- Como cualquier otro ciudadano, Ibon Navarro está acatando las fuertes órdenes de confinamiento decretadas por el gobierno de Andorra, un pequeño país que vive básicamente del turismo y al que el coronavirus tampoco concede hoy en día una tregua debilitando su economía. Cuestionado por cómo vive estos días tan complicados, el vitoriano reconoce que “mi hijo y yo no salimos de casa”, algo que no sucede con dos de sus seres más queridos: su mujer y su hermana. Dos auténticas heroínas que merecen un monumento, ya que se juegan el tipo a diario en sus respectivos trabajos. La primera es una farmacéutica que desarrolla su labor en el Principado; la segunda, una de las muchas enfermeras de la UCI en el hospital de Txagorritxu, una zona roja de la emergencia sanitaria en Vitoria donde la actividad es frenética para intentar salvar el mayor número posible de vidas.

“El virus lo estamos sufriendo a través de mi mujer, que trabaja en una farmacia y tiene algo de riesgo. Las medidas de seguridad impuestas por el gobierno y la propia farmacia son altas a nivel de higiene. Cuando llega a casa, no tenemos ningún contacto con ella hasta que se ha quitado la ropa, la ha metido directamente a lavar y se ha duchado. Ella está más preocupada por el tema”, confiesa el técnico del MoraBanc Andorra.

Para su hermana, una luchadora incansable a la que brinda su aliento desde la distancia, no tiene más que palabras de elogio. “No hay más que verla cuando hablo con ella. Tiene heridas en la cara de las gomas de las mascarillas y un gran cansancio. Ella cree que ha sufrido el virus, pero debe ser asintomática. Parece que en Vitoria se está estabilizando la cosa, pero en cuanto empiece a bajar el número de infectados en Álava van a recibir a los pacientes de otras provincias. El riesgo y la preocupación siempre están ahí, pero ambas extreman al máximo las medidas de seguridad”, se felicita.