- A las puertas del circuito de Albert Park el público se agolpaba aguardando para acceder y disfrutar del Gran Premio de Australia, fijado para entre el 13 y el 15 de marzo. Quedaban minutos para que el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 arrancara, para que los pilotos agarraran los volantes en la primera jornada de la temporada 2020. Se calentaban los motores. Y entonces, apurando hasta el último instante, cuando en el planeta se cerraban fronteras, cuando las competiciones caían una tras otra del calendario, después de que McLaren anunciara su abandono de la cita de Melbourne debido a dos positivos por coronavirus en su garaje, la organización, que parecía querer llevar el comienzo de la temporada hasta la última de las consecuencias, reculó. Con la gente apilada a las puertas del circuito esperando para entrar, se anunció que la carrera se celebraría a puerta cerrada. Después, se decidió suspender el gran premio. Esperpéntico. Bochornoso. Porque, bueno, más bien ocurrió que renunciaron a correr al menos seis escuderías (McLaren, Ferrari, Mercedes, Renault, Haas y Alfa Romeo: doce coches). Y eso detuvo la puesta en marcha del Gran Circo, que hacía gala de la insolidaridad con McLaren y la falta de escrúpulos. Con la suspensión caía uno de los últimos reductos del deporte. Y ¡ale!, todos para sus casas. Se sabe que Red Bull quería seguir adelante, aunque viendo lo visto era de esperar, ya que este equipo tiene por asesor a un Helmut Marko que habló durante el confinamiento de la posibilidad de crear un campamento para infectar a sus pilotos con el covid-19 y evitar así la sorpresa de un positivo en el futuro, con la campaña puesta en marcha. Los organizadores de la Fórmula 1, con los propietarios que son Liberty Media a la cabeza, dañaron la imagen de la competición. Los intereses económicos se antepusieron a la seguridad de las personas.
Luego llegaron los expedientes de regulación temporal de empleo. Los equipos, con presupuestos que en 2019 fueron desde los 130 millones de euros de Williams hasta los 480 de Mercedes, que se permiten contratos multimillonarios, privaron de sustento a quienes hacen posible la competición. Y el que más cobra de todos -alrededor de 50 millones reportados solo por su contrato con Mercedes, porque se calcula que ingresa dos terceras partes más por el apartado publicitario-, el llamado a ser el hombre-récord de la F-1, dedicó tiempo a su faceta antropológica. Lewis Hamilton, ante la temporada que le permitía -y le permitirá- igualar los siete títulos mundiales de Michael Schumacher, transformó su casa en un gimnasio y salió a las calles para manifestarse con las multitudes en contra del racismo, la oleada motivada por la muerte de George Floyd a manos de un policía en Mineápolis. El inglés, primer piloto negro de la F-1, decidió mojarse en favor de los derechos humanos. Mercedes le ha secundado pintando el coche de negro para esta temporada. Mientras tanto, otros pilotos se han decantado por las carreras virtuales para alimentar la tensión competitiva.
Ahora se busca salvar el agujero económico. Despierta la temporada, con el Gran Premio de Austria de este domingo convertido en una burbuja, y por ejemplo Hamilton acude con solo un entrenamiento a bordo de su monoplaza, el Mercedes, el coche que tiene visos de prolongar el dominio, el que ha abrazado los últimos seis campeonatos -cinco con el piloto inglés- abriendo una de las mayores épocas de autoritarismo. Ha dominado con mano de hierro una Era Híbrida que se estira en el tiempo porque se retrasan los cambios de reglamentación que podrían agotar la exitosa cosecha de la fábrica alemana.
La novedad técnica más reseñable para 2020 es que el desarrollo técnico estará un 60% congelado. Siendo Mercedes el equipo con mayor presupuesto como es, la normativa puede ser una amenaza para la jerarquía de las este año flechas negras. Si bien, como goza de la herencia del coche campeón, esa regla puede ser inversamente perjudicial para la competencia, incapaz de contraatacar sin la posibilidad de desarrollar e instalar mejoras. "Nos estamos preparando de la mejor forma posible, creo que será la temporada más difícil que hayamos vivido todos nosotros, por los complicados tiempos que atravesamos y todos los cambios que hemos tenido que hacer", advierte Hamilton.
Los rivales de Mercedes se aferran a la esperanza a la que invita el factor de lo atípico: con un calendario que amanece con solo ocho carreras fijadas y que se alargará en el tiempo y ampliando la variedad de los escenarios en función de la propagación del coronavirus; con carreras más seguidas, por aquello de alimentar la posibilidad de disputar el mayor número de pruebas en un 2020 que no se sabe cuántas citas albergará; con circuitos que acogerán dos carreras seguidas, como es el caso del trazado austríaco Red Bull Ring, morada de los dos primeros grandes premios. También Silverstone repetirá, siendo sede de las estaciones cuarta y quinta.
A juzgar por los entrenamientos ya lejanos de pretemporada, Mercedes conserva su lugar hegemónico. Al equipo germano le secunda Red Bull con la baza de Max Verstappen. "Es capaz de batir a cualquiera por el título", arroja su jefe, Christian Horner. Un dato alentador para el equipo energético: en 2019 Mercedes ganó las ocho primeras carreras y la racha se cortó precisamente en Austria, donde se impuso Mad Max, al igual que en 2018, y donde se descorcha el Mundial con dos carreras seguidas.
Ferrari, que cada invierno parece traer la revolución y luego se da un batacazo por las falsas expectativas, esta vez se mostró con discreción. Su potencial es una incógnita. Eso sí, Italia fue el primer país europeo en sufrir el bloqueo a causa del covid-19 y el primero en levantar las restricciones, lo que le ha podido otorgar cierta ventaja a la hora de trabajar con respecto a Mercedes o Red Bull. Si bien, estos últimos contarán con una unidad de potencia que ha sido mejorada en primavera, dotada de más caballos, porque así lo ha podido ofrecer Honda.
Cualquier alternativa al Big Three para opositar a la corona se antoja quimérica. Con esperanzas de podio volverá a correr Carlos Sainz, que buscará despedirse con honores de McLaren antes de recalar en Ferrari. El curso pasado fue el sexto mejor piloto y subió por primera vez al cajón. Los resultados le valieron para ligar su futuro a la Scuderia, donde Sebastian Vettel asiste a su último año. "Estoy preparado", anuncia Seb. El tetracampeón quizá afronte su última oportunidad de correr con un bólido competitivo. Por de pronto, no tiene garantizado su futuro en la F-1 más allá de 2020. En función de su desempeño este año y de sus futuras pretensiones económicas y deportivas, podría estar ante su última campaña en la F-1. "Saltarán chispas entre Vettel y Leclerc", augura Jacques Villeneuve. ¿Obedecerá Seb a las órdenes de equipo? Si la respuesta es no, Ferrari puede ceder opciones desde el seno de su equipo.
La prevención y las medidas sanitarias harán que el paddock viva enfrascado. Las escuderías solo podrán trasladar a las personas indispensables, o sea un máximo de 80, y se desplazarán en grupo, sin mezclarse con los miembros de otras marcas. Los equipos no contarán con motorhomes, sino carpas. No habrá ceremonias de podio ni desfiles previos. Además, antes de cada gran premio se realizarán test que se repetirán cada cinco días, y en caso de que se arroje un resultado positivo, el campeonato no se detendrá; seguirá sin los afectados. Así arranca el apaño de la Fórmula 1, con la temporada más atípica en cuanto a contexto, pero con aspecto de rutinaria en lo deportivo. Mercedes será el rival a batir. Y Hamilton partirá como el principal candidato a la corona y, en consecuencia, aspirará a convertirse en el piloto más laureado de la historia. La frontera es Schumacher, y está a un título de los 7 del Kaiser y a 7 victorias de las 91 del alemán.