varsovia - Durante el último año las agresiones xenófobas y racistas en Polonia han alcanzado niveles nunca vistos en las últimas dos décadas, un extremismo del que no se escapa el mundo del fútbol, donde una minoría de ultras radicales se han hecho los dueños de las hinchadas de los clubes polacos.

Los datos son “alarmantes”, ya que desde mediados de 2015 se producen cinco o más agresiones xenófobas o racistas diarias, asegura a Efe Rafal Pankowski, director de “Nunca más” (”Nigdy Wiecej”, en polaco), una organización que nació en 1996 para luchar contra estos fenómenos en Polonia. Pankowski habla de “una escalada de violencia”, ya que en años anteriores, como 2012 ó 2013, el número de incidentes xenófobos o racistas era de cinco a diez por semana. “Durante dos décadas venimos observando la evolución del racismo y la xenofobia en Polonia, y nunca habíamos visto tantas agresiones como ahora”, añade. La principal causa, a su juicio, es la llamada crisis de los refugiados y el tratamiento que los medios de comunicación y políticos están haciendo de esta cuestión.

Esta radicalización de la sociedad polaca afecta de lleno al mundo del fútbol, donde “aunque los hinchas racistas son minoritarios, sí es cierto que se dejan ver cada vez más y dominan a la mayoría”, señala el responsable de “Nunca Más”. “En 2015 y durante este año han aumentado en los estadios de fútbol polacos los mensajes racistas y las actitudes anti-inmigrantes, refugiados y musulmanes”, apunta Pankowski, quien opina que, “por desgracia, parece que el racismo está profundamente arraigado en la cultura del fútbol, especialmente en Europa del Este”. Un ejemplo se dio durante un partido del Slansk de Breslavia el pasado otoño, cuando sus ultras desplegaron una pancarta con un cruzado armado con una espada en defensa de Europa, amenazante con volcar un barco de refugiados en el Mediterráneo acompañado de un mensaje contra la “islamización” de Polonia. También esta temporada, cuando la UEFA sugirió a los clubes donar parte de la taquilla para ayudar a los refugiados, los aficionados del Lech Poznan respondieron con una llamada a no asistir al estadio para boicotear la campaña.

Para uno de los aficionados del Legia de Varsovia que viajó a Madrid el pasado 18 de octubre para el partido de Liga de Campeones contra el Real Madrid, donde se registraron violentos incidentes, todo es una campaña de algunos medios, la policía, varios políticos y organizaciones como “Nunca Más” contra las hinchadas de los equipos de fútbol, a las que pretenden criminalizar. “Claro que hay aficionados racistas, pero no todos somos así, la mayoría sólo vamos a disfrutar de los partidos y a animar a nuestros equipos”, señala este joven, que asegura que no participó en los enfrentamientos con la policía en Madrid, aunque sostiene que se produjeron por la constante provocación de las fuerzas de seguridad a los hinchas.

Pakowski lamenta que casi nadie en el mundo del fútbol se manifieste en contra de estas actitudes, ya que prefieren mirar para otro lado ante los extremismos que han convertido los estadios polacos “en focos de ideas radicales”. “Lamentablemente ya poco queda de los esfuerzos que se hicieron para reducir el radicalismo en las gradas de cara a la Eurocopa de 2012 (que coorganizaron Polonia y Ucrania)”, añade Pakowski. - Efe