- A Dylan Groenewegen siempre se le mira de refilón, con cierto desafecto y recelo. Una maniobra suya en un esprint en el Tour de Polonia en agosto de 2020 supuso la espeluznante caída de Fabio Jakobsen, que se destrozó la cara después de que el neerlandés le lanzará contra las vallas. Jakobsen se partió la cara por el impacto. Recibió 80 puntos de sutura. Las imágenes delataron inmediatamente a Groenewegen y su movimiento suicida. Jakobsen necesitó varios meses para recuperarse de un accidente que pudo ser fatal. Rehabilitado, volvió a vencer. De aquel episodio, a Groenewegen le quedó la mancha de la culpabilidad y un castigo de nueve meses que le impuso la UCI debido a su temeridad. Purgó los pecados el neerlandés, que después de muchos meses sin competir le costó enlazar con el triunfo. Se plegó sobre sí mismo. Se reinsertó con cautela en el pelotón, donde se convirtió en sospechoso, Groenewegen era persona non grata. El proscrito.

Una vez cumplido el castigo, su propio equipo, entonces el Jumbo, optó por retirarle de los grandes escenarios. Le anuló la cita con el Tour. No convenía que el ciclista, al que amenazaron, sintiera más presión. “Recibimos cartas en el correo en las que incluso pusieron una soga para que colgásemos a nuestro hijo. Por supuesto que las amenazas te afectan. Las cosas más locas se te pasan por la cabeza cuando recibes esas cosas. Levantarte de la cama por la mañana fue todo un desafío en ese período”, denunció Groenewegen en su día. La policía vigiló su casa para que se sintiera a salvo.

En mayo de 2021, ambos esprinters se reunieron en privado para cicatrizar las heridas. La cita transcendió porque Groenewegen la aireó. A Jakobsen no le gustó ese gesto. Traición. “Se suponía que el contenido de esta reunión sería confidencial, entre nosotros dos y nuestros equipos legales. Me decepciona que Dylan haya hablado públicamente de nuestra reunión. Yo no lo haré. Sin embargo, me gustaría dejar las cosas claras: Dylan no ha ofrecido una disculpa personal y no ha mostrado voluntad de asumir ninguna responsabilidad por sus acciones. Todavía me gustaría llegar a un entendimiento con Dylan, pero se necesita a dos personas para bailar un tango”, expuso en su día Jakobsen. No hubo baile. Solo distancia.

Esta se achicó en julio. Los dos ciclistas coincidieron en el Tour de Valonia. Firmaron tablas en el pleito del frenesí. Dos victorias para cada uno al esprint. Groenewegen finalizó el curso con tres triunfos. Jakobsen lo completó con siete victorias. Después de todo aquello, Jakobsen ha sido el velocista elegido por Lefevere para comandar la manada de lobos del Quick-Step en los grandes escaparates aunque Cavendish, el resucitado que igualó la marca de victorias de Eddy Merckx en el Tour con 34 dianas, le reportara a la escuadra belga cuatro victorias de etapa en la Grande Bouclé. Por su parte, Groenewegen ha cambiado de aires. Dejó el Jumbo para fichar por el BikeExchange.

En la carrera del desierto, donde el viento provocó abanicos y una tormenta de arena, Groenewegen impuso su punta de velocidad en la tercera etapa del Saudi Tour. Fue su estreno con su nuevo equipo. Su primera victoria. Resaltó el nombre del maillot. A miles de kilómetros, en Valencia, entre naranjos, exprimió la velocidad Fabio Jakobsen, poderoso y mandón. El neerlandés venció el esprint escapado, tal fue su superioridad en Torrent, donde el resto de velocistas levantaron los hombros y agacharon la cabeza. Nadie pudo sombrearle a pesar de lo desestructurada de la llegada, cierto punto caótica después de que Remco Evenepoel, el líder que todo lo puede, enfilará el último kilómetro para impulsar a su compañero. Se enmarañó la resolución hasta que Jakobsen impuso la lógica de su fábrica de vatios. Esa fue su respuesta. Del Saudi Tour a la Volta a la Comunitat Valenciana. Enemigos íntimos. Jakobsen contesta a Groenewegen.

Fuga de Azparren. No es preciso motivar a Xabier Mikel Azparren, que en cuanto huele el viento de la libertad, el de la fuga, amanece con el deseo de escapar. El ciclista del Euskaltel-Euskadi es un experto en fugas. Sabe leerlas y tiene la potencia en su piernas para encaramarse a ellas. Azparren, que se encorajinó ante de la exhibición de Evenepoel el día anterior, agarró el petate de la aventura y se echó a la carretera. Azparren compartió el viaje con King, Rosskopf y Paasschens. Antes se desprendieron Cobo y Martín. Azparren se dejó llevar antes de encarar el último puerto, donde lo intentó Ibai Azurmendi, recuperando sensaciones tras un complicado 2021.