Iker Romero comienza una nueva etapa como primer entrenador de balonmano en el conjunto alemán del Bietigheim, aspirante a dar el salto a la Bundesliga. El exjugador gasteiztarra llevaba cuatro años como ayudante de Carlos Ortega en el Hannover-Burgdorf, quien le ha ayudado a la hora de adquirir la experiencia suficiente. Volar en solitario en un proyecto ilusionante constituye un reto apasionante.

Va a comenzar su aventura como primer entrenador en balonmano, ¿Cuáles son sus sensaciones y sentimientos?

-Tanto las sensaciones como los sentimientos son muy buenos, ya que he venido a un club en el cual estoy muy cómodo y con un proyecto muy bonito a medio-largo plazo y con jugadores de calidad. Ahora mismo estoy en un lugar donde puedo trabajar y me dejan hacer e implementar mis ideas y la verdad es que estoy muy a gusto.

¿Hay más miedo o emoción?

-Miedo nunca. A mí, miedo solo me dan las cosas importantes de la vida, como la salud, la familia o el bienestar de mis hijos. El resto de cosas no me dan miedo. Es más, la emoción la tengo todos los días, en especial ahora, que estoy muy contento con esta nueva aventura.

¿Qué diferencia existe a la hora de afrontar un partido como jugador o como entrenador?

-La diferencia es que como jugador tienes que controlar tu rendimiento y ayudar a los compañeros. Mientras que como entrenador tienes que controlar a 16 personas y los sentimientos de todas ellas y en los diferentes momentos. El organizar y controlar todas esas emociones de los dieciséis jugadores para mejorar su rendimiento es uno de los objetivos como entrenador. Así que la diferencia es mucha.

¿Qué tipo de balonmano le gustaría poner en práctica?

-El tipo de juego, y aunque parezca un dicho o una retórica, es el hacer el balonmano fácil, y eso precisamente es lo más difícil que hay. Hacerlo fácil y bien es mucho más complicado que inventarte algo nuevo y difícil, aunque esto también funcione. Así que yo no voy a inventar nada nuevo en el balonmano, pero sí que quiero que las cosas que funcionan hacerlas de la mejor manera posible y limar todos los detalles, que luego son los que te dan el punto grande.

¿Cómo ha sido la convivencia a la sombra de Antonio Carlos Ortega, ahora en el Barcelona?

-Estos cuatros años me han ayudado mucho y he aprendido muchísimo de él. Por otro lado, el haber sido jugador de balonmano lógicamente ayuda a ser buen entrenador, ya que todo lo que has vivido como jugador, como el estar dentro del vestuario y el competir al nivel del deporte de élite, aporta su grano de experiencia. Sin embargo, a la hora de ser entrenador es muy diferente una cosa de la otra, y eso lo he aprendido con Carlos y le estoy muy agradecido. Es más, aún seguimos estando en contacto, porque somos muy amigos.

¿Dónde le gustaría entrenar sí o sí en un futuro?

-Aquí, en el Bietigheim. No tengo miradas de futuro acerca de dónde puedo estar. Para mí, la mayor alegría como entrenador sería subir a este equipo a la Bundesliga en uno, dos o tres años.

Parece que se encuentra muy cómodo en Alemania, ¿le gustaría volver o probar otro destino?

-En Alemania estoy muy a gusto, porque se vive mucho el balonmano. Por así decirlo, es la NBA del balonmano y la verdad que a la gente que nos gusta este deporte, en un país como Alemania, se está muy bien. Además, mi mujer es de aquí y la cultura y el sitio me gustan. La verdad es que ahora no me planteo en periodos cortos la opción de volver ni mucho menos.

Va a volar en solitario en un equipo que aspira a llegar a la élite en un breve plazo de tiempo. ¿Ideal para crecer juntos?

-El hecho de estar en este club donde nuestra idea es que en dos o tres temporadas podamos subir a la Bundesliga es el mejor proyecto que puedo dirigir ahora mismo. Cada uno tiene sus ideas y ambiciones y para mí entrenar a un equipo con potencial y hacer un conjunto con tu sistema e idea, y que además te deje el club hacerlo y tengas tiempo para ello, es un sueño. Así que estoy muy contento de poder estar aquí con este proyecto.

¿Qué tipo de entrenador le gustaría ser en el futuro?

-Yo creo que se puede ser un entrenador cercano y duro a la vez, una cosa no quita la otra. Yo soy un entrenador que me gusta mucho comunicar, que me gusta mucho hablar con mis jugadores, aprender de ellos y yo enseñarles. Es decir, tiene que existir un feedback. En el balonmano hay tiempo para ser duro, para ser amable, para escuchar o para mandar, es decir, hay tiempo para todo, pero la mezcla de todo ello es lo más importante.