- Manolo Santana, leyenda del tenis, falleció ayer en Marbella a los 83 años y dejó un gran legado en un deporte del que fue un icono en la oscura España del franquismo y que hizo popular gracias a sus grandes logros. El jugador madrileño fue campeón dos veces de Roland Garros en 1961 y 1964, del US Open en 1965 y de Wimbledon en 1966 hasta sumar 72 títulos como aficionado y luego en la Era Open. Las finales de la Copa Davis perdidas en 1965 y 1967 en Australia y el oro olímpico de 1968 en México, donde el tenis fue deporte de exhibición, contribuyeron aún más a encumbrar su figura y situarla junto a Federico Martín Bahamontes, Paco Fernández Ochoa, Ángel Nieto o un poco más adelante Seve Ballesteros entre los pioneros de los deportes individuales, estrellas surgidas casi de la nada para lograr éxitos a nivel internacional.

Quienes le vieron jugar recuerdan a un tenista de técnica exquisita, capaz de adaptarse a todas las superficies, como demuestra su palmarés. A su retirada fue capitán de la Copa Davis, una competición que adoraba, y luego fue director del Mutua Madrid Open, un torneo que creció bajo su mandato. Manolo Santana era una persona muy querida y protectora de todos los que le sucedieron en un deporte que ya tiene repercusión mundial. “Mil gracias por lo que hiciste y por marcar el camino de tantos. Siempre fuiste un referente, un amigo y una persona cercana a todos”, dijo ayer Rafa Nadal en su mensaje de condolencia.

“Gracias por tu bondad, cercanía y por enseñarnos el camino. Siempre fuiste nuestro referente, tan atento y tan cercano, en los buenos y los malos momentos”, escribió Garbiñe Muguruza sobre Santana, que quiso seguir hasta el último momento al pie del cañón, siempre cerca de sus sucesores, aunque en los últimos tiempos su salud se había deteriorado. Su figura ha trascendido al tenis y muchos otros deportistas e instituciones se han sumado al pésame por su fallecimiento.