Otra vez toca levantarse pronto para acudir en este caso a Santa Cruz de Campezo. Este es el tercer madrugón de los cuatro artículos, ya que en el primero de ellos la carrera salió a las 00.00 horas. En aquella ocasión la carrera fue nocturna, por lo que no dormí en toda la noche. A eso de las 6.30 me presenté junto a mis compañeros de carrera, Borja y David, en el polideportivo del pueblo para coger las tarjetas obligatorias que tendríamos que presentar en cada uno de los cinco controles de la prueba.
En cuanto al tiempo, el cielo amaneció con ganas de lluvia. El sábado llovió mucho y la madrugada del domingo fue más de lo mismo. Pese a ello, en el momento de la salida la climatología nos dio una pequeña tregua. Una vez recogidas las tarjetas y tras calentar nuestro organismo con una taza de café, cortesía de la organización, salimos a las 7.00 rumbo a nuestro primer punto de paso en la cima de la Costalera.
El hecho de que se trate de una marcha de montaña significa que además de no ser una prueba competitiva no hay ni clasificación al uso ni una salida establecida como tal. Así, a las 7.00, más o menos, nos pusimos en marcha para encarar el primer tramo de la carrera. La verdad que nos lo tomamos con tranquilidad y nos propusimos llegar poco a poco, a nuestro ritmo, a las faldas de Costalera. En los tres primeros kilómetros de marcha pudimos transitar pegados al río Ega por una zona espectacular. Aun así, no nos imaginábamos que iba a ser el poco paisaje del que íbamos a disfrutar en toda la prueba. Dejamos atrás la zona más cómoda y nos adentramos en un sendero bastante duro debido a que el terreno estaba muy resbaladizo. En lo personal, este tipo de tramos con tanta pendiente no me vienen bien debido a mi fisionomía, así que dejé a David y Borja marchar para delante mientras yo ascendía a mi ritmo. Ya en el sexto kilómetro dejamos de lado la protección de los árboles para dar la bienvenida al viento, que se convertiría en nuestro fiel compañero hasta superar la primera mitad de la carrera.
En ese momento todo lo que antes había sido tranquilidad y paz, en cuanto a lo climatológico, pasó a ser todo lo contrario. El viento empezó a soplar con bastante fuerza y poco a poco comenzó a llover. Al llegar a la cima de Costalera me encontré con mis compañeros David y Borja, que debido al mal tiempo pararon y decidieron no cometer ninguna imprudencia para seguir en la prueba. Me dijeron que intentaron subir arriba, pero la roca estaba muy húmeda y por ello decidieron esperarme para ir juntos al primer avituallamiento. Pese a estar a solo un kilómetro del punto de control nos llevó un rato llegar a él. El terreno estaba bastante escarpado, con alguna que otra trepada, y debido a las condiciones del tiempo tampoco estaba muy fiable.
primer avituallamiento Por fin llegamos y una vez allí repusimos fuerzas. Ahí estuve charlado con Jon, un voluntario del Club de Montaña Gasteiz, que junto con el resto de voluntarios desafiaron más incluso que nosotros al frío y al viento. Hay que darle mucho valor a todo lo que hacen, ya que además de sufrir las inclemencias del tiempo siempre tienen una sonrisa y una palabra de aliento para el participante. Jon, en particular, se levantó incluso antes que yo para poder ir a recoger todo el material del que luego dispondríamos en el avituallamiento. Además, a la hora de llegar a meta todavía seguía por allí ayudando a la gente en todo lo que hiciera falta. Es para quitarse el sombrero con estas personas por la labor desinteresada que hacen en cada carrera. Chapó.
Una vez repusimos fuerzas nos dispusimos a emprender lo que, si el tiempo hubiera acompañado, eran los kilómetros más bonitos de la prueba, con vistas a toda la sierra de Kodes. La climatología hizo que fueran los peores, debido al frío y al viento con ráfagas muy fuertes. Además y, por si fuera ya poco, comenzó una incesante niebla que nos impedía ver a más de veinte metros. Fue una pena, ya que la zona es espectacular y no la pudimos disfrutar con la vista. Por el contrario, sí lo hicimos con el terreno y el recorrido que nos permitió acelerar ligeramente la marcha aprovechando que el sendero nos permitía ir más alegres.
a los pies de la plana Una vez terminado este terreno, sencillo, nos situamos a los pies de La Plana, que nos regaló una subida corta pero explosiva. Al final de la misma nos encontramos a otros valientes voluntarios que nos hicieron el segundo control de paso. Lo cierto es que se me acaban los calificativos para toda esta gente. Fue una bajada rápida y un ascenso al techo de la marcha del Ioar, kilómetro 13,5, con sus 1.424 metros de altitud. Esta parte la hicimos junto al primer participante de la marcha corta, aprovechando que durante este tramo se compartía recorrido. La subida fue intensa pero bonita por una zona de bosque que además nos refugió del incesante viento. Tras reponer fuerzas en el segundo avituallamiento y antes de emprender el descenso hacia el puerto de Cabredo llamé a casa para decir que íbamos bien y les mandé alguna que otra foto.
Quizá este fue uno de los tramos más complicados en cuanto al terreno. Bajando de Grudo y antes de pasar por otro buzón tuvimos que hacer frente a una cuesta muy pronunciada con piedra muy suelta. A la niebla, cada vez más espesa, le seguía acompañando el viento que desplazó alguna marca, lo que provocó que en alguna ocasión no supiéramos por donde ir. Incluso en alguna que otra ocasión tuvimos que avisar a varios participantes por dónde era, ya que tomaban un camino erróneo. Gracias a que llevábamos el recorrido en el reloj, que nos servía de mapa y a que nosotros vamos lentos, pudimos reconducir la situación. Pasado este tramo, al bajar de altitud la niebla se fue para no volver más y ya divisamos a lo lejos el imponente pico del Castillo de la Población.
tramo con txus y miguel Ya nos situamos en el kilómetro 19, donde además de un nuevo control de paso la desviación para hacer el recorrido corto. Este tramo se hace mucho más ameno gracias a que no había niebla y que el terreno nos permitía avanzar con bastante velocidad. Una vez pasamos los aerogeneradores de la sierra de Marañón llegamos al pueblo de La Población, donde tendríamos el tercer avituallamiento. En este tramo y en la dura subida al pico del castillo coincidimos con Txus y Miguel, que estaban haciendo la carrera, el primero para preparar la próxima edición de los Montes de Vitoria, el próximo 15 de junio, mientras que el segundo lo hacía para disfrutar del monte. Miguel, a diferencia de su compañero es montañero de la Sociedad Manuel Iradier y pese a haber terminado pruebas como la Hiru Haundiak, este año estará de voluntario en uno de los avituallamientos de la carrera de los Montes, seguramente en el de Eskibel.
Los cinco coronamos, pero al poco de iniciar el descenso nos quedamos de nuevo solos, ya que Miguel y Txus tienen un puntito más de nivel que nosotros, al menos que yo. Empecé a notar las piernas cargadas debido a los entrenamientos realizados. Por lo menos no me pasó lo que en la Nafarroa Xtrem y no hubo más molestias que el cansancio. La bajada fue por un sendero espectacular que nos llevó casi hasta el pueblo de Marañón. Ya allí nos quedaría una subida más complicada por el terreno, bastante resbaladizo, que por la propia ascensión.
último tramo de carrera Llegamos al kilómetro 34 y afrontamos, así, los diez últimos kilómetros, que en lo personal se me hicieron muy cuesta arriba. Veo cómo mis compañeros se alejan pese a ser un tramo sin subidas ni bajadas. Tratan de esperarme para ir juntos pero no puedo seguir el ritmo. Justo aquí cruzamos la carretera, que se dirige a Campezo y nos sorprende que no haya ningún voluntario para cruzar con seguridad, y más teniendo en cuenta que en los otros tres cruces sí que hubo gente marcando el paso y parando a los coches. Cruzamos con mucho cuidado e intento seguir el ritmo de mis compañeros, sin mucho éxito.
Antes de meta, en Genevilla, nos aguarda el ultimo avituallamiento, que personalmente hubiera puesto un poco antes. Desde el tercer avituallamiento, en el kilómetro 26,5, a este, ya en el 39, hay muchos kilómetros de distancia. Sí es cierto que con el día que hacía el agua y la comida no se necesitaban tanto, pero con un día de calor hubiera sido bastante duro tanta distancia, además teniendo en cuenta que de aquí a meta quedaban cinco kilómetros escasos. También hay que entender a la organización y por ello les disculpo, ya que no hay gente para todo, además de tener que cuadrar los avituallamientos con las dos marchas. Parece sencillo, pero es mucho más complicado de lo que parece.
llegada a meta Tras casi ocho horas de carrera, por fin, llegamos a la meta. Recibimos el obsequio de una camiseta y un autentico festín, muy necesario tras haber estado todo este tiempo corriendo. En lo personal, creo que si no llego a haber tenido esas pequeñas molestias en el tramo final hubiera podido concluir la carrera en siete horas y media. No me queda otra que agradecer a David y a Borja el que adecuarán su ritmo al mío y que no me dejaran solo en ningún momento. Por último, agradecer a toda la organización del Club de Montaña Gasteiz, voluntarios y en especial a Montse por todas las facilidades dadas en todos los aspectos. ¡Hasta la próxima!