BERGEN - Por un momento, en medio de la lluvia de Bergen, entre las voces y la algarabía de una cuneta repleta de entusiastas y edificios bellos, simples y coloristas, Tom Dumoulin, un gigante naranja, creyó que había roto la máquina. El potenciómetro, el medidor de los vatios que producían sus piernas, una central de energía, parecía engañarle, mostrándole registros y cifras que no acertaba a comprender por elevadas. En la pantalla los números volaban. Los registros parpadeaban locos como en los petacos que daban bola extra y partida. Dumoulin era una descarga eléctrica sobre Bergen. Un rayo y un trueno. La tormenta perfecta. “Pensé que mi potenciómetro estaba roto porque iba marcando valores muy altos y yo me encontraba muy bien”, resumió Dumoulin. No mentía el potenciómetro. El aparato condensó en números su vuelo, su enorme exhibición. La Mariposa de Maastricht fue un halcón. Se subió a un cohete Dumoulin para coronarse rey de la contrarreloj. Campeón del mundo, el primer holandés de la historia. Su Luna. Se bañó en oro Dumoulin. La plata fue para Roglic y el bronce para Froome. Castroviejo, medallista en Catar, se diluyó como lágrimas en la lluvia y acabó en la 14º posición, a más de dos minutos del holandés. “Físicamente me he encontrado bastante bien. Cuando ha aparecido la lluvia me ha entrado el miedo en el cuerpo y me he venido abajo y he pecado de prudencia. Creo que en esa segunda vuelta, en el llano, se me ha ido todo el tiempo”, analizó el vizcaíno.

No solo abrumó a Castroviejo Dumoulin. A la estela del expreso orange, al que emparentan con Indurain por su capacidad contrarrelojista y su imponente planta, brotó un océano de tiempo. Casi tanto como los meses que dedicó Dumoulin a la búsqueda de El Dorado. Desde que festejara el rosa en Milán, Dumoulin solo tuvo ojos para Bergen. Nada quiso saber del Tour y la Vuelta. En Bergen, sobre el Monte Floyen, el puerto que envolvió y barnizó de pasión y belleza una crono distinta y sugerente, Dumoulin dejó una huella imborrable en el presente y abrió una ventanal con vistas al futuro. En su incontestable triunfo, el holandés masticó a sus rivales y los escupió. Roglic, el hombre pájaro, se quedó a 57 segundos del inalcanzable Dumoulin, y Froome, el hombre capaz de derrotar al Tour y la Vuelta en el mismo curso, perdió 1:21 respecto al holandés en una crono de 31 kilómetros. A punto estuvo Dumoulin de arrancarle el dorsal al británico. No le dobló por apenas nueve segundos y un par de peldaños en el Monte Floyen, festoneada la ascensión por miles de aficionados. A uno de ellos lo placó la policía cuando perseguía a Tony Martin, el poseedor del título, que para entonces conocía que semejante honor recaería en Dumoulin. “No puedo creerlo. Es realmente impresionante”, dijo el holandés antes de pintarse el pecho con el arcoíris.

Dominador Dumoulin, que afianzó su posición para retar a Froome en el Tour, puso el reloj en hora de inmediato. Le dio cuerda y no paró ni para cambiar la bici antes de la ascensión a la terraza de Bergen. Nelson Oliveira, que fue el dominador de la crono durante un buen tramo, optó por el cambio de montura. Dejó la cabra en el tramo de adoquín que anunciaba la cumbre, y enlazó el zigzag con empeño y entusiasmo. Ni Kiryienka, a 23 décimas, ni Gianni Moscon, a 98, lograron desbancarle del trono. Aguardaba el portugués en el sillón central. Vio llover y le salió una sonrisa pícara. Eso no desestabilizó a Dumoulin. Empapó la lluvia el recorrido de los grandes favoritos. Riesgo y miedo. Rohan Dennis se fue al suelo. Sus opciones se fueron por el desagüe. El duelo arreció entre los jerarcas, del que se desprendió Tony Martin. Dumoulin, Roglic y Froome componían la Santísima Trinidad. El holandés desplegó las alas y nunca más se supo. De menos a más, su crecimiento resultó inabordable. No había dique capaz de contener semejante oleaje. Persiguió a Froome, al que le dejó el aliento colgándole del cogote. Roglic, que había salido antes que los dos, se animó en la subida. Fue el más veloz en el Monte Floyen. Esa escalada le talló de plata. Froome pudo quedarse de piedra, pero arrancó el bronce. El brillante oro fue para el supersónico Dumoulin.

Clasificación

1. Tom Dumoulin (Holanda) 44:41

2. Primoz Roglic (Eslovenia)a 57’’

3. Chris Froome (Gran Bretaña)a 1:21

4. Nelson Oliveira (Portugal) a 1:28

5. Vasil Kiryienka (Bielorrusia) m.t.

6. Gianni Moscon (Italia) a 1:29

7. Wilco Kelderman (Holanda) a 1:34

8. Rohan Dennis (Australia)a 1:37

14. Jonathan Castroviejo (España) a 2:01

27. Gorka Izagirre (España) a 2:48