donostia - ¿Satisfechos?
-Sí. Ha sido una edición de tranquilidad y de alegría. Cuando la Behobia termina bien, durante la tarde del domingo lo celebramos y descansamos a partes iguales, porque también nos viene un bajón importante, tras la tensión acumulada durante los días previos.
Dos fatalidades en los últimos tres años, un frustrante día de calor en 2015, descenso de inscripciones para 2016... ¿Necesitaban más que nunca una Behobia como la de este año?
-Sin duda. Primero, por todo lo que me comentas. Ya te puede salir bien el 99% de la organización, que como sufras episodios como los de 2013 y 2015... Siempre te quedará un poso muy amargo, por mucho que te agarres a lo que ha funcionado. Y, en segundo lugar, también necesitábamos que todo saliera como salió porque habíamos pasado la semana preocupados por los pronósticos del tiempo.
Al final no fue para tanto, ¿no?
-No anunciaban nada catastrófico, pero mirabas las previsiones al detalle y sí que existía la opción de que viviéramos una mañana de lluvia constante, mansurrona, de esa que aburre y que te termina calando entero. Al final, sin embargo, se produjo ese intervalo sin chubascos a lo largo de casi toda la carrera, a lo cual se unió una buena temperatura de en torno a trece grados y algo de aire que el cuerpo siempre agradece.
Todo ello ayudó a que las asistencias resultaran mínimas.
-Recuerdo un momento de la mañana en el que coincidí con un responsable de la Cruz Roja que me dijo: “Aquí andamos, cruzados de brazos. Pero aquí nos quedamos también, porque aquí tenemos que estar”. Solo hubo siete traslados a centros hospitalarios, pero las noticias son buenas porque todos los atendidos ya se encuentran en sus casas. Una de las asistencias se produjo por un problema de cierta entidad, que al final pudo solucionarse.
Sigamos con las cifras: hubo 936 descalificados. ¿No son muchos?
-Esto no lo hacemos por gusto. Pero tenemos que velar por que la salida sea ordenada. Creo que la infracción castigada en todos esos casos es la de salir con un grupo anterior al que te corresponde por dorsal, una falta muy fácil de detectar por los sistemas informáticos. Hay que inculcar a la gente un poco de disciplina, aunque quizás estas personas ni siquiera sean conscientes de que lo están haciendo mal. Por el tipo de preguntas y de consultas que nos solemos encontrar a posteriori, tenemos la sensación de que muchos participantes no leen la información que se les remite sobre cómo funciona la salida.
Un 19% de los inscritos se quedó en casa...
-A mí me gustaría saber por qué ocurre esto. Deberíamos plantearnos hacer una encuesta para conocer las razones. Imagino que, en muchos casos, estamos ante problemas de salud y lesiones. Pero también es un hecho que en años anteriores, con condiciones de inscripción y plazos idénticos, el porcentaje de ausentes se ha mantenido en torno a un 15%. No será por falta de facilidades para cambiar la titularidad del dorsal o para retrasar la reserva hasta la Behobia siguiente, en caso de que ocurra algún contratiempo. Pero, bueno, correr es un derecho, no una obligación. Luego está el tema del alojamiento...
¿Se refiere a las tarifas hoteleras?
-Sí. Este asunto está empezando a chirriar bastante. Nosotros trabajamos muchísimo para sacar esta carrera adelante. Y, en cambio, hay quien, haciendo simplemente la misma labor de todos los días, aprovecha para poner el cazo, multiplicando los precios por tres, por cuatro o hasta por cinco. Claro, este tema es difícil de abordar, porque vivimos en una sociedad en la que no hay más ley que la de la oferta y la demanda. Tú no puedes decir a un hotel qué tarifas tiene que poner. Pero espero que las autoridades nos acompañen a la hora de ejercer cierta presión para que no se den casos abusivos. Y que quede claro que no generalizo. A este respecto, hay establecimientos y establecimientos.
Pero los porcentajes más elevados en cuanto al descenso de inscripciones se han dado en Gipuzkoa y territorios limítrofes...
-Correcto. El asunto de los precios hoteleros, lógicamente, no lo explica todo. Solo es un factor más. Y a él hay que añadir varios. Te citaría el desplazamiento de la curva de edad de los participantes, la estabilización que suele darse tras un boom como el de la Behobia y que está demostrada estadísticamente, la escasa incorporación de los jóvenes al mundo del running, la amplia oferta de carreras populares...
¿Qué será lo primero que le vendrá a la cabeza cuando, dentro de unos años, recuerde la edición de 2016?
-La tranquilidad que tenemos ahora tras vivir Behobias muy duras para nosotros. Aunque, afortunadamente, entre los episodios de 2013 y 2015 tuvimos el año del cincuentenario, que para mí ha sido el más bonito de todos. La carrera de este domingo la pondría, mientras, en segundo lugar, dentro de una hipotética clasificación.
¿En qué toca mejorar?
-De momento no nos ha llegado gran cosa. Seguro que hubo alguien que no pudo coger no sé qué chocolatina al terminar la carrera, y cosas por el estilo. Que nos lo digan todo. Siempre estamos abiertos a escuchar.
Ha habido quejas sobre las colas en la feria del corredor.
-Estamos ante una cuestión de espacio. En Donostia falta una instalación cubierta polivalente para este tipo de eventos. Y el Velódromo no es tan grande como pueda parecer, porque la pista de atletismo te limita mucho. Todo esto deriva en un problema de aforo limitado. La gente se entretiene viendo los stands, como es lógico por otra parte, y hasta que no salen unos no pueden entrar otros. ¿Qué podemos hacer nosotros? Por un lado, disuadir al corredor de que acuda en horas punta. Y, por otra parte, voy a plantear habilitar espacios vacíos, reservados para ser abiertos solo cuando se den casos de largas colas.
¿Cuáles son las perspectivas generales de cara a 2017?
-Creo que va haber una estabilización en el número de corredores.
¿No esperan un nuevo crecimiento de las inscripciones tras una edición normal y sin incidentes?
-La de 2015 fue muy dura en todos los sentidos, y contemplamos también esto como una de las razones que explican el descenso de corredores. Existe una tendencia a identificar el correr con una actividad de riesgo, pero no hay nada más peligroso para la salud que quedarse en un sofá delante de la tele con una comida llena de grasa y un refresco. La gente que muere por esto lo hace en casa, y eso no es noticia.