Para Essam El Hadary (Damietta, 15-I-1973) era ayer o nunca. La posibilidad de que el portero de Egipto entrase de lleno en la historia de los Mundiales pasaba porque Héctor Cúper decidiera alinearle en el ya totalmente intrascendente duelo ante Arabia Saudí. Como jugó, El Hadary se convirtió en el futbolista más veterano en jugar en un Mundial. Lo hizo con 45 años, cinco meses y doce días y derrocó a otro guardameta, el colombiano Faryd Mondragón, que en el pasado Mundial de Brasil se colocó bajo palos en los últimos cinco minutos de una contienda de la fase de grupos con 43 años y tres días. Un bonito broche de oro para la carrera del Buffon africano, como es conocido en su país, donde es un auténtico referente. En los dos primeros encuentros de la fase de grupos, el técnico argentino apostó por Mohamed El Shenawy e incluso llegó a hablarse de una acalorada discusión entre el entrenador y el veterano portero por esta circunstancia, algo negado por fuentes oficiales. “El Hadary apoya y anima a sus compañeros -es el capitán de la selección-. Puede estar enfadado por no jugar, pero no ha ocurrido nada fuera de lo común”, aseguró la pasada semana Sherif Ismail, portavoz de la Federación de Egipto.
Y es que la presencia de El Hadary en este Mundial no es el pago por pretéritos servicios prestados ni un brindis al sol. No es solo que High Dam, como también le llaman en alusión a la gigantesca presa de Asuán construida entre 1959 y 1970 para acabar con las inundaciones en la zona del bajo Nilo, acumulara 158 internacionalidades, sino que fue el arquero titular de Egipto en la mayoría de los encuentros de la fase de clasificación para el presente Mundial, además de ser también el que se colocó bajo palos durante la Copa de África de 2017 en la que los faraones llegaron hasta la final. De hecho, El Hadary, que debutó en la selección hace 22 años -su compañero Ramadan Sobhi ni siquiera había nacido- en un duelo ante Corea del Sur, dispuso de minutos en algunos de los amistosos previos al Mundial.
Durante su larga trayectoria profesional, el actual guardameta del Al Taawoun de Arabia Saudí ha tenido la oportunidad de aglutinar un palmarés más que notable, con cuatro Copas de África y tres Champions del continente negro en su haber. Las anécdotas tampoco faltan en su extenso currículum. El año pasado fue noticia por un curioso hecho extradeportivo, ya que trascendió que su hija Shadwa salía con Mahmoud Kahraba, uno de sus compañeros de selección. Incluso llegaron a celebrar una ceremonia de compromiso, pero aquella relación solo duró 48 días y acabó en escándalo cuando se supo que el futbolista mantenía otra relación con una actriz. Al menos de cara al exterior, ambos jugadores han sabido separar lo personal de lo profesional y han seguido compartiendo selección sin mayores problemas.
Por currículum y longevidad, El Hadary está considerado uno de los mejores jugadores africanos de la historia. No está nada mal para alguien que ni siquiera estaba llamado a dedicarse a este deporte. Sus padres querían que se centrara en los estudios y él siempre salía de casa con los libros debajo del brazo, pero se los llevaba al campo de fútbol de su Damietta natal, donde reposaban detrás de la portería mientras él entrenaba. Posteriormente, limpiaba la ropa en el río para pasar desapercibido al regresar a casa. Con 17 años militaba ya en la Segunda División egipcia y en 1996 recaló en el Al Ahly, donde permaneció durante doce temporadas. Su salida en 2008 fue polémica, ya que pese a tener contrato en vigor decidió fichar por el Sion suizo y acabó recibiendo una sanción de cuatro meses por parte de la FIFA. Desde entonces, el guardameta ha sabido alargar su trayectoria profesional y ayer acabó haciendo historia. Y además paró un penalti. Digno colofón a pesar de la derrota ante Arabia Saudí.