supo leer de maravilla su equipo, el Bahrain, mejor ordenado que el impulsivo Astana, que, en ocasiones, tiende a calentarse en exceso por eso del espíritu epidérmico que lucen. Demasiado fuego.

Poels, mejor perfilado y cómodamente instalado en el nido del Bahrain, gestionó sin mácula el asalto definitivo en Chiclana de Segura, donde nadie pudo desmantelarle. López, Carlos Rodríguez y Simon Yates buscaron la rebelión en busca de la cumbre en el puerto que daba carpetazo a la carrera andaluza. Poels no se deshilachó. Se mantuvo firme y sereno para abrazar la victoria que en 2018 se le escurrió por 8 segundos.

“Estoy muy contento con la victoria de mi segunda clasificación general de mi vida”, subrayó el neerlandés, que agradeció el trabajo de control realizado por sus compañeros en la última etapa para remarcar su victoria. “El equipo ha realizado un trabajo fantástico para controlarlo todo. No puedo estar más contento”, expuso Poels, que dijo sentirse muy a gusto en la carrera andaluza antes de indicar que sus objetivos para la temporada pasan por “ganar todo lo que pueda”.

A Miguel Ángel López le tocó masticar frustración. Tercero en el podio final. A un pellizco del neerlandés. Un segundo peor que Cristián Rodríguez, segundo, estupenda la carrera del andaluz, en un sueño que persiguió con ahínco. Fue su segundo podio en su biografía ciclista. El anterior corresponde al Tour de Ruanda. El almeriense se impuso en la carrera africana en 2021. El colombiano, campeón en la pasada edición de la Ruta del Sol, rumiaba el desenlace con deje de amargura. No tanto por el cierre.

López trató de desestabilizar a Poels de la peana, pero el neerlandés demostró temple y sabiduría en el tramo definitivo. El líder, solo concedió un segundo con Yates. Una minucia. A Superman le condenó el ataque de Lutsenko de la víspera. Derribado por el fuego amigo. El capítulo serviría para otra docuserie al estilo de El día menos pensado. Se quemó el Astana y se encendió la felicidad de Poels, demasiadas lunas sin victorias.

INDEFINIDO POELS

El neerlandés, excelso gregario que en más de un Tour emitió señales de que podía ser mejor escalador que Froome, no revalidó esa condición cuando salió de la escuadra británica para encontrar más libertad en el Bahrain, al que llegó con cierto halo y con un interesante currículo. Sin embargo, Poels nunca recuperó esa percha y se balanceó en la niebla de la falta de concreción. Difuminado en las expectativas, tan luminosas. No le alcanzó al neerlandés para liderar el equipo y tampoco continuó con la excelencia que tuvo como sherpa.

Atrapado en ese cruce de caminos, Poels, vencedor de la Lieja-Bastoña-Lieja de 2016, no contaba una victoria desde 2019. Una sequía que finalizó en Andalucía, donde encontró un premio estupendo, doble. A la victoria de etapa en Baza, el sábado, le sumó la general final. Su última conquista en una carrera por etapas databa de 2016, cuando fue el mejor en la Volta a la Comunitat Valenciana. En aquel tiempo pertenecía al imbatible Sky. Asentado en el Bahrain, Poels celebró con entusiasmo la victoria bajo el sol de febrero, donde el invierno lo es menos. Resiste y vencerás