Hace días fue Felipe Reyes quien dijo basta y hoy le ha llegado el turno de la retirada a Vassilis Spanoulis, uno de los mayores talentos que ha dado el deporte de la canasta en las dos últimas décadas. La edad no perdona a nadie, ni siquiera a los más grandes, y en su caso era algo que se venía rumiando desde hace tiempo ante su progresivo declive físico.

Apenas unos días después de sufrir el enésimo contratiempo físico que ha frustrado su regreso a la selección helena seis años después para tomar parte en el Preolímpico, Kill Bill ha anunciado hoy en Instagram que cuelga las botas. Lo hace cuando está a punto de cumplir 39 años y tras completar una carrera intachable que incluye, entre otros títulos, tres Euroligas en los años 2009, 2012 y 2013. Siempre izadas, por cierto, mientras su mujer Olympia esperaba un hijo en su tripa.

Se marcha por la puerta grande uno de los pocos jugadores tocados por una varita mágica y capaces de ganar un partido por sí solo a golpe de talento. El Buesa Arena, como otros santuarios del Viejo Continente, le sufrió horrores y asistió en su día a múltiples exhibiciones.

El Dios griego, un tipo sin un físico privilegiado pero sobrado de recursos para destrozar defensas, visitó por última vez el santuario azulgrana el pasado 3 de marzo. En aquella estrepitosa derrota del Olympiacos (91-66) ya se vio que su final estaba cerca en un partido donde sumó 2 puntos, 2 rebotes y 2 asistencias en algo menos de 9 minutos.

Su paso por la NBA fue casi un visto y no visto con los Rockets de Houston en la campaña 2006-07 y desde entonces Spanoulis ha sido uno de los grandes reclamos del baloncesto europeo a nivel de clubes y selecciones con innumerables galardones individuales y colectivos. Sin embargo, el inexorable paso del tiempo y múltiples lesiones estaban agotando su paciencia, de ahí que la decisión de Spanoulis no haya pillado desprevenido a nadie.

Tras unas últimas campañas con un rol decreciente en el Olympiacos, el club al que se incorporó en 2010 procedente del enemigo irreconciliable (Panathinaikos) -algo que deterioró hasta límites insospechados su ya inexistente relación con Zeljko Obradovic-, el genio nacido en Larissa no ha podido más.

Su magullado cuerpo ha pedido clemencia. Atrás quedan 22 temporadas en activo donde se hinchó a realizar penetraciones de fantasía o hacer fintas hacia su lado derecho y embocar misiles inverosímiles desde el 6,75.

“Ha sido una decisión difícil pero no ha sido triste. Gracias al baloncesto he tenido un viaje único, lleno de momentos intensos y muchas emociones. El baloncesto me ha dado todo y yo lo he dado todo por el baloncesto. El Olympiacos acabó siendo mi destino y mi puerto más hermoso. Me voy tan orgulloso de lo que conquistamos con grandeza como de lo que perdimos después de presentar una dura batalla. Pero, sobre todo, me voy pleno, porque he vivido más de lo que había soñado”, aseguró Spanoulis en su adiós.