vitoria - No resulta nada sencillo poder concertar una entrevista personal con ella en casa. Sus orgullosos padres, Felipe e Idoia, le acompañan en su visita a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA para desvelar los entresijos de lo que supondrá en breve su gran sueño americano. Nadie diría que tan solo tiene 17 primaveras viendo su madurez y su cabeza tan bien amueblada. Desde hace cuatro años, Nerea Hermosa está intentando labrarse el mejor futuro posible tanto a nivel académico como deportivo en Barcelona, donde vive en la prestigiosa residencia Joaquín Blume y ha recurrido al mejor programa de tecnificación deportiva en la Ciudad Condal con el fin de sentar las bases del éxito dentro de una incipiente carrera que todavía emite sus primeros coletazos.
De ahí que contemplar la silueta de esta imponente pívot del Segle XXI en la tierra que la vio nacer -eso sí, ella se siente mitad vitoriana, mitad de Bernedo- sea un objetivo repleto de espinas. Tras disputar el miércoles en Mataró una nueva jornada dentro de la Liga Femenina 2, Nerea acaba de hacer un pequeño alto en su ajetreado calendario para regresar a su hogar natal durante este puente de la Constitución y permanecer unos días al calor de los suyos. En el futuro, apenas se dejará ver. Su obsesión por labrarse un nombre en el mundo de la canasta ha implicado hasta ahora muchos sacrificios que tendrán su continuidad a partir del próximo verano. Con una clara vocación de nómada, no ha titubeado ni lo más mínimo para hacer realidad la aspiración más ambiciosa de su vida. Esa misma con la que cualquier niña sueña desde pequeñita cuando se percata de que tiene un don para colar el balón a través de un aro.
Y es que Nerea pondrá rumbo en agosto del año que viene a Estados Unidos, donde compatibilizará su fervor por el baloncesto con los estudios de alguna rama de Ingeniería. Cerca de media centena de universidades se la han rifado estos últimos tiempos para competir en la NCAA, la liga universitaria norteamericana que figura un escalón por debajo de la NBA femenina, pero la alavesa se ha decantado finalmente por Georgia Tech tras un minucioso proceso de selección. Su nuevo hogar estará ubicado en un campus en pleno centro de Atlanta, una ciudad con una notable tradición por el basket gracias a una franquicia asentada en la NBA desde tiempos casi inmemoriales como los Hawks. “Al acabar este año segundo de Bachiller, en España es difícil compaginar los estudios universitarios con el baloncesto profesional. En Estados Unidos te facilitan todo eso. Cuando fui allí para ver el nivel de las instalaciones y la universidad, no dudé en aceptar el reto”, relata Nerea.
cambio poco brusco Cada vez son más las europeas que deciden probar fortuna al otro lado del charco, donde el juego de la canasta es uno de los deportes rey y siempre goza de un elevado número de adeptos en edades adolescentes. Como resulta imprescindible en estos casos, Nerea ha necesitado una beca para ver sufragados todos los gastos de esta costosa estancia en un país donde la vida no es precisamente barata. Por delante, cuatro apasionantes años en los que el día se le hará posiblemente muy corto ante el estresante ritmo de vida que le espera desde que suene el despertador.
De hecho, Hermosa apenas dispondrá de horas libres si se tiene en cuenta, por un lado, el enorme sacrificio que implicará la vertiente deportiva (entrenamientos individualizados, colectivos, duras sesiones de gimnasio para ganar masa muscular...) y, por otro, la imperiosa necesidad de hincar los codos e ir aprobando las asignaturas de su carrera. “Estoy acostumbrada al trabajo físico. Igual si no hubiera ido a Barcelona, el cambio hubiese sido más brusco en todos los sentidos. Hay compañeras del Segle XXI que también han acudido a Estados Unidos a vivir este tipo de experiencia. Las hay a las que no les ha ido bien y se han vuelto en su segundo año, pero lo normal es aprovecharla ocasión a tope”, recalca.
Un viaje de este calibre a lo desconocido podría haber entrañado hace varias décadas algún tipo de vértigo. En una época en la que Estados Unidos ha dejado de ser un territorio inhóspito, las redes sociales, Internet y los teléfonos móviles hacen más sencillo el día a día o las posibilidades tecnológicas crecen a borbotones para mantener el contacto con sus seres queridos, el salto ya no resulta tan incierto. Además, la presencia de varias conocidas, en concreto dos italianas y una finlandesa dentro de su universidad, propiciarán que la adaptación de Nerea sea lo más rápida posible.
“Para nada tengo miedo. Mis futuros entrenadores tienen bastante confianza en las jugadoras europeas y en mí. Si trabajo duro en los entrenamientos, que es donde se demuestra que una vale, creo que no tendré problemas y podré jugar poco a poco”, aclara. Incluso le esperan “lujos” como viajar en jet privado por uno de los países más cosmopolitas del planeta cuando le toque jugar lejos de Atlanta. También se propone perfeccionar un inglés que, como admite entre risas, “llevo normal”.
inicios y una grave lesión Esta intrépida adolescente de casi dos metros tomó hace cuatro años la difícil determinación de abandonar la compañía de sus padres para volar en solitario en Barcelona. Lo suyo con el baloncesto, eso sí, no fue un romance a primera vista. “Empecé a practicarlo porque mi padre me recomendó que me apuntase a algún deporte. Estaba en mi pueblo de Bernedo y no hacía otra cosa que jugar a los patines. En el colegio Nazareth no había el nivel suficiente y me gustaba entrenar más intenso. Mis entrenadores de San Viator, Gorka y Juancar, fueron los que realmente me motivaron a jugar a baloncesto”, evoca la alavesa.
En el Segle XXI, encuadrado en la Liga Femenina 2 -una categoría por debajo del Araski-, Nerea está apuntando grandes maneras y dejando entrever su enorme proyección. En los diez partidos de esta temporada, Nerea promedia 7,8 puntos, 6,9 rebotes y 1,6 tapones en 24 minutos de juego. Una torre que, sin haber alcanzado todavía la mayoría de edad, ya impone miedo escénico en la zona a sus pares y se ha convertido en uno de los puntales del equipo catalán, lo que despertó el interés al otro lado del charco. “Estos cuatro años en Barcelona están siendo duros y monótonos, ya que es la misma rutina todos los días. Al final, siempre es lo mismo, pero el baloncesto es lo que me gusta”, confiesa.
No es la primera vez que esta center alavesa exhibirá sus virtudes en USA, ya que en 2017 la NBA le seleccionó para participar en el Basketball Without Borders Global Camp que se celebró en Nueva Orleans en paralelo al All-Star. A nivel de selección, Hermosa también se ha codeado con las mejores habiendo sido citada para competir en casi todas las categorías inferiores. Con Made Urieta en el cuerpo técnico de España, tomó parte hace meses en el Mundial sub’17 de Minsk (Bielorrusia) obteniendo el sexto lugar.
Su corta carrera no ha sido precisamente un cuento de hadas. Y es que nada más llegar a Barcelona Nerea sufrió una grave lesión de rodilla que le mantuvo alejada de las canchas por espacio de 11 meses. “Con 14 años, se me fue la rodilla y me rompí el menisco en un partido. Me operaron antes de mi cumpleaños y estuve parada mucho tiempo. Fue duro, pero esto me sirvió para aprender a cuidar mi cuerpo”, reconoce Nerea, cuyo sueño es “competir algún día en la WNBA o volver a España a jugar al más alto nivel. ¿El Araski? No estaría mal”, concluye esta gigante con una sonrisa en su rostro.
Edad. 17 años (20-04-2001).
Lugar de nacimiento. Vitoria y Bernedo (Álava).
Altura. 1,96 metros.
Posición. Pívot.
Trayectoria. Salió del colegio San Viator para recalar hace cuatro años en el Segle XXI de Barcelona, que milita en la Liga Femenina 2. Esta campaña promedia 7,8 puntos, 6,9 rebotes y 1,4 tapones en 24 minutos.