La erótica del penalti. Qué dos términos... Erótica y penalti? Cada uno por separado ya supone un mundo inigualable de sensaciones, de reacciones, de excitaciones, de interpretaciones? Y si los juntas y dibujas el universo de la erótica del penalti confluye un maremágnum de hipótesis, de disfrute, de incertidumbres, de decepciones? La impotencia se multiplica hasta poder llegar al éxtasis, al orgasmo más placentero cuando se grita la palabra ¡gol! Lo vi así de claro hace 8 días, cuando el Real Madrid-Juventus paralizó el orbe futbolístico (y no tan futbolístico). La cita romántica parecía rota desde la ida, desde el rotundo 0-3 madridista en cancha italiana. Ni el aviso del día anterior de la excelsa Roma ante el patético Barça parecía poder quebrantar una eliminatoria teóricamente solventada. Alavesista y culé como soy, no me inmuté con el 0-1. Tampoco cambié el rictus con el 0-2. En ese momento le escribí a un amigo: “este partido ya lo he visto antes. 0-3 y penalti para el Madrid en el minuto 90”. Ni reaccioné con el tercero de los turineses. El destino estaba escrito. Tan solo esperé a que mi vaticinio se cumpliera. Fallé por dos minutos. Lo que parecía una cita marcada por el desamor de la ida, por la desigualdad, concluyó de la manera más irracional, más pasional posible. Benalia se acopla-empuja-penetra-encula a Lucas Vázquez. No sé si fue penalti o no, pero sí fue amor. Éxtasis. Miles de gargantas merengues profundas y no tanto vociferan brazos en alto. “¡Ha habido contacto, árbitro, ha sido sexo!”. El trencilla, loco por la música romántica, extiende su dedo acusador. “Benatia, ha sido sexo no consentido por detrás”, parece decirle Michael Oliver al central marroquí. El circo madridista clama por el penalti. Habemus pena máxima. Pena para la Juve, supongo. Explosión de reacciones. Los gladiadores de la Vecchia Signora rodean al colegiado inglés, le tocan, le gritan al oído de todo menos guapo. Cuerpos sudorosos, unos junto a otros, a un paso del éxtasis emocional, de una catarsis que derivará en placer o drama. Buffon, el gran Buffon, deja fluir todas las hormonas por su garganta. Roja directa. Mamma mía. Mientras, en las gradas, abrazos de signo contrario, de júbilo, orgásmicos, con besos de tornillo y alcayata, reacciones de quienes se saben a un paso de la gloria, a falta del último empujoncito que debe remediar una noche para el olvido, de las de gatillazo. Cinco minutos de idas y venidas, de discusiones de pareja sin otro final posible que el delantero frente al portero. 11 metros separan a Cristiano y al guardameta Szcesny, como en un striptease integral. Duelo en el lejano oeste. Pistolero ante ajusticiado. Sólo un toque sutil y todo habrá terminado. Qué más necesita CR7 para saciar su afán sexual por exhibir su torso desnudo? No me imagino a Iniesta, Messi o Manu García mostrando sus pectorales al universo mundial e hinchándose como un globo con paperas. El portugués, gran jugador y mayor ego, la clava como los ángeles, por la escuadra, por el agujero imposible para cualquier portero, sea de discoteca o no. ¿Punto y final a la orgía? No. El penalti más largo del mundo quedaba a expensas de las opiniones de la cátedra, de los que saben y de los que no. Ríos y ríos de opiniones, de comentarios en plan ‘Sálvame’, de estupideces de uno y otro lado. Horas y horas de dialéctica para no arreglar nada, para equiparar en polémica a la erótica del penalti con la teta saltarina de Sabrina. Por fortuna, otros personajes se han empeñado en desviar la atención para relegar al balompié a un cuasi segundo plano, como Cifuentes y Casado con sus pseudomásteres, como Letizia con su pseudosuegra, como Chaves con su pseudofraude o como Trump con su pseudoguerra con Siria. La pena máxima pasó pero volverá con su erótica de poder para dejar embarazada a alguna de penalti. Eso sí, si el VAR no lo impide? Estambul, tan cerca, tan lejos. Anoche comenzó lo bueno para el Baskonia. Escribo sin saber el resultado del primer choque, pero aventuro a decir que el equipo puede ganar o puede perder. Pase lo que pase, mañana será otra historia y un triunfo de prestigio puede presionar al favorito, a las huestes del gran Obradovic. Laguardia y Ely, un dolor de cabeza. Un lujo para un equipo poder contar con dos centrales como Laguardia y Ely. Su demostración en Ipurua de posicionamiento y cortes de balón fue para quitarse el sombrero. ¿Cuántos centros debieron despejar? Para dolerles la cabeza hasta la semana siguiente. Y ya son 38 puntitos?.
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