- Los escenarios, el nombre de las carreras, las estaciones, los paisajes, sea asfalto o barro, todo da igual a los fenómenos ciclistas de esta era. Nada se les resiste a las luminarias. Nacidos para ganar. En invierno, lejos de la comodidad de las concentraciones al sol, se retaron Wout van Aert y Mathieu Van der Poel en Dendermonde (Bélgica), prueba valedera para la Copa del Mundo de ciclocross. Era la aparición del neerlandés en competición. Van der Poel lideró la carrera, pero tuvo que claudicar finalmente frente al poderío de Van Aert, que cuenta por victorias todas las pruebas disputadas este curso en el ciclocross. Con todo, el neerlandés logró la segunda plaza en un circuito repleto de barro que evidenció el altísimo nivel de ambos, los dos mejores especialistas. Lejos de ese estatus competitivo, Tadej Pogacar, el mejor ciclista del momento, asomó en la Copa Eslovena de Liubliana para dar realce a la prueba. El prodigio esloveno no pudo hacer otra cosa más que vencer, puro costumbrismo para Pogacar, que se dio un baño de masas en su país.
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