RÍO - Los Juegos de Río 2016 pasaron a la historia y en la hora de los balances pesan más el alto nivel deportivo que han tenido la mayoría de los deportes que la mala impresión que ha dejado la organización de la gran cita deportiva cuatrianual en una ciudad y un país que no han parecido preparados para acoger un acontecimiento de esa magnitud. Al final, la competición ha hecho olvidar los problemas y nombres como Michael Phelps, Usain Bolt, Simone Biles, Katie Ledecky, Rafa Nadal, Mo Farah o Kevin Durant han llenado páginas y horas para glosar sus conquistas en una edición que ha servido de despedida del olimpismo de grandes leyendas del deporte, entre ellas algunas de las citadas, ha confirmado a otras y ha alumbrado a otras que seguirán brillando en los Juegos de Tokio dentro de cuatro años.
En una cita olímpica, se tiende a mirar al medallero para medir el rendimiento de cada delegación y en el caso de la española, la cuenta final se elevó a 17, las mismas que en Londres, aunque de más calidad ya que el número de preseas de oro ha pasado de tres a siete, la mayor cantidad desde los Juegos de Barcelona, que fueron un espejismo triunfal con 23 metales y trece de ellos de oro. Comparando con 2012, el mismo número de deportes, 10, ha aportado medallas en unos Juegos en los que se temía una recesión en los resultados dado que las relaciones entre el Consejo Superior de Deportes y el Comité Olímpico Español no son las mejores y, además, la crisis ha afectado notablemente a la aportación económica, sea pública o privada, para la preparación de los deportistas, que en algunos casos han tenido que recurrir a sus familias para tirar adelante en su empeño de llegar a Río en las mejores condiciones. En este sentido, destaca que once de las 17 medallas han sido obtenidas por deportistas apoyados por la Universidad Católica de Murcia, la UCAM, que se ha convertido en elemento tractor del deporte olímpico.
Con más o menos apoyo por detrás, todos han intentado dar lo máximo y, por ello, hay que valorar también el número de diplomas obtenidos en Río que asciende a 38, ocho más que en Londres. Algunos de esos pudieron ser perfectamente medallas de no haber impedido unas pocas centésimas o unos pocos centímetros superar ese cuarto puesto, que es el peor de todos para un deportista.
En el balance de la delegación española, ha vuelto a destacar la preponderancia de la mujer, que suponía un 48% del equipo, ya que nueve de las diecisiete medallas han sido femeninas. La selección de baloncesto la ha conseguido por primera vez en la historia y la de gimnasia rítmica, después de 20 años. Mireia Belmonte, que logrado dos, es un valor consolidado, Ruth Beitia, en sus últimos Juegos, y Lydia Valentín ha llegado después de quedarse a las puertas en Londres, aunque la haltera le llegará un oro por dopaje de las tres que le precedieron, y Carolina Martín es un fenómeno contracultural que tendrá que seguir batiéndose hasta Tokio en terreno enemigo.
Los vascos Entre los 24 deportistas vascos agrupados en el Basque Team, ha habido también de todo: alguna gran alegría y alguna decepción inesperada. La medalla de oro de Maialen Chorraut en el piragüismo de aguas bravas, conseguida ya en el primer fin de semana de los Juegos, ha sido el pico de la representación de Euskadi y la única presea obtenida en la cita carioca. En Londres, fueron tres de bronce: la de la propia Chorraut, la de Maider Unda en lucha y la de las chicas de balonmano. El número de puestos de diploma ha sido similar ahora, aunque sus protagonistas hayan sido distintos.
El getxotarra Jonathan Castroviejo fue cuarto en la contrarreloj ciclista a solo cuatro centésimas del bronce. La piragua K4 en la que estaba el zumaiarra Iñigo Peña acabó en el quinto lugar. El ormaiztegiarra Jon Izagirre concluyó séptimo en la contrarreloj. La gasteiztarra Tania Plaza fue octava en la prueba de velocidad en el velódromo junto a Helena Casas. El irundarra Ander Elosegi fue octavo en el piragüismo de aguas bravas. Y, por último, las deportistas vascas integradas en los equipos de balonmano, hockey y rugby se quedaron en cuartos de final, un resultado acorde con su posición en el concierto internacional.
Ayer mismo empezó el nuevo ciclo olímpico que conducirá a Tokio 2020, un periodo de cuatro años en el que alimentar sueños a base de esfuerzo, sacrificio y también apoyo. Chorraut, pese a sus 33 años, se ha mostrado decidida a afrontarlo y es que si algo han demostrado los Juegos de Río es que cualquier edad es buena para lograr medallas. La longevidad en la élite es mayor gracias a la mejoría en la preparación y en los cuidados médicos, pero los deportistas deben ver recompensados sus esfuerzos. Por ejemplo, la piragüista de oro no dudó en recordar ante las instituciones que ella se entrena en la Seu d’Urgell por falta de un canal olímpico en Gipuzkoa.
Los Juegos Olímpicos concentran la atención de todo el mundo, incluso de aquellos que se acercan al deporte cada cuatro años para ver de cerca a los que considera suyos. Pero a menudo se olvida que el camino para llegar hasta ahí es muy largo y que el éxito y el fracaso están separados por una línea muy estrecha. Los Juegos son grandes solo por existir, al margen de quien gane. Y dentro de quince días, arrancarán los Paralímpicos
EdiciónOroPlataBronceTotal
Barcelona 92137222
Atlanta 9656617
Sydney 0033511
Atenas 04311620
Pekín 08510318
Londres 12310417
Río 1674617