En la pista ovalada de 4.023 metros de recorrido estará el debutante Fernando Alonso, sobre uno de los coches que conforman la parrilla de monoplazas más rápidos del mundo; alrededor, los otros 32 participantes en la 101ª edición de las 500 Millas de Indianápolis, entre los que figuran siete ganadores; en las gradas del Indianápolis Ring Motor Speedway, alrededor de 380.000 almas que copan el graderío -se han agotado las entradas por segunda vez en la historia de la prueba tras la edición de 2016- aguardan expectantes para jalear a sus ídolos mientras riegan sus gargantas con alrededor de 53.000 litros de cerveza, 60.000 litros de refresco de cola y que se nutrirán de 4,5 toneladas de carne de hamburguesa y 2.000 litros de kétchup; desde los televisores de sus hogares, unos 300 millones de espectadores esperarán impacientes al “mayor espectáculo del motor”, como se cataloga en su página web la propia carrera, con un impacto económico de 267 millones de euros, más de lo que abarca la Super Bowl.
“Señoras y señores, arranquen sus motores”, se anunciará por megafonía instantes antes de tomar la salida, que es lanzada y en línea de tres coches. Una frase que fue acuñada en 1977, cuando apareció la primera mujer concursante, Janet Guthrie, porque hasta entonces era un simplemente: “Señores, arranquen sus motores”. De hecho, hasta 1971 las mujeres tenían prohibido el acceso al recinto deportivo; ese año se aceptó a las periodistas. Ya en 1977 se permitió competir a la pionera Guthrie, que hizo camino para las otras ocho féminas que han tomado parte en el mayúsculo evento, el mayor del motor en Estados Unidos y probablemente del mundo, siendo Danica Patrick la más laureada, con el mejor resultado de una mujer, tercera, datado de 2009 y siendo la única que ha llegado a liderar la carrera, ocurrió en 2005. No obstante, en esta 101 edición, no habrá féminas en la línea de salida.
Por delante Alonso deberá afrontar cerca de 200 vueltas al ovalado trazado en unas tres horas de competición para completar los 804,6 kilómetros de distancia con velocidades medias por vuelta que se asomarán al récord de los 382,216 kilómetros por hora registrados en 1996 por Arie Luyendyk. Lejos queda el año de construcción del circuito, en 1909, curso en el que el nuevo trazado acogió la primera carrera automovilística de la historia de los Estados Unidos. La obra fue financiada por el emprendedor Carl Graham Fisher, que instó a colocar durante 63 días los 3,2 millones de ladrillos, de 4,3 kilos cada uno, que conformaban entonces la superficie de la pista, de la cual se conserva la famosa Yarda de Ladrillos, el fragmento de suelo más emblemático de la historia del automovilismo y que suelen besar los participantes rindiendo pleitesía a la historia de la prueba, honrando también a todos aquellos que con el paso de los años han tomado parte en este espectáculo. Para dar cuenta de lo que representa el circuito, actualmente es el recinto deportivo con más capacidad de espectadores del mundo, con 257.000 localidades fijas.
No fue hasta 1911 cuando se celebró la primera edición de las 500 Millas de Indianápolis, en la que se coronó Ray Harroun al volante de un Marmon Wasp que estableció una velocidad media de 120 kilómetros por hora y que presentaba una innovación para el automovilismo que alcanzaría la globalización: el espejo retrovisor, que le permitió controlar la carrera para ganar después de 6 horas y 42 minutos pilotando durante aproximadamente 200 vueltas a un óvalo en el que en su interior se podría dar cabida conjuntamente a la ciudad del Vaticano, la isla neoyorquina de la Estatua de la Libertad, el estadio de béisbol de los Yankees, el estadio californiano de fútbol americano Rose Bowl y que acogió la final de la Copa del Mundo de fútbol en 1994, el Churchill Downs que alberga al equino derbi de Kentucky, la Casa Blanca, el Taj Mahal y el Coliseo Romano. De hecho, en 1929 se inauguró en el interior del óvalo un campo de golf que cuenta con cuatro hoyos.
para celebrar, vaso de leche El bueno de Harroun aún defiende el récord de la mayor remontada, igualado con Louis Meyer. Harroun partió en la prueba inaugural de 1911 desde el puesto 28 de los 40 inscritos entonces. Más adelante, Meyer no solo igualaría este dato, sino que además sería el primero en conquistar en tres ocasiones la carrera. En la de 1936, nada más ganar, sediento, solicitaría un vaso de su bebida predilecta, la leche, en un gesto que de manera inconsciente se transformaría en tradición. Porque desde entonces en las 500 Millas de Indianápolis la celebración se baña con una botella de leche. Costumbre que se saltaría Emerson Fittipaldi después de vencer en 1993. El expiloto de Fórmula 1 reclamó un vaso de zumo de naranja y los aficionados jamás se lo perdonarían, pues cada vez que visita el circuito es abucheado por romper con la costumbre. Igualmente, en ese mismo 1936 se instauró la entrega del que es el trofeo más antiguo de la historia del automovilismo, la Copa Borg Warner.
La Indy 500, como también se conoce esta carrera, ha crecido de la mano de la mano de la Fórmula 1. No solo formó parte del calendario de la F-1 en la década de los 50, sino que además muchos pilotos han alternado o compaginado una y otra competición. He aquí la recua de pilotos de F-1 que han participado en la prueba de Indianápolis: Juan Pablo Montoya, Takuma Sato, Sebastien Bourdais, Max Chilton, Fernando Alonso y Alexander Rossi -debutó y ganó en 2016- estarán en la salida de la 101 edición, pero también han participado Alberto Ascari, Jackie Stewart, Jack Brabham, Jochen Rindt, Nelson Piquet, Nigel Mansell, Eddie Cheever, Jim Clark, Mario Andretti, Jacques Villeneuve, Scott Speed, Fittipaldi y Graham Hill. Estos últimos cinco poseen el honor de haber sido campeones de la F-1 y de la Indy 500.
Precisamente Graham Hill es el espejo de Alonso, porque es el único piloto ganador de la denominada Triple Corona del automovilismo, que comprende las victorias en el Gran Premio de Mónaco de F-1, las 24 Horas de Le Mans y la Indy 500, y que además ganó en su debut en la carrera estadounidense, como tratará de hacer Alonso. Citar que en el caso de Montoya, vencedor en 2000 y 2015, es hasta la fecha el único ganador de habla hispana y uno de los nueve pilotos debutantes que se han alzado vencedores. Alonso ha encontrado en el colombiano a un aliado, ya que Montoya no ha tenido inconvenientes en trasvasar al asturiano sus conocimientos. Incluso ha celebrado la presencia de Alonso, porque considera que con su estancia en la parrilla se gana repercusión mediática y esto beneficia a todos los que forman parte del gigantesco acontecimiento.
alonso partirá quinto Para Alonso la repercusión generada por su figura no es relevante si en pista no logra ser competitivo, muy a pesar de que los datos de visitantes a la página digital oficial de la prueba, donde se han podido ver los entrenamientos en directo, ha incrementado sus visitantes en un 98% en los últimos días. Porque la única razón de ser de su presencia es tratar de erigirse ganador. Para ello, ocupará la quinta plaza de salida, sita en la segunda fila. El sábado pasado se metió entre los nueve pilotos que el domingo se disputaron la pole, donde fue quinto. El más aventajado en la salida será el poleman neozelandés Scott Dixon, con una velocidad media registrada de 373,21 kilómetros por hora. “Hubiese estado bien hacer la pole”, declaraba Alonso el pasado fin de semana, en el que se repartieron la posiciones de salida. “Yo creo que era posible. Tuvimos un problema en la última curva con el overboost, fue como tocar el freno. Sin todo eso creo que hubiéramos ganado una milla por hora o así”, se congratulaba el asturiano, confiado en sí mismo tras marcar una velocidad media de 372,241 kilómetros por hora. Para su recreo, decir que las casas de apuestas conceden a Alonso el papel de favorito. Se pagan 7,5 dólares por dólar apostado, solo igualado por Dixon. El otro español en carrera será el catalán Oriol Serviá, que partirá desde la duodécima posición.
Si bien, las 500 Millas tienen más años de historia que ediciones celebradas, debido a los periodos de guerras mundiales, que obligaron a suspender las ediciones de 1917 y 1918, así como las comprendidas entre 1942 y 1945. Y es que solo las balas han detenido la Indy 500. Otro punto oscuro de la prueba es la negra historia del circuito: 41 pilotos han perdido la vida, 18 en el marco de la carrera y 23 en los ciclos de entrenamientos. Concretamente por primar las cuestiones de seguridad, en 1934 se limitó el número de participantes a 33 pilotos.
La carrera de la 500 Millas de Indianápolis ha dejado a lo largo de la historia un cúmulo de curiosidades, como la victoria por la diferencia más reducida, que fue la protagonizada por Alfred Unser Junior, hijo del laureado Alfred Unser, que se llevó la edición de 1992 por un margen de 0,043 milésimas sobre el segundo clasificado, Scott Goodyear.
En cuanto a ganadores, Meyer fue el primero en ser triple campeón (1928, 1933 y 1936), pero después apareció la figura de Anthony Joseph Foyt Junior, el primero en ganar en cuatro ocasiones el certamen (1961, 1964, 1967 y 1977). Más tarde, Alfred Unser padre emuló a Foyt con cuatro coronas (1970, 1971, 1978 y 1987), contando con la peculiaridad de que su hijo sería más tarde campeón, al igual que su hermano, algo insólito. Asimismo, Rick Mears se erigió en el tercer piloto más laureado de la prueba con cuatro triunfos (1979, 1984, 1988 y 1991) y también con el récord de la autoría de poles, con un total de seis. Estos son algunos de los grandes pilotos de las 500 Millas.
Al Unser fue el piloto más veterano en disputar la carrera estadounidense, con 47 años y 360 días. En 1952, Troy Ruttman se convirtió en el piloto más joven en adjudicarse la Copa Borg Warner. Lo hizo con 22 años y 80 días. Mientras que A. J. Foyt ostenta el récord de participaciones, con 25. En cuanto a marcas, Offenhauser tiene la vitola de ser el motor que abarca más conquistas, pues se ha impuesto en 25 ediciones, seguido por Miller, con 12 entorchados, y luego Honda, con 11 y que será el motor que empleará Alonso en su McLaren durante la ceremonia 101.
Pero este evento deportivo no ha estado exento de la presencia de celebridades. Son cantidad los famosos que se acercan al calor de la prueba. El actor Jack Nicholson, la celebrity Kim Kardashian o el futbolista Cristiano Ronaldo son algunos de los recientes visitantes. Y es que el impacto de esta carrera se ha trasladado también a la gran pantalla, con la película Winning en 1969 -también denominada 500 Millas-, dirigida por James Goldstone y protagonizada por Paul Newman y una terna de brillantes actores como Joanne Woodward, Robert Wagner o Richard Thomas. Todo esto son pruebas de que las 500 Millas de Indianápolis es uno de los grandes acontecimientos del deporte y el más relevante del motor, al menos en cuanto a cifras. Fernando Alonso ya está donde quería. Ahora falta correr, para regocijo de la afición. A las 18.20 horas de mañana se dispara la carrera colosal.