El Barcelona rubricó anoche ante el Bayern un ridículo histórico que supone, de facto, la defunción deportiva de un entrenador, Quique Setién, que ya estaba más fuera que dentro del club antes de la disputa de esta fase final de la Champions y, sobre todo, de una generación que le ha dado al club los años más brillantes de su historia. En el cruce de cuartos de final ante los alemanes resultó evidente el descenso a los infiernos de los culés, que recibieron su primer gol a los tres minutos del duelo y que tuvieron suerte de terminar encajando solo ocho. El castigo ya era irrecuperable al descanso (1-4) y el segundo periodo solo sirvió para hurgar en la dolorosísima herida barcelonista.
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