Fue una sorpresa para mí. Estaba en el control y alguien me dijo que había ganado, y creía que me estaban molestando”. Estas fueron las declaraciones del ciclista colombiano Rigoberto Urán (Urrao, Antioquía, 26 de enero de 1987) tras enterarse, ya en el control antidoping, de que había sido vencedor en la etapa reina de la presente edición del Tour de Francia, por delante de Warren Barguil. Esta victoria dio alas al colombiano, que afrontará la primera jornada en los Pirineos con optimismo: “Uno tiene respeto al recorrido y a los rivales, pero cuando vienes de ganar tienes más confianza”.

El duodécimo día de competición se presenta apasionante, y Urán se mostró listo para luchar con los mejores. “No me van a dejar escaparme, solo estoy a 50 segundos, estoy muy cerca”, declaró tras finalizar la etapa de ayer haciendo referencia a sus opciones para asaltar el maillot amarillo. El tiempo que le separa del líder de la carrera, Chris Froome, no es algo que intimide al corredor del Cannondale, ya que según él, “no te puedes confiar hasta llegar a París vestido de amarillo”.

Tras un tortuoso camino, tanto en lo personal como en lo deportivo, Urán lograba el domingo, tras doce años en el pelotón, alcanzar la gloria en una etapa del Tour de Francia. Cuando tan solo era un niño, Urán tuvo que echarse su familia a la espalda, dado que en 2001 su padre fue asesinado a manos de paramilitares. En su adolescencia, tuvo que dedicarse a vender lotería debido a la complicada situación económica que atravesaba su entorno, además de su particular lucha contra el asma y los estudios. Con quince años comenzó su andadura en la competición ciclista ingresando en el programa Orgullo Paisa y tras proclamarse campeón del Tour del Porvenir de Colombia en 2004 y 2005 recibió una oferta para competir en Europa. El primer equipo que apostó por Urán fue el modesto conjunto italiano Tenax, y con la mayoría de edad recién cumplida, su salto al viejo continente se convirtió en una realidad, siendo pionero en la escuela de corredores colombianos como Quintana, Chaves o Henao entre otros.

Pese a no contar con un extenso palmarés, a sus 24 años ya había participado en las tres grandes vueltas ciclistas. Asimismo, Rigo tiene en su haber dos segundos puestos en los Giros de 2013 y 2014 y una plata olímpica en Londres 2012, además de ganar el campeonato nacional de contrarreloj de Colombia en 2015.

Las lesiones han sido otro obstáculo más en la vida de Urán. Ya con ocho años, se rompió la cara por una caída patinando. Como profesional, en 2007 sufrió una grave lesión en la Vuelta a Alemania, con fracturas en una muñeca, en la zona cervical y en los dos codos. También sufrió una fractura de clavícula en el Tour de Francia de 2011, dando así comienzo a una etapa de su vida donde la enfermería fue protagonista.

Han sido muchas las piedras que han entorpecido el camino del colombiano, pero la perseverancia es algo que no es negociable en la vida de Rigo. Pese a los problemas técnicos que Urán sufrió durante el vertiginoso descenso del Mont du Chat, una vez más, el colombiano hizo valer la famosa frase: “Al mal tiempo, buena cara”. Ahora mismo, teniendo en cuenta su cuarto puesto en la clasificación general del Tour, es un claro aspirante a subirse al podio en los Campos Elíseos. El papel que el ciclista está llevando a cabo es algo que no entraba en las quinielas. “En este mundo, cuando llevas dos años malos ya te quieren retirar”, declaró el corredor, que se siente “bien y joven”.