RÍO DEJANEIRO - El vídeo de su entrevista tras ganar el oro en el Campeonato Europeo de Amsterdam dio la vuelta al mundo. Fue lo más visto y lo más comentado de todos los medios deportivos. Primero, porque Bruno Hortelano no supo que había ganado el máximo trofeo hasta llegar a la zona mixta y, segundo, porque su reacción fue tan asombrosa como su título continental. Se lo dijo una periodista y, tras un pequeño debate que finalmente ganaron ambos, salió corriendo a celebrarlo. Porque el único atleta que pudo superarle en carrera, el holandés Churandy Martina, había sido descalificado por pisar la línea de la calle ocho. Hortelano era campeón. Y la forma en la que se enteró lo convirtió en el boom del verano. Le puso en la primera plana de todos los informativos y le convirtió en el último gran descubrimiento del deporte español.
Así, Hortelano dejó de ser un nombre desconocido. De aita bilbaíno y madre catalana, ambos científicos en microbiología molecular, el joven atleta nació en Australia, se crió en Canadá y estudio en Estados Unidos -siguió los pasos de sus padres y se licenció en Ingeniería biológica con especialización en Ingeniería biomédica-. Consciente de que el éxito deportivo es corto y pasajero, decidió dar prioridad a los estudios frente al atletismo, durante años. Pero, ahora que Hortelano explotó sobre tartán, es el momento de centrarse en correr. Porque ha sido una temporada perfecta para él. Y es que, además de conseguirlo el Campeonato de Europa, se ha convertido en el atleta español más rápido de la historia en los 100 metros (10.06 segundos) y los 200 metros (20.39). De hecho, el tiempo que consiguió en Amsterdam en el doble hectómetro le metería en una hipotética final olímpica, mientras que con su marca de 100 metros podría optar a las semifinales.
Sin embargo, Hortelano tomó una complicada decisión. Renunció a participar en la distancia corta para centrarse en los 200, su especialidad. “No ha sido una decisión nada fácil. Supone renunciar a una prueba olímpica y no es lo que un atleta quiere hacer, especialmente si es un 100. Me ha costado mucho pero, a la vez, llevo cuatro años diseñados para poder llegar aquí como estoy ahora, para correr un 200 como lo voy a correr”, explica el atleta nacido en Australia. Hortelano ha llegado a la cita olímpica en el mejor momento de su carrera, así que su objetivo no es otro que superarse a sí mismo y, si es posible, meterse en la final. “Siendo realista, lo normal es que no entrara, soy el 28º del ranking mundial y pasar a la semifinal ya sería un sueño. Me encantaría meterme pero aquí llegamos muchos y no va a ser fácil. En la final solo caben los ocho mejores del mundo. Si lo piensas, es una pasada. Es muy difícil”, relata. Sin embargo, este año le ha enseñado a Hortelano que las cosas más difíciles también pueden suceder, por ello, si entra en la lucha por las medallas, reconoce que se “dejará todo e intentaría hacer marca personal”.
Maniático Hortelano no ha cambiado nada desde que saltara a la palestra medíatica, de hecho, el atleta de 24 años continúa teniendo las mismas manías que antes. Atarse los cordones de las zapatillas diez veces le relaja antes de una gran prueba, mientras que, cuando ya se encuentra en su puesto, esperando al pistoletazo de salida, siempre susurra: “Es solo una carrera más”. Es su forma de quitarse presión y la dice en inglés porque, al criarse en países angloparlantes, así, en ese idioma, fue como se la dijo su primer entrenador.