a selección se juega hoy el bronce con Francia tras la decepción ante Dinamarca, decepción muy relativa porque es importante haber llegado a semifinales en un Mundial y porque el viernes se perdió por detalles y por un factor que a veces es muy importante en la alta competición: la suerte. Basta con recordar que en el comienzo del partido Dinamarca tiró dos balones a los postes que golpearon a Pérez de Vargas y se colaron, o que el último tiro español dio en el larguero. Si se le añade que los porteros españoles solo hicieron seis paradas, cuando suelen ser un favor desequilibrante -por lo que detienen y porque lanzan el contragolpe-, es hasta llamativo que los Hispanos tuvieran en el último minuto un balón para empatar. Pero cuando la suerte está de que no, es muy difícil.

El partido de hoy ante Francia me parece muy importante. Como decía Raimundo Saporta, hay que ganar el último partido de cualquier torneo, aunque sea por el puesto 25º, porque te deja con sensaciones positivas. Y en este caso, con más motivo: muchos de los actuales Hispanos van a terminar su ciclo en los Juegos Olímpicos y a su doble oro en los Europeos le pueden poner la guinda de una medalla en el Mundial. Si no ha podido ser el oro, que sea el bronce, para no volverse de vacío.

El rival, Francia, estaba compitiendo muy bien, con un bloque muy equilibrado, pero tuvo la mala suerte en cuartos de final contra Hungría de que se lesionaran dos jugadores claves: el lateral izquierdo N'Guessan y el pivote Luka Karabatic. Eso le pasó factura en las semifinales ante Suecia. Para sustituir su trabajo en ataque y defensa, el seleccionador, Guillaume Gille, hizo varias pruebas que no le funcionaron y acabó estirando la participación de Dika Mem y de Fábregas. El cansancio acumulado de sus jugadores fundamentales puede ser un factor en contra de Francia en el encuentro de hoy, porque va a ser para ambos equipos el octavo partido en quince días. Y, en general, va a ser importante la recuperación anímica: ver cuál de los dos equipos ha asimilado mejor la derrota en semifinales.

Francia ha sido habitualmente la bestia negra de España y la de hoy es una muy buena oportunidad para ir quitándose ese sambenito. Si la portería recupera el nivel; si podemos correr al contragolpe; si Entrerríos, Cañellas y Sarmiento hacen su contribución habitual; si Dani Duishebaev y el pivote Marchán siguen confirmando lo que han mostrado en este Mundial...

Y en cuanto a la final, mi favorito es Dinamarca, por su experiencia y sus muchos recursos en ataque, sin desmerecer el gran Mundial que ha hecho Suecia, el equipo sorpresa del torneo porque seis jugadores titulares renunciaron a ir y el seleccionador, Glenn Solberg, ha sido capaz de reconstruir el equipo tirando de varios de los jugadores que hace dos años fueron terceros en el Mundial Júnior.

El autor es técnico navarro de la Federación Española de Balonmano