- A pesar de que muchos certámenes se cayeron del calendario y tras mucho trabajo, el BBK Mendi Film Bilbao Bizkaia comienza esta tarde (19.00 horas/Palacio Euskalduna) su décimo tercera edición. Un total de 54 películas y tres sedes -la Sala BBK y los cines Golem de la Alhóndiga se unirán al Euskalduna- serán las protagonistas de un año marcado por los aforos limitados, la versión on line y la gran ausencia de los invitados internacionales.
Esta tarde comienza la décimo tercera edición del Mendi Film Festival. ¿Cuáles son las sensaciones?
—Muy buenas, aunque un poco extrañas por la situación. A estas alturas deberíamos estar en plena efervescencia de llegada de invitados internacionales y se nota que este año no hay ese movimiento, ese contacto frenético a los días previos de que venga la gente de otros países.
¿Este año no vienen protagonistas internacionales?
—Invitados que vengan de otros países directamente al Mendi Film, no. Pero vamos a tener, por ejemplo, en el jurado a Iwona Zieli?ska-S?siada, que reside en Madrid; y también vamos a tener representación de Iparralde. Pero lo que son viajes trasatlánticos e internacionales que requieren de avión, no vamos a tener. Decidimos que, por motivos de salud, no tenía mucho sentido que vinieran protagonistas de otros países.
Viendo cómo avanzaba la pandemia, las restricciones, los estados de alarma... ¿Se plantearon cancelar el festival?
—No. Nunca. Ni siquiera lo pusimos encima de la mesa. Siempre sentimos la responsabilidad de hacerlo. La responsabilidad hacia los directores y productores, que habían reunido financiación para realizar unas obras que, si no tuvieran visibilidad, se quedarían nada. La responsabilidad hacia el público que año tras año tiene Bilbao y diciembre como una cita ineludible con el festival. Y responsabilidad hacia los patrocinadores y colaboradores porque todo el esfuerzo que hacen debía de tener una respuesta. Por todo ello decidimos que, si la situación nos daba la posibilidad de hacer el festival de forma presencial, lo íbamos a hacer así.
Finalmente esta edición es presencial y ‘on line’, siendo la novedad este año la versión virtual.
—La versión on line es algo que veníamos analizando y estudiando, que lo teníamos en la agenda; pero no para esta edición. Aunque luego todo se aceleró. Es decir, todavía tenemos que desarrollarlo en los próximos años.
¿En qué consiste exactamente?
—Es un sistema a la carta. Puedes ver las 54 películas del festival (duran en total unas 31 horas) en un único paquete por 85 euros y con un plazo de 30 días. Luego, hay ofertas con precios más asequibles por packs temáticos (de unos 110 minutos de duración): escalada, aventura, cortometrajes y esquí. Y también damos la posibilidad de ver todas las películas de más de 40 minutos de forma individual.
El Mendi cumple 13 años. Pero esta edición es la más atípica. ¿Qué se va a encontrar el público este año?
—No va a ser tan diferente. De hecho, la mayor diferencia será que no habrá el bullicio y el ambiente habitual en el festival por las circunstancias de reducción de aforo y movilidad. Pero uno de los objetivos es que el Mendi Film sea un refugio seguro, como lo son las salas en las que lo celebraremos. Pero no solo un refugio para pasar la tormenta que nos ha pillado en plena ascensión, sino también para que la gente se emocione, se inspire y cargue las pilas viendo películas de la calidad habitual que hay en el festival. Esperamos que la gente venga buscando una chispa que le anime, que le haga olvidar los recuerdos del confinamiento porque las películas del Mendi le van a llevar a cualquier parte del mundo. A sitios que ni se imagina y a aventuras que le cargarán de fuerza. Así que la única diferencia serán esas congregaciones de 800 personas que ya no se van a dar.
¿Ha condicionado el covid-19 las películas que han escogido?
—No, porque habitualmente la sensación de libertad es algo que se palpa en todas las películas del Mendi. Siempre hemos querido impulsar y reivindicar los valores del montañismo. Ahora que estamos en una situación crítica, muchas de estas películas cobran más relevancia porque muestran cómo actuar en momentos críticos y complicados, cómo hacer frente a retos duros e importantes; pero esa temática siempre ha estado en las películas del festival.
Con las restricciones de movilidad y aforos. ¿Qué objetivos de asistencia se ponen?
—Obviamente estimamos que el público que vendrá será menor. En la Sala BBK se nos queda una foro de 120 personas, los cines Golem está al 50%, o sea 121 butacas y el Palacio Euskalduna, que como novedad este año le hemos incluido todos los días para paliar esa falta de aforo, tendrá unos 300 asientos. Es decir, es tan complicado hacer una estimación del público que puede venir, que hemos decidido no ponernos una marca. Aunque tenemos la percepción de que la gente tiene ganas de cine y cultura. De que la gente tiene ganas de venir.
Siempre comenta que es la gente quien hace especial al Mendi Film. Este año, con las restricciones, ¿qué hará especial la edición?
—Esta edición la vamos a recordar todos siempre. Espero recordarla porque la gente que venga tenga un comportamiento social solidario. El Mendi Film es un festival de abrazos y besos y este año no va a haber ni una cosa ni la otra. Pero esa relación del público que viene, ese afecto, se va a notar y se va a palpar. Porque eso sigue ahí.
Todos los festivales de la Alianza Internacional de Festivales de Montaña (IAMF) se han cancelado o se han pasado a la versión ‘on line’. Ustedes son unos supervivientes.
—En marzo, cuando comenzó todo, vimos que empezaban a caerse los festivales. Algunos tuvieron tiempo y capacidad para realizar una versión on line; pero presencialmente solo se han celebrado los previos a la pandemia. Así que poder estar aquí nos hace sentir muy bien porque significa que, a pesar de los tiempos que corren, tenemos el apoyo de nuestros patrocinadores. Hemos trabajado en circunstancias que no eran ni cómodas ni fáciles, pero nadie dijo que iba a ser fácil, y mucho menos en la montaña.
Este año ofertan un total de 54 películas. ¿Cuáles recomendaría?
—Empezaría por la que recomiendo a todo el mundo: Hilary, Ocean to Sky, de Michael Dillon. Por supuesto, también Arriesgarse a Vivir, de la Fundación WOP; aunque el hándicap que tiene es que no está on line y solo tiene un pase, el de la inauguración, porque está fuera de concurso. Y a quienes no sean montañeros de dura ascensión, es decir, para los que les guste andar por la naturaleza, Into the Canyon, de Peter McBridge. Es una película con imágenes espectaculares que pone el punto de mira en la explotación minera y turística del Gran Cañón.