Nada como relativizar para disfrutar, para obtener lo extraordinario de lo ordinario. “Me lo tomo de otra manera. Ya no me presiono tanto como antes”. Igor Antón, de profesión entusiasta, ciclista devoto, sonríe cada sílaba, como si la alegría le dictara cada frase, como si le acentuara cada sílaba a un palmo del debut en la Vuelta a la Comunitat Valenciana en su 14ª campaña ciclista. El de Galdakao es un veterano de 34 años, cumple 35 el mes de marzo, con el corazón palpitante de los sonajeros de los niños, esos que anuncian entusiasmo y capacidad de sorpresa. Padre de un niña de nueve meses, que le acompañó junto a su mujer a despedirle al aeropuerto, -“te da pena porque cada vez interactúa más”, reconoce el galdakoztarra, que vive su tercer curso en el Dimension Data sudafricano, “un equipo especial, diferente”-, Igor Antón mira al curso que alza la ceja con la ilusión de “disfrutar el día día, sin marcarme metas ni objetivos. Solo deseo que me acompañe la salud”.

Los días en los que en el imperdible del dorsal se cosía la presión de los resultados han desaparecido de su almanaque, que esta campaña contempla la Vuelta al País Vasco, el Giro de Italia y la Vuelta a España como espinazo dorsal. “Aunque está muy lejos todavía, imagino la etapa de Getxo hasta Oiz. Será espectacular, aunque los últimos cuatro kilómetros de la subida serán durísimos”, expone el galdakoztarra. “Quiero disfrutar y tener ese feeling de que lo has pasado bien, de que has tenido buenas sensaciones y has rendido a buen nivel”, apunta Igor Antón tras una pretemporada en la que ha podido entrenar bien, sin contratiempos y compartiendo grupeta en su equipo con “alguien como Cavendish, algo que siempre te hace ilusión”. En Valencia, con el sol como aliado, -la carrera que se disputa entre hoy y el domingo contará con el Euskadi Murias y la Fundación Euskadi-, Igor Antón trata de amoldar el cuerpo a la geometría de su nueva bicicleta.

Le ocurre todos los años. Una especie de ritual maldito. Es el peaje de los costurones y las astillas del asfalto, del crujido del cuerpo. Las duras caídas que ha sufrido durante su carrera, dejaron pequeñas secuelas en el armazón de Antón. “Al final, a cuenta de las caídas, el cuerpo adquiere ciertos vicios y posturas”. Antón tiene molestias en la pierna derecha y en la espalda. El cuerpo siempre trata de protegerse y busca el confort, un refugio para esquivar el dolor. “Es lo que toca”, asume el galdakoztarra, que en Valencia, su primera cita del curso, intentará “coger el golpe de pedal y limar un poco el peso”.

la otra mirada de antón Envuelto por la bandera de la ilusión, su segunda piel, Igor Antón ha caminado “año a año” en las tres últimas campañas, todas ellas en el Dimension Data desde que dejara el Movistar, donde recaló tras su gran periplo en el Euskaltel-Euskadi. “Cuando te ofrecen un tercer año es por algo, es buena señal. Estoy muy a gusto”, dice el de Galdakao, que observa el futuro desde el presente, con los ojos abiertos de par en par, siempre dispuesto a sorprenderse, a aprender, a seguir conociendo sin mayores pretensiones. “Miro todo como si fuera mi último año”, desliza el vizcaino, que sin embargo, no se ve en su ocaso. No es ese el significado de la frase que se descuelga del pensamiento del vizcaino. “Simplemente es un asunto de perspectiva. De ver las cosas de otro modo. Me tomo el ciclismo de otra forma, sin la presión de antes. No me vuelvo loco. Cuando eres más joven le das muchísimas vueltas a las cosas y eso desgasta. Ahora no me obsesiono”.

Su reciente paternidad ha contribuido a que Igor Antón rasque el peso de la solemnidad que le ha acompañado durante tantos años en el ciclismo y lo recicle en otra dirección: la vida. “Antes parecía que, de alguna manera, vivía en un urna ocupada por el ciclismo. Parecía que tuviera caballito blanco porque siempre te cuidan muchísimo, no vaya a ser que te rompas...je,je,je”, bromea Antón, que ya no tiene caballito blanco. Ahora, con la niña, el estatus del ciclista ha cambiado. “Ella está por delante. No hay duda. Es la prioridad de todos en casa. La que hay que sacar adelante”, subraya Antón, padre y después ciclista.