e lo virtual a lo real. Del rodillo al profesionalismo. Derribado el mito de que solo uno puede convertirse en ciclista profesional después de haber completado el ciclo formativo establecido, los equipos escudriñan otros escaparates sin rubor alguno. No hay límites, menos aún en la era de la tecnología y del big data, donde los ciclistas se han convertido en un compendio de un montón de cálculos y datos desmenuzados por expertos en rendimiento. Se imponen las matemáticas a las sensaciones. La prosa a la poesía. El ciclismo, interpretado a través de los potenciómetros, es una hoja de Excel. Una cuestión numérica en gran medida. Eso posibilita la conversión de lo virtual en real.

Ese es el modelo que ha elegido el Alpecin, la formación que sostiene a Van der Poel, para incorporar al australiano de 19 años Alex Bogna al equipo para la próxima campaña. “Para ser honesto, estoy muy sorprendido. Supone un cambio de vida absoluto para mí”, relató el nuevo ciclista del Alpecin. La de Bogna no es la primera experiencia del Alpecin a la hora de fichar en los márgenes, fuera de los cauces comunes. El pasado año siguió el mismo procedimiento para reclutar a Jay Vine, el pionero. El australiano, que ha renovado su contrato dos años más después de adaptarse de fábula en la carretera tras su logro en el rodillo, pasó de las carreras virtuales a disputar la Vuelta en apenas unos meses.

Ese mismo camino quiere recorrer Bogna, el vencedor de desafío promovido por Zwift Academy en 2021, una plataforma de entrenamiento virtual donde miles de corredores pueden interrelacionarse y competir entre sí en distintos parajes simulando etapas absolutamente reales, calcadas de los recorridos de las carreras. El programa informático ofrece la posibilidad de correr etapas auténticas desde una bici estática. Traslada las características del terreno por el que transita el usuario al rodillo y transfiera la dureza del mismo. Eso obliga al ciclista a trasladar su esfuerzo, muy próximo a la realidad, sobre el programa, que lo desgrana en datos. La información obtenida sirve para hacer un retrato robot del usuario.

Los datos, salvo el espacio siempre existente para las genialidades y lo inopinado, lo son todo ahora. Se han convertido en una herramienta perfecta para conocer al detalle el potencial físico de los corredores y para secuenciar el rendimiento. A partir de ahí, los preparadores, que cada vez tienen más jerarquía en la planificación de los equipos, pueden calcular qué rendimiento puede ser capaz de ofrecer cualquier ciclista, al menos sobre el papel. Las variables físicas caben en esa lógica. Por eso la fórmula es válida. Kristof de Kegel, director de rendimiento del Alpecin, expuso en GCN que “los primeros días fueron un poco difíciles de juzgar porque el nivel de los corredores estaba muy igualado, pero Alex marcó la diferencia en los dos últimos días, cuando la presión y todas las miradas estaban puestas sobre él”.

Además de la capacidad mostrada sobre el rodillo conectado a la plataforma virtual, Bogna convenció a los rectores del Alpecin después de llevar a cabo las pruebas de esfuerzo y test físicos en Mallorca, lugar elegido para desarrollar la ronda final entre los más de 150.000 usuarios que participaron en el reto para lograr un contrato en el profesionalismo. Bogna superó en la final a sus compatriotas Samuel Hill y Cooper Sayers, además de al danés Mads Rahbek y al sudafricano Byron Munton. En féminas, la victoria se la adjudicó Maud Oudeman, que fue mejor que Willemijn Prins, Imogen Alton, Rachael Wales y Caitlin Conyers. Oudeman correrá la próxima campaña en el Canyon escalando la misma vía que Bogna.

El fichaje del australiano es el último paso del nuevo ciclismo, que no deja de rastrear recovecos para encontrar ciclistas con potencial fuera de los mercados tradicionales. Si bien sigue imponiéndose la lógica del cauce natural, hace tiempo que el ciclismo amplió las miras para nutrirse de ciclistas desde distintos ámbitos. No es imprescindible haber ascendido por la pirámide evolutiva académica: escuelas, cadetes, júnior y aficionados para adentrarse en el profesionalismo. De hecho, referentes como Primoz Roglic, procedente de los saltos de esquí, Mathieu van der Poel, ciclocrossista confeso al igual que Van Aert, o Remco Evenepoel, que fue capitán de la selección belga de fútbol, subrayan la ductilidad para adherirse al ciclismo. El viaje de lo virtual a la realidad es la última frontera a la espera de que, tal vez, algún día, puedan competir los hologramas.