Si el Everest fue el comienzo de un exitoso camino del alpinismo vasco; también fue el inicio de la fulgurante carrera de Edurne Pasaban. La alpinista tolosarra celebra el décimo aniversario de su último ochomil, el día en que se convirtió en la primera mujer en coronar las cumbres más altas de planeta. Pero su camino, que no fue sencillo, comenzó en el Everest un 23 de mayo de 2001. Fue entonces cuando, al tercer intento, coronó su primer 14. Y, diez años después, el 17 de mayo de 2010, el Shisha Pagma colocó su nombre con letras doradas en los libros de historia.

Entre ambos éxitos, decenas de intentos y decenas de vías: como la el Makalu, el Lhotse y el Cho Oyu. Decenas de oportunidades, como la que le ofreció Al Filo de lo Imposible cuando le brindó la ocasión de sumarse al programa. Pero también decenas de malos recuerdos. Como aquel de julio de 2004 cuando, tras convertirse en la primera mujer que descendió del K2 con vida después de hacer cumbre, perdió dos falanges a causa de las congelaciones.

Y es que Pasaban no solo tuvo que luchar contra nieve y ventiscas, sino también contra sus propios demonios. Aquellos que le llevaron a una depresión de la que salió también, en parte, gracias a la montaña. Por eso, ahora, la alpinista tolosarra quiere celebrar los diez años transcurridos desde su último ochomil. Así, obligada por la pandemia, realizará un directo por sus canales de Instagram y Facebook (hoy, 12.30 horas) junto a grandes nombres del alpinismo como Juanito Oiarzabal y Alex Txikon.