- En estos tiempos extraños, donde la única certeza es la incertidumbre, un velocista de 80 kilos, llamado Wout van Aert, fundió los plomos de Egan Bernal, campeón en curso del Tour, en el Grand Colombier, un puerto que rasca la barriga del cielo. El belga que todo lo puede fue el brazo ejecutor del Jumbo, heredero de los modales del Ineos. El Jumbo masacró a Bernal, quedo, superado y deshabitado allí donde se le supone ágil, resistente y ligero. A Bernal se lo tragó la montaña. Castroviejo y Kwiatkowski acompañaron el cuerpo del colombiano. La Bestia ardió por dentro. Al infierno. Sonámbulo, a 7:20 de lo que se le esperaba. Quintana siguió el mismo destino. El pletórico Jumbo arrancó a Bernal del Tour. Desterrado. De paso, echó tierra sobre la dinastía del Ineos, antiguo Sky, famélico en lo que era su vergel. Francia no será su jardín en 2020. Solo un camposanto. Aquí yace Bernal. "He perdido tres años de mi vida. Esperando un milagro que nunca pasó", musitó el campeón.

Sobre la tumba de Bernal bailaron los eslovenos, de fiesta en fiesta en un Tour de distancias cortas. Roglic y Pogacar debatieron por la victoria que recaudó el joven querubín. Le sisó 4 segundos al líder en las bonificaciones de meta, el Santo Grial de este Tour. Roglic comanda la general con 40 segundos de ventaja sobre su compatriota, que no le dejará en paz. "El plan es atacar, atacar y ganar el Tour. No sé si Primoz resultará imbatible o batible, pero lo intentaré", dijo Pogacar, que ya venció en Laruns. Un paso por detrás de los eslovenos, se mueven el resto de opositores al podio. Caídos en desgracia Bernal y Quintana, entre Urán, tercero, y Landa, séptimo, apenas fluctúan 42 segundos. El tiempo cotiza al alza en el parqué bursátil de París.

El Jumbo horneó la etapa que tricotaba el macizo del Jura. Montée de la Selle de Fromentel, 11, 1 kms al 8,1%; Col de la Biche, 6,9 kms al 8,9% y el Grand Colombier, 17,4 kms al 7,1% medirían a los favoritos. Gesink manejó los hilos de las dos primeras montañas, tirando y soltando el sedal de la fuga de Geschke, Gogl, Herrada y Rolland, sin destino. Gesink orquestó la entrada al Grand Colombier, donde a Guillaume Martin le silbó la mala fortuna. Pinchazo. El Jumbo, disponía. Van Aert, un ave exótica, mantenía su fotogénica figura en el parchís de los favoritos. Nada se le resiste al belga. Ni un coloso fuera de categoría, un viaje hacia los recovecos de cada uno, al rincón de los límites; el mosaico del sufrimiento.

Allí se pavoneó el Jumbo, llevando a hombros a Roglic. Al esloveno le observaban su vecino Pogacar, Landa, López, Urán, Yates€ En el repaso no estaba Bernal, ahogado entre los lazos. Una soga para el colombiano. Asfixiado por Van Aert, su verdugo. Restaban 13 kilómetros para la cima y Bernal era un alma en pena. Quintana se desprendió en el mismo instante. La vieja y nueva Colombia unidas en la derrota. Castroviejo y Kwiatkowski aliviaban a Bernal. El Jumbo echó sal en la herida. Masacró a Bernal, arrodillado por el modelo que instauró el Sky y después Ineos. Saturno devora a sus hijos. La penitencia de Bernal, era alegría para el resto, incrédulo. El brillo se instaló en la mirada de Roglic, Pogacar, Urán, Porte, López o Landa, atónitos ante la herrumbre del campeón. Una caída sonora. Los imperios caen de ese modo. Réquiem por el Ineos. La Bestia era un cachorro desamparado.

Una vez cometido el asesinato de Bernal, Van Aert dejó los aperos de la tortura en manos de Bennett. Grupo salvaje. Una ametralladora de balas amarillas. El resto se protegía en sacos terreros. Yates abandonó la trinchera. Dumoulin lo embolsó. Entre los patricios, la consigna era sobrevivir. A Roglic le mecían Dumoulin y Kuss. El líder merendó un gel. Una chuchería para endulzar la ascensión que era bilis para Bernal. Landa se camufló en la prudencia. No era el día. Se trataba de estar. Eso daba para cantar línea en el bingo. El miedo se apoderó de los rivales de Roglic. Al Grand Colombier apenas le restaba el postre de las bonificaciones, lo más contundente de este Tour.

En realidad es lo que otorga emoción a la Grande Boucle, cerrada en banda a ataques lejanos. Cuando se rueda por el sótano de la agonía, se subrayan los finales pancarteros. Se trata de estar y de que el resto deje de estarlo. Esprinters en las cumbres. Con esa idea se apartó Dumoulin y abrió la compuerta para Roglic a 600 metros. La sacudida del líder empujó la respuesta de Pogacar, joven y brioso. A Porte y López les quitaron la palabra de la boca. Landa perdió fuelle en esa arrancada. En el vis a vis entre Roglic y Pogacar se impuso el veinteañero. Landa se dejó 15 segundos, pero el desplome de Bernal y Quintana le empujan más cerca del podio en un Tour que se disputan Roglic y Pogacar. Del campeón en curso solo quedó el recuerdo. El Jumbo funde a Bernal.