ERMUA - Inocencio Alonso, el agente de la Ertzaintza de 51 años fallecido en la noche del pasado jueves mientras formaba parte del dispositivo de seguridad movilizado de cara al encuentro de fútbol disputado entre el Athletic y el Spartak de Moscú, recibió ayer el último adiós por parte de familiares, vecinos, compañeros y también del mundo del fútbol. Por la tarde, sus más allegados llenaron la iglesia de Santiago Apóstol de Ermua, localidad en la que residía y donde era muy conocido y querido, para despedirse de él en una misa rebosante de emotividad, mientras que por la mañana fueron sus compañeros los que le tributaron un sentido homenaje en la explanada de San Mamés donde perdió la vida víctima de un infarto. Además, el mundo del fútbol recordará su figura durante todo el fin de semana con un minuto de silencio previo a la disputa de los partidos.

La Iglesia Santiago Apóstol de Ermua se quedó pequeña para acoger a las numerosas personas -entre ellos un gran número de ertzainas uniformados y de paisano y una representación de los Mossos d’Esquadra- que se congregaron para despedirle. Portado a hombros por ocho ertzainas uniformados, el féretro con los restos mortales de Inocencio Alonso, que deja dos hijos, fue recibido con una salva de aplausos a su llegada a la parroquia.

Sus padres, rotos de dolor, junto a su hermano y otros familiares acompañaron el féretro hasta la iglesia, seguidos de una comitiva institucional integrada, entre otros, por la consejera de Seguridad del Gobierno vasco, Estefanía Beltrán de Heredia; el director de la Ertzaintza, Gervasio Gabirondo, y el jefe de este cuerpo, Jorge Aldekoa. También acudieron el lehendakari ohia Patxi López; el mayor de los Mossos d’Esquadra, Ferrán López; el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto; el presidente del PP de Euskadi, Alfonso Alonso; el alcalde de Ermua, Carlos Totorika; y la vicepresidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Begoña Gil.

Cerca de medio centenar de coronas revistieron la fachada principal de la iglesia, en gran número enviadas por instituciones, pero también por el Athletic Club y por colectivos cercanos al ertzaina como sus “amigos de la txaranga”.

Entre los numerosos ertzainas que, por falta de espacio en la iglesia, se vieron obligados a quedarse a las puertas de la parroquia, el sentimiento de “consternación” era común, como también lo era la imagen compartida de un hombre que era una “excelente persona”. “Era encantador, estupendo y muy alegre. Le gustaba su trabajo y lo disfrutaba. Estamos muy afectados, ha sido un palo enorme”, aseguraba un compañero de la comisaría de Iurreta, que prefirió mantener su identidad en el anonimato. José Álvaro Cavana, un vecino de Ermua, destacó que Inocencio era “muy conocido en el pueblo, muy bueno” y de una “familia excelente”.

Anteriormente, en el homenaje matinal, los agentes, de paisano, acudieron a la explanada colindante a San Mamés. Los concentrados guardaron diez minutos de silencio en su memoria y, a su término, sus compañeros le tributaron una ofrenda floral.

En declaraciones a los medios, el secretario general del sindicato convocante, Eneko Urkijo, reclamó un cambio tanto en las condiciones laborales de los agentes de la Brigada Móvil, que realizan guardias de catorce horas, como del modelo policial que defiende el Departamento de Seguridad de “enfrentamiento cuerpo a cuerpo con los manifestantes”. “No tenemos el número suficiente de ertzainas para hacer frente a un nutrido número de radicales que quieran atacar a los policías o a los ciudadanos o a los hinchas del equipo contrario”, añadió. “Les guste o no hay que volver al modelo anterior (con lanzapelotas) porque es el único que se puede utilizar aquí en Euskadi”, dijo. Urkijo opinó también que el Athletic “debe tomar medidas”, al igual que los partidos políticos vascos “para desterrar la violencia del fútbol”. El secretario general del sindicato Erne, Roberto Seijo, anunció que su central, mayoritaria en el cuerpo, va a pedir al Ayuntamiento de Bilbao que renombre la explanada donde murió como “Plaza de Ino”, dedicado a su memoria.

Por su parte, la consejera vasca de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, recordó al ertzaina fallecido en el acto de entrega en Bilbao de las primeras Medallas al Mérito en Emergencias y protección Civil de Euskadi. En este evento, se guardó un minuto de silencio y la consejera transmitió el “dolor y la consternación” que ha provocado en el Gobierno vasco su fallecimiento “en acto de servicio”.

Provocación local Por su parte, el portavoz del PNV en el Parlamento Vasco, Joseba Egibar, admitió que la “provocación” que originó los enfrentamientos tuvo carácter “local” y que el dispositivo de seguridad respondió “a las necesidades que debía cubrir”. Egibar señaló que “el control que se tuvo sobre los grupos más violentos del Spartak fue casi total” y que los incidentes que se produjeron fueron “pocos, cortos en el tiempo y muy poco relevantes”. Tras calificar de “hecho desgraciado” el infarto de corazón que acabó con la vida del ertzaina, que deja “fuera de toda duda” que fuese provocada por un golpe o traumatismo, como se especuló en algunos foros, Egibar apuntó que “no podemos olvidar que la provocación de los incidentes tuvo un indiscutible carácter local” como lo prueba, a su juicio, el material para pelea requisado a los violentos del Athletic.

Los detenidos, en libertad Además, los nueves detenidos han quedado ya en libertad con cargos tras declarar ante el juez de Guardia de Bilbao. Los primeros detenidos en pasar por los juzgados fueron los cuatro extranjeros: tres rusos, de entre 27 y 37 años, y un polaco, de 30 años. Posteriormente, la Ertzaintza llevó ante el juez a los cinco vascos, todos ellos con edades de entre 20 y 25 años. El juez de Guardia decidió dejar en libertad a todos ellos, aunque con cargos por delitos de desórdenes públicos y riña tumultuaria y en el caso de los tres rusos y el polaco también de otro delito de atentado a agentes de la autoridad. - Agencias