vitoria - La vida está llena de oportunidades, aunque la clave está en estar preparado en el momento que a uno se le presentan en la vida. Esto le sucedió al experimentado montañero alavés de 61 años, Adolfo Madinabeitia, y al joven Julen Berrueko de 24. Ambos acudieron el pasado 6 de enero a la Patagonia con un objetivo, escalar el Cerro Torre por la zona sudeste. El tiempo y las inclemencias les impidieron hacerlo pero antes de derrumbarse o desistir tomaron la decisión de buscar alternativas. Era el 4 de febrero de 2020, la primera ventana de cinco días que se había abierto en la zona.

Hace un año y tomando unas cervezas en el bar Kupela de Vitoria ambos montañeros entablaron una conversación respecto a cuáles eran los proyectos presentes y futuros de cada uno de ellos. “Conocía la historia de Adolfo y todas sus aventuras en la Patagonia, por lo que puedo decir que estaba contagiado de sus proyectos”, confiesa Berrueko. Continuaron hablando y “en un momento le pregunté si me aceptaría como animal de compañía en su aventura en la ruta por la cara sudeste del Cerro Torre. Me dijo que sí y enseguida empezamos a mirar los vuelos para ir”. Seis meses después y con los billetes en la mano, la aparente locura, para algunos, que se materializó entre cervezas se hizo realidad y poco a poco empezaron a organizar el viaje de sus sueños.

La preparación no fue especial, ni mucho menos. Continuaron con sus habituales rutas, ya fuera de manera individual o conjunta para adaptarse a la convivencia, “que allí las tiendas son muy pequeñas y estamos mucho tiempo durmiendo muy cerca”, aseguran ambos montañeros entre risas. Una vez se acercaba la fecha de partir, el 7 de enero, empezaron a ordenar el material, así como las rutas que querían realizar además de la del Cerro Torre. “Solo pensábamos en prepararlo todo y sobre todo en que no nos faltase de nada, mirando mucho el peso, el mayor quebradero de cabeza de todo alpinista. Además y aunque parezca mentira, cada vez llevamos más cosas y mira que llevo años en este mundo”, confiesa Madinabeitia.

A su llegada se dirigieron directamente al pueblo del Chalten, “creado hace 30 años a una distancia considerable de la zona de la montaña”. Ahí pasaron los días muy pendientes del Meteo que les marca en tiempo real cuándo se van abrir las ventanas para realizar la ascensión. Mientras tanto comenzaron los numerosos viajes para dejar a 20 kilómetros de donde se encontraban pequeños depósitos con el material que necesitaban para escalar. “Se hace de este modo para que en el momento que se abra una ventana no haya que transportar tantas cosas de golpe”, indican los gasteiztarras.

La espera fue larga y en el mes de enero no se abrió ninguna oportunidad de más de dos días que les permitiera realizar su aventura en la zona sudeste del Cerro Torre. Esto no les impidió emprender otras rutas de manera individual o en pareja. En una de ellas Madinabeitia se torsionó el tobillo y hoy día aún tiene problemas en él, mientras que Berrueko se encontró con un antiguo amigo de Tolosa, Xabi Arenal, con quien hizo alguna escalada que otra. Finalmente, tras una espera de casi un mes el 3 de febrero vieron que del 4 al 9 había una ventana. Era el momento de hacerlo y tras preparar todo se pusieron en marcha a primera hora del día siguiente.

Los montañeros alaveses llegaron pronto al campo base de Niponino, lugar en el que habían dejado el depósito de material. El trayecto hasta la zona no era muy bueno y ahí hicieron la primera noche. Había mucha gente subiendo, bajando o preparándose para ir al día siguiente. Decidieron salir pronto dadas las buenas condiciones meteorológicas que había pero tras 15 kilómetros se encontraron con una pared que tenían que escalar en muy malas condiciones. Estaba totalmente congelada y hacer ahí cualquier tipo de escalada era imposible. En ese momento y en vez de caer derrotados visto que no podían hacer la ruta del Cerro Torre por el lado sudeste apareció Babsi Vigl, una alpinista austriaca. Ella acudió con el objetivo de hacer la Ruta Ragni por el lado oeste del Cerro Torre con un amigo suyo también de Austria. Aun así, la mala fortuna se cebó con ella en dos ocasiones. La primera con su compañero y la segunda con un mexicano que conoció en el Chalten. “Le dijo que estaba preparado pero se le quedaba siempre detrás. Al final vimos cómo se volvían para el pueblo mientras ella le seguía llorando”, recuerdan.

Ese momento otros montañeros, Jorge Akerman y Korra Pesce, les dijeron que por qué no se animaban a ir con ella por el lado oeste. A Madinabeitia y a Berrueko tan solo les hizo falta una mirada para decir que sí. Hablaron con ella y tras entenderse como pudieron en inglés decidieron emprender el camino. “A nosotros los dos alpinistas con los que hablamos nos dejaron guantes y algo de material, ya que llevábamos todo lo necesario para hacer la sudeste”, afirman. Tras esto bajaron a por todo el material y tras subir decidieron acampar ahí. “Echamos el día 5 de febrero allí para que la nieve se pusiera un poco más dura”, aclara el joven vitoriano. Después de esto pasaron al Circo de los Altares por el Col de Las Zanjas, un paso que hay por no dar la vuelta por todo el hielo con varias trepadas. Al llegar, rendidos del esfuerzo, decidieron pasar la noche y comenzar a quitarle horas al sueño para cumplir su objetivo en el Cerro Torre.

Llegaron al campo base a la 1.00 y tomaron la decisión de salir a las 5.00 horas, apenas cuatro horas después pero a sabiendas que era el camino a seguir. En el primer día vieron que Vigl “era una máquina” pero ya en el segundo día de ascensión comprobaron que era “incansable” y que “tiraba muchísimo de nosotros”. El tramo, eso sí, comenzó a ser mucho más técnico que en el día previo, con paredes mucho más verticales donde hay que ir con más cuidado. En el camino hasta llegar al campo base del Elmo, uno de los primeros Hongos del Cerro Torre, pasaron por “zonas increíbles”. Una vez llegaron, alrededor de las 18.00 horas, se encontraron con otros tres grupos de montañeros. “En ese momento antes de dormir disfrutamos de las vistas, que son privilegiadas. Hizo muy buen tiempo y empezamos a hablar entre los diferentes grupos para ver qué iban a hacer y cuándo se iban a levantar. En nuestro caso decidimos emprender nuestro camino a las 3.30 horas”, afirman.

La noche no fue buena. El frío aumentaba por momentos y la nieve empezó a caer en el campo base. Las alarmas empezaron a sonar pero nadie se movía y los alaveses junto a la austriaca no tenían intención de salir. Pensaron que no iban a poder cumplir el objetivo pero a las 5.00 horas el tiempo empezó a mejorar y los montañeros a salir. “Nos preparamos, recogimos todo y comenzamos. Pasamos los Largos de Misto y los de Tres Hongos, que es un sitio espectacular de nieve escarchada que hace alitas de ángel”, aseguran.

Iba todo a pedir de boca pero unos chilenos les comenzaron a frenar el ritmo. “En ese momento pensamos en adelantarles pero no era lo más correcto e igual podía ser peligroso. Aun así, en un momento Julen les agarró la delantera y le seguimos”, recalca el veterano montañero. En ese momento Berrueko fue el que lideró el grupo y Madinabeitia le siguió después, ya que Vigl no podía seguir tirando. “Nos gustó porque imagínate que vamos al Cerro Torre y nunca tiramos nosotros en ningún momento de toda la ascensión”, afirman ambos montañeros mientras ríen. El Largo de Misto lo hizo Madinabeitia, el Head Wall Berrueko y la alpinista austriaca hizo los dos últimos hasta llegar a la cumbre el 7 de febrero al anochecer.

Una vez que lograron el objetivo les tocó emprender la travesía de vuelta al pueblo del Chalten, aunque antes de bajar decidieron ayudar a unos montañeros chilenos a subir. “Estaban muy cansados y tras hablar con ellos decidimos hacer equipo en el descenso. Les empezamos a marcar el camino y ellos nos seguían por detrás”, recuerdan. A las 5.00 horas llegaron al campo base y no se despertaron hasta las 11.00. “Una mala hora porque en ese momento toda la nieve empieza a derretirse y no hay que olvidar que 20 días después los Hongos donde estuvimos se desprendieron”, afirman. Comenzaron el viaje de vuelta y tras dormir en el último campo base emprendieron el camino hasta que a las 18.00 horas del 9 de febrero llegaron a la carretera. “Ahí hicimos dedo y por fin llegamos al pueblo del Chalten”, rememoran.

A partir de ese día sus vidas en el pueblo fueron diferentes. Madinabeitia trató de hacer alguna que otra ruta pero su tobillo maltrecho le impedía hacer mucho por lo que tomó la decisión de hacer lo menos posible. Berrueko, por su parte, aprovechó alguna ventana para hacer alguna ruta pero no fueron demasiado exitosas. Aun así, no les importó y el 3 de marzo emprendieron el viaje de vuelta a Vitoria. Después de haber cumplido el objetivo gracias a Babsi Vigl, la estrella austriaca que se cruzó en sus caminos.