- El 5 de abril, en carrera, la escena de la crono será distinta, imagina Pello Bilbao, al que le agrada la idea de que la crono trace las líneas maestras de la Itzulia. “Cuando pones la crono el primer día no hay cálculos que valgan. Las cartas están encima de la mesa. El que pierda tiempo tendrá que recuperarlo en las siguientes etapas. Si la pones al final, se corre con la calculadora, con estimaciones de lo que puedes hacer o no en la crono. No tienes margen. Con este modelo, ya sabes dónde estás desde el principio”, reflexiona el gernikarra ante la Itzulia.

La carrera vasca aguarda el duelo entre Pogacar y Roglic, los ciclistas que pugnaron hasta los estertores en el Tour de Francia, que se llevó el joven esloveno en la estratosférica contrarreloj final. “Ellos son los máximos favoritos para ganar, pero también está Mikel Landa, que ha demostrado en la Tirreno-Adriático que está para competir. Nosotros trataremos de ganar la carrera con Mikel como ya hicimos en su día con Ion Izagirre en el Astana”.

El trazado de la Itzulia, siempre complicado, da acceso a la habitación de las sorpresas. Una idea que seduce a Pello Bilbao, amigo del ataque en una ciclismo que parece estar mudando del cálculo infinitesimal al que lo arrastró la metodología del Ineos, a una versión más salvaje, de batalla a campo abierto con la irrupción del descaro de los jóvenes que ambicionan cambiar las cosas. “A mí me gusta esa forma de correr, más libre, con más peso estratégico, menos física”, subraya el gernikarra, que considera que en la Itzulia “siempre hay terreno suficiente para hacer daño. La última etapa es corta pero muy nerviosa. Se saldrá a tope y será un sálvese quien pueda. Es un día lleno de puertos y en esa situación con una carrera desatada un solo equipo no la puede controlar”. El triunfo de Ion Izagirre en 2019 fue el legado del incendio promovido por los pirómanos del Astana. Las antorchas iluminaron la Itzulia.