Madrid - El keniano Eliud Kipchoge corrió ayer en el autódromo de Monza el maratón más rápido de la historia, culminando con una marca no homologable de dos horas y 25 segundos el reto diseñado por Nike para bajar de los 120 minutos en la carrera de 42.195 metros. El ritmo trepidante decayó en los diez últimos kilómetros y el campeón olímpico no pudo bajar de las dos horas, que era el objetivo del proyecto Breaking 2, pero pulverizó la mejor marca de la historia anterior -2h03:02 de su compatriota Geoffrey Mutai, igualmente no homologada debido al recorrido ligeramente descendente de Boston-.
Originario de la provincia del Valle del Rift, Kipchoge demostró que el muro de las dos horas está a la vuelta de la esquina. Para romperlo, había que recortar dos minutos y 57 segundos al récord mundial de Kimetto, y para ello Nike se inventó una carrera de laboratorio con la ayuda de liebres rotatorias que entraban por turnos en carrera, de forma que la marca no podía ser homologada.Para romper la barrera de las dos horas, había que superar en un 2,5% el récord de Kimetto (2h02:57), y para ello fueron seleccionados tres contendientes, el mínimo que exige el reglamento: Kipchoge, el etíope Lelisa Desisa, dos veces ganador en Boston, y el eritreo Zersenay Tadese, plusmarquista mundial de medio maratón.
A las 5.45 horas, todavía noche cerrada en Monza, se dio la salida. Los nueve corredores (seis de ellos en labores de liebre) emprendieron el reto con 12 grados de temperatura. En el asfalto, un rayo láser dibujaba un espacio de seis metros en forma de pirámide truncada, al que los corredores debían ajustarse, en ritmo y emplazamiento, para que los tres actores principales aprovecharan los beneficios de una formación en punta de flecha.
El parcial exacto de Kipchoge por el kilómetro 5 fue de 14:14. Las liebres seguían la marca del láser sin problemas. Por los 10.000 metros ya había amanecido y el campeón olímpico, con camiseta roja en contraste con las blancas de los otros dos, pasó en 28:21 (para un tiempo final estimado de 1h59:35).
el tesla por delante Contraviniendo otra de las reglas de la IAAF, los atletas recibían avituallamiento líquido desde dos bicis motorizadas que marchaban junto a ellos. Por delante de todos, el Tesla que abría carrera mantenía constantemente el ritmo para clavar las dos horas. La consigna, por tanto, era simple: siga a ese coche. Por el kilómetro 15, Kipchoge pasó en 42:34 (para crono final de 1h59:48), por el 20 -ya a solas con las liebres- en 56:49 y cubrió el medio maratón en 59:57. Tadese tiene el récord mundial en 58:23.
La aventura había durado 51 minutos para Desisa, que se quedó atrás en el kilometro 18. En el 20, poco antes de cumplirse la primera hora, también se rezagó Tadese, aunque siguieron en carrera, con tres liebres a su servicio. Por delante, Kipchoge continuaba sin problemas a rebufo de su guardia pretoriana de seis. El ritmo seguía por debajo de las dos horas en el kilometro 25: 1h11:03, 15 segundos más rápido que la plusmarca mundial oficiosa de esa distancia. En el 30, tras un parcial más lento, el crono marcaba 1h25:20, camino de las dos horas clavadas.
A falta de 10 kilómetros, a un ritmo jamás sostenido por nadie antes, Kipchoge dobló a Desisa, pero comenzó a tener dificultades para seguir a las liebres, que hubieron de adaptarse a sus fuerzas, abandonando la marca del láser. Kilometro 35: 1h39:37. El reto de bajar de las dos horas se alejaba seis segundos. Kipchoge sufría siguiendo el ritmo brutal. Pasó por el 40 en 1h54:04. De ahí a la meta, 2.195 metros de agonía.
Las liebres se retiraron a falta de 300 metros para ceder todo el protagonismo al gran héroe, que paró el crono de meta en 2h00:25 e inmediatamente pidió perdón por no haber conseguido el reto. Había corrido la primera mitad en 59:57 y la segunda en 60:28, a un ritmo increíble de 2:50 el kilómetro.