- En Arrate, el epicentro del ciclismo vasco, allí donde la memoria colectiva de la afición, tenía previsto quitar el precinto el Euskaltel-Euskadi en su regreso a la Itzulia siete años después de su última aparición. El coronavirus, la pandemia que hace temblar al mundo congeló la carrera vasca y dejó en suspenso el sueño del Euskaltel-Euskadi. Su Tour no será en abril. "Para nosotros supone el aplazamiento de un sueño, de la ilusión que teníamos este año. La Itzulia es nuestro Tour", determina Jesús Ezkurdia, vicepresidente de la Fundación Euskadi y mánager general del Euskaltel. La marea naranja deberá esperar para mostrar la fuerza de su oleaje, la espuma de su ánimo, el latido de su alma en la cuneta. "Eso es lo que más pena me da en el fondo porque este es el equipo del pueblo. Hay mucha gente detrás apoyando todo este proyecto. No se trata únicamente de que no puedan competir ocho corredores, el Euskaltel-Euskadi significa mucho más y en ese sentido, tengo sensación de pena. Ya veía la subida a Arrate inundada por la marea naranja", analiza Ezkurdia.
La Itzulia era el gran objetivo de la temporada, algo así como la tierra prometida, el reencuentro con los suyos después del naufragio y la resurrección. Rescatada la Fundación Euskadi por Mikel Landa, su presidente, enraizado el proyecto y en pleno proceso de crecimiento tras una angosta travesía, el retorno a la Itzulia, "nuestra carrera", queda en standby. Durante esta semana que el coronavirus ha borrado, que ha arrancado a la Itzulia del calendario, el Euskaltel-Euskadi afrontaría las etapas de Arrate y después Laudio, Ibardin, Sestao y Bilbao desde el campo base del Hotel Lakua en Gasteiz, donde soñarían con entusiasmar a la afición. "Su propietario deseaba que nos alojásemos allí, que fuera nuestra casa esos días. Eso solo pasa si eres el Euskaltel-Euskadi, más que un simple equipo de ciclismo. Esto significa mucho más". Ese mucho más al que se refiere Ezkurdia es el cordón umbilical que une a la afición y al equipo de casa.
Disputar la Itzulia suponía correr con lo suyos. No solo pedalearían ocho ciclistas. Sería el equipo más grande del mundo. Miles de ciclistas de naranja. "Nuestra temporada giraba alrededor de la Itzulia. En el aspecto deportivo pensábamos hacer una buena general con Rubén Fernández y cosas bonitas con Mikel Bizkarra. Es la carrera de casa y todo estaba preparado para ello. Es la prueba en la que siempre anhelamos estar desde que se recuperó el proyecto de la Fundación", determina el mánager, que cuando cerraba los ojos hace apenas unas semanas imaginaba las laderas de Arrate vestidas de piel naranja, el tejido que abrazaría la cremallera de asfalto hacia el santuario, el altar del ciclismo vasco. Para vestir las campas y a los aficionados Euskaltel-Euskadi tenía previsto repartir 10.000 camisetas de naranja, el Pantone de la cuneta vasca. Las prendas se quedarán, de momento, en el armario. A la espera.
El tejido de la esperanza es resistente. No caduca. "Las estrenaremos más adelante", sugiere Ezkurdia, que está seguro que las camisetas no caerán en el olvido ni pasarán de moda. "La situación es la que es. Es terrible lo que está ocurriendo. Lo primero es la salud. Las carreras volverán. Con ello lo hará el Euskaltel-Euskadi y también su afición", expone el mánager de la estructura vasca, un proyecto a largo plazo que se mantiene sólido en tiempos convulsos y agitados. "La ventaja que tenemos es que nuestro proyecto es firme y seguirá creciendo, si bien, después de esto, el ritmo, obviamente, será más lento", concede Ezkurdia. La pandemia del covid-19, que está poniendo en jaque al mundo, afecta a todos los ámbitos sin excepción. No hay estructura que no sea permeable a sus devastadores efectos.
Los recortes de presupuesto son moneda común durante estos días, pero el Euskaltel-Euskadi soporta con entereza el embate del coronavirus. "Nosotros, de momento, estamos bien. El problema no es el ahora, si no saber cuánto va a durar esto. Existe mucha incertidumbre porque nadie sabe qué va a pasar ni cómo acabará todo esto", apunta Ezkurdia, que entiende la preocupación de los corredores y el resto del staff del equipo al conocer las noticias que atañan a otras escuadras, donde el goteo de recortes es constante. "Estamos en comunicación con ellos. Por el momento la situación está controlada en lo económico", resuelve el mánager del equipo a la espera de que la tempestad amaine, las bicicletas rueden y los sueños puedan cumplirse.
"Para nosotros supone el aplazamiento de un sueño. La Itzulia es nuestro Tour"
"El problema no es el ahora, si no saber cuánto va a durar esto. Existe mucha incertidumbre"
Mánager del Euskaltel-Euskadi