Aveces las anécdotas son óbice para profundizar sobre cuestiones que pueden pasar por alto a simple vista pero que, en realidad, esconden en su interior parte de la esencia de la cosas. La rueda de prensa tras la ajustada derrota frente al Madrid en el WiZink, primera era después de Stauskas, dejó secuelas. Varias. Tanto en el resultado como en la figura del canadiense -ya es pasado-. Pero no solo. A veces, las situaciones necesitan poso para abrir vías. Sirva la primera estrofa para narrar lo acontecido en la capital del Reino, país transcontinental. El corte solo dura 40 segundos.

-“Aquí Alejandro López para El Español. ¿Si se logran esas grandes cosas, qué cosas, o mejor dicho, qué tendría que lograr su equipo para que se cortase la coleta?” Pregunta del susodicho periodista al otrora inabordable Dusko Ivanovic.

-“No te he entendido la pregunta”, aseveró inicialmente el montenegrino, dándose tiempo para buscar una respuesta inteligente a la que vez que aparentaba estirar la boca para intentar así comprender mejor la cuestión.

-“¿Qué, qué? (titubeando) qué tendría que lograr su equipo para que se cortase la coleta?”, insistió el plumilla.

-“¿Ah, no te gusta mi coleta?”, sorprendente contestación del técnico azulgrana, mirada tímida y abajo, de forma buenista, a lo seminarista.

-“No, no, te pregunto, por si es la típica apuesta de vestuario, o?”, continuó el ínclito corresponsal.

-“No, no, no pasa nada (interrupción de Ivanovic tomando las riendas). Nosotros no somos un equipo normal (sonrisa incluso cariñosa). Nosotros, estos equipos no? Baskonia siempre ha sido un equipo un poco diferente. Gracias”.

-“¿Entonces no hay opción?”, continuó insistiendo el entrevistador.

-“No, no (mirada de hielo del entrenador azulgrana y a otra cosa mariposa)”.

No tuvo pericia el intrépido periodista para explicar lo que significa en el idioma cervantino la expresión “cortarse la coleta”: símil baloncestístico de colgar las botas. Fin de la cita.¿Sorprendente? ¡Lo que está cambiando el patio! Hace años podías caer fulminado por menos dialéctica.

Indignados La pregunta no gustó entre la parroquia azulgrana. Hay quienes la tacharon de impertinente e incluso maleducada. Como mínimo, fuera de lugar. Otros se rasgaron las vestiduras. Las redes echaron fuego y todo volvió a quedarse en la superficie del iceberg. Para otro sector, la lectura fue poner el foco en que la respuesta de Ivanovic fue elegante. Timorata, añadiría. Muy alejada, eso sí, de la recriminación que espetó el técnico al traductor británico del Baskonia tras el partido ganado al Barcelona -primera victoria de la tercera etapa Ivanoviciana-, aludiendo incorrecciones en la traducción.

Al cabo de los años hemos visto y oído muchas situaciones en la sala de prensa del Buesa, algunas respuestas cortantes y otras rayanas en la descortesía. Hasta tal punto que preguntar se ha convertido en un ejercicio de prudencia para evitar ponerse en entredicho. Pero Madrid is different. Distinta. Allí se puede preguntar cualquier cosa, hasta lo improcedente e improbable.

Pues sí, los coletas no tenemos a veces el respeto debido de la sociedad. No se puede ser hippie en cualquier espacio. Corres peligro de ser designado como perroflauta sin haber abierto la boca. ¡Anda que no hemos oído quienes practicamos el coleting comentarios de todo tipo! Hay melenudos que han llegado a casa diciendo “cualquier día me la corto”. La coleta. Pero hasta entonces quisiéramos poder llevar las crines de nuestro cabello hasta cerca de donde termina el coxis sin que se nos cuestione la hombría ni ser motivo de conversación en sala de prensa.

Ver más allá Todo podría quedar en la anécdota, pero lo cierto es que va más allá. En Vitoria-Gasteiz no estamos acostumbrados a que se pregunte cualquier cosa, pero la libertad de prensa y la pericia periodística consiste en hacer preguntas, independientemente de si son beneficiosas o no para la entidad. Intentar controlar lo que se escribe o se deja de escribir en los medios de comunicación no debería ser nunca el objetivo de ningún club. En Vitoria-Gasteiz hay periodistas que han sido vetados en los últimos tiempos por el Grupo Baskonia-Alavés, incluso algún medio escrito. Absolutamente nadie le ha puesto el cascabel al gato. Y el que se lo pone, sale trasquilado. Hay situaciones que son como si no pasaran. Se mira para otro lado. Coartar la libertad de información no debería pasar desapercibido para compañeros y empresas. El periodismo debería estar por encima de los intereses de cada cual.

Piterman quiso cercenar hace años a algunos profesionales en la capital alavesa, pero los compañeros y las empresas se echaron encima. Tuvo que desistir. Se conformó con convertirlos en noticia en una revista propia y despacharse a gusto. Los tiempos no han cambiado tanto. Prácticamente nada. Se sigue utilizando la contrainformación en medios amigos, próximos o sujetados. Los periodistas, a lo largo de los años, hemos visto de todo. Desde jugadores que salían del Buesa hablando por teléfono para evitar los micrófonos hasta otros que no atendían llamadas pactadas, aún si el directo era radiofónico, dejando al medio sin capacidad de reacción.

En 2010 tuve la suerte de seguir en el Madison Square Garden las evoluciones de la selección norteamericana de baloncesto. La industria de baloncesto estadounidense mima al que pregunta. Le deja ser libre para hacerlo, aunque no esté de acuerdo. Al final del partido, todos los medios se concentraron en una especie de pasarela a la que accedieron los jugadores de la selección. Tenía la ilusión de acercarme a la entonces estrella de los Lakers, Lamar Odom. Él y Kevin Durant eran los top de aquel equipo. Debido a la competitividad de los periodistas lugareños no pude preguntar todo lo que quise en mi inglés de La Llanada. Cuando el jugador y el jefe de prensa ya se marchaban grité sin esperanza: “Unas preguntas para la prensa española (con perdón)”. Volvió hasta mi posición y pude ejercer de periodista con un jugador estrella. De forma increíble Lamar Odom acabaría fichando en 2014 por un Baskonia sumido en su “refundación”.

Una sociedad saludable considera al periodismo un eje de su sistema. Porque no hay pregunta mal hecha, sino mal respondida. Ni coleta que no se precie ni damnificado que no proceda.