uando el futuro se encargue de juzgar los Juegos Olímpicos de Tokio, a imagen y semejanza de lo que se hace hoy en día cuando se mira hacia atrás y se posan los recuerdos en Berlín'36, Roma'60 o Barcelona'92, estos tendrán sus reyes y reinas, sus proezas y hecatombes, sus historias de superación y polémicas. Pasarán los años, la memoria se irá difuminando pero será imposible desligar este evento de un hecho que tiene ya reservado un lugar destacado en los futuros libros de historia: la pandemia mundial del covid-19. A las futuras generaciones habrá que explicarles la razón por la cual Tokio 2020 tuvo lugar en 2021, por qué las otrora bulliciosas y coloristas gradas aparecieron en esa ocasión desérticas; si el gran evento deportivo planetario siempre había sido sinónimo de mezcla y coexistencia entre atletas y aficionados llegados de todo el mundo, ¿por qué tanto aislamiento y distancia social?
Los Juegos Olímpicos han sido desde 1896 una constante en el calendario vital del planeta, reclamando focos cada cuatro años con solo tres salvedades provocadas por la Primera y la Segunda Guerra Mundial: 1916, 1940 y 1944. Desde que el covid-19 pusiera patas arriba la vida cotidiana de todo el planeta en febrero-marzo de 2020, comenzó a intuirse que poder celebrar un evento de esta magnitud en mitad de una pandemia iba a ser harto improbable. Las novedosas pautas vitales que exigía la pandemia, incluido el cierre de fronteras y el severo confinamiento domiciliario en muchos países, unidas al estado de incertidumbre total con la que se vivieron esos meses, chocaban frontalmente con la celebración de un evento del calibre de unos Juegos Olímpicos, cuya idiosincrasia reside precisamente en reunir en un enclave concreto a deportistas y aficionados procedentes de todos los puntos del planeta. Tras semanas de rumores, declaraciones de intenciones contradictorias que iban desde el mantenimiento de fechas hasta la suspensión absoluta, el COI anunció el 24 de marzo el aplazamiento hasta el verano de 2021.
En esa partida de ajedrez de despachos, con el Comité Olímpico Internacional y el comité organizador local como actores principales que debían conjugar sus intereses particulares y también los de patrocinadores, televisiones con derechos, federaciones y atletas, lo económico acabó pesando mucho más que lo deportivo. El hecho de que numerosas modalidades deportivas vieran paralizados sus torneos de calificación y que la mayoría de deportistas del planeta tuvieran que interrumpir su proceso de preparación era ya motivo suficiente para encender las alarmas, pero las cifras que se colocaban encima de la mesa en caso de cancelación o aplazamiento de los Juegos eran mareantes y una absoluta patata caliente para el COI y el Gobierno de Japón, tras su fortísima inversión en infraestructuras. Según un estudio realizado el pasado año por Katsuhiro Miyamoto, profesor emérito de la Universidad de Kansai (Osaka), el coste del aplazamiento por un año de los Juegos Olímpicos podría situarse en 4.900 millones de euros, teniendo en cuenta los gastos de mantenimiento de las instalaciones no utilizadas durante ese tiempo. En caso de suspensión total, la cifra se podría haber disparado hasta los 35.000 millones, sumando las pérdidas derivadas de la actividad turística. Las cifras varían entre las diversas previsiones realizados por organismos de todo el planeta, pero son impactantes.
El COI intentó resistirse al cambio de fechas hasta que no le quedó más remedio que rendirse a la evidencia ante el avance imparable de la pandemia a lo largo y ancho de un planeta sumido en el caos. Tras los llamamientos a la calma iniciales, a finales de febrero de 2020 se hablaba ya de darse "un plazo de tres meses" para analizar la situación y tomar una decisión definitiva, a principios de marzo el Gobierno de Japón deslizó que lo más adecuado podría ser un cambio de fechas y el 22 de ese mes el Comité Olímpico Internacional habló públicamente por primera vez de un posible aplazamiento. Dos días después, el organismo internacional tomó la decisión de pasar los Juegos Olímpicos a "una fecha no posterior al verano de 2021" a petición del primer ministro japonés, Shinzo Abe, y el 30 de marzo se dieron a conocer las nuevas fechas, con la ceremonia de inauguración datada el 23 de julio de 2021 y la de clausura, el 8 de agosto. Además, se tomó la decisión de mantener Tokio 2020 como denominación del evento.
Saber el marco concreto en el que iban a moverse aportó tranquilidad a la hoja de ruta de deportistas y federaciones, pero los dientes de sierra por los que ha transitado la pandemia del covid-19 en el último año han seguido afectando a los Juegos Olímpicos. El pasado mes de enero, con el país en plena tercera ola de casos, la cadena de televisión NHK difundió una encuesta según la cual el 77% de los japoneses era favorable a la suspensión o nuevo aplazamiento de los Juegos, con solo el 16% apoyando que se celebraran en las fechas elegidas. En marzo, el COI, el comité organizador, la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, y la ministra responsable de los Juegos, Tamayo Marukawa, acordaron el veto a la presencia de espectadores extranjeros en las instalaciones olímpicas, mientras que el pasado 8 de julio los organizadores tuvieron que tomar la decisión de disputar los Juegos Olímpicos a puerta cerrada tras haberse decretado en Tokio un nuevo estado de emergencia por covid-19 que permanecerá vigente durante toda la competición.
Este ha sido el último misil a la línea de flotación de este evento, no ya por el desazón que provocan los estadios vacíos en plena competición sino por el tremendo impacto económico que generará la medida. El nuevo estado de emergencia sanitaria, que durará en principio hasta el 22 de agosto, está pensado para limitar el flujo de personas en la capital japonesa durante el verano y afecta de lleno a unos Juegos que cuentan con competiciones en nueve prefacturas distintas del país: Tokio, Chiba, Saitama, Kanagawa Fukushima, Hokkaido, Shizuoka, Ibaraki y Miyagi. Las seis primeras han dejado claro desde hace un par de semanas que no permitirán la entrada de público a las instalaciones y las otras tres se ceñirán al estricto límite de aforo fijado por las autoridades.
En este complicado ecosistema, Thomas Bach, presidente del COI, llegó el pasado 8 de julio a Tokio y se encontró en vivo y en directo con el rechazo mayoritario que genera en la sociedad japonesa la celebración de los Juegos Olímpicos en estas complicadas circunstancias sanitarias. Tras pasar los tres días de aislamiento a los que serán sometidos todos los deportistas y reunirse con los responsables del comité organizador, quiso mandar un mensaje de tranquilidad al declarar que "se ha hecho un trabajo fantástico que convierte a Tokio en la ciudad mejor preparada para la celebración de unos Juegos. Esto es incluso más destacable teniendo en cuenta las dificultades que atravesamos como consecuencia del covid-19, así que ustedes (los organizadores) pueden estar muy orgullosos del trabajo que han realizado". También se dirigió a la sociedad local al apuntar que "nuestra prioridad máxima es que los Juegos sean seguros para todos los participantes y, de forma más importante, para todo el pueblo japonés. La gente puede tener confianza en que estamos tomando todas las medidas posibles para hacer que estos Juegos sean seguros. Todo esto es en solidaridad con el pueblo japonés".
Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, celebrados en 2021 en escenarios vacíos, tendrán un buen ramillete de héroes y algún que otro villano. Habrá momentos mágicos. Se generarán historias de superación que quedarán para el recuerdo. Pero en el futuro, cuando se deposite la mirada en el tiempo actual, se hablará de ellos como los Juegos de la pandemia.
16-VII-2011. El presidente del Comité Olímpico japonés, Tsunekazu Takeda, hace oficial la candidatura de Tokio a organizar los Juegos de 2020. Se une a Madrid, Roma y Estambul, que ya habían presentado sus proyectos.
01-IX-2011. El COI cierra el plazo de presentación de candidaturas con cinco aspirantes: Doha, Roma, Estambul, Bakú, Madrid y Tokio.
23-V-2012. La Comisión Ejecutiva del COI designa a Tokio, Madrid y Estambul finalistas.
07-VII-2013. El COI designa a Tokio como sede de los Juegos. La capital japonesa obtiene 60 votos, por 36 de Estambul. En la primera ronda Madrid y Estambul empataron a 26 votos y en el desempate cayó Madrid al quedarse en 45, por 49 de la ciudad turca.
17-VII-2015. El primer ministro, Shinzo Abe, descarta, tras duplicar su presupuesto inicial, el proyecto del Estadio Olímpico firmado por Zaha Hadid e informa de que empezarán un estadio desde cero. Se pierden 48 millones de dólares y Abe pide perdón al Parlamento.
19-III-2019. El presidente del Comité Olímpico japonés, Tsunekazu Takeda, investigado en Francia por "corrupción activa" por la compra de votos para que Tokio se adjudicara los Juegos, anuncia su dimisión.
24-III-2020. El presidente del COI, Thomas Bach, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, acuerdan aplazar los Juegos a 2021 ante el avance a escala mundial de la epidemia del covid-19.
09-II-2020. El Comité Organizador publica las condiciones para los deportistas, entre ellas la realización de repetidos análisis de coronavirus, la reducción de su tiempo de estancia en la Villa y la limitación de su movimientos a los desplazamientos entre su alojamiento y los estadios.
12-02-2021. Yoshiro Mori, presidente del Comité Organizador, dimite tras la polémica que genera con unas declaraciones sexistas en las que se queja de que las mujeres hablan demasiado.
08-VII-2021. Los organizadores deciden que los Juegos Olímpicos se disputen a puerta cerrada tras decretarse en Tokio un nuevo estado de emergencia que permanecerá vigente durante toda la competición.
-7 h.
Es la diferencia horaria existente entre Tokio y Euskadi. Por ejemplo, la ceremonia de inauguración de los Juegos, que arranca a las 20.00 horario de Japón, tendrá lugar a las 13.00 horas del mediodía en Euskadi.
Los choques entre el COI y las autoridades japonesas han sido constantes, con el foco puesto en las multimillonarias pérdidas económicas
Según una encuesta difundida en enero, el 77% de los japoneses era partidarios de suspender o volver a aplazar los Juegos Olímpicos