río de janeiro - España se ha visto abocada a la supervivencia. Match ball tras match ball para tratar de seguir vivo en los Juegos Olímpicos. El combinado estatal no puede perder más si no quiere depender de las carambolas de la última jornada y ante Nigeria esquivó la primera bala. No lo hizo sin sufrir. El conjunto nigeriano apretó y los miedos del equipo dirigido por Sergio Scariolo volvieron. Lo que iba a ser un día para recuperar sensaciones y repartir minutos entre todos los jugadores, se convirtió en otra dura jornada de trabajo, bajar al barro y tirar de orgullo para derrotar a una selección a priori mucho más inferior (86-97). La buena noticia para los intereses de España fue la resurrección de varios de los llamados a ser sus referentes exteriores, sobre todo, Ricky Rubio y Juan Carlos Navarro. El base de El Masnou dio un paso adelante y aunque su lanzamiento exterior no encontró el aro, su actitud fue muy diferente al de los primeros dos partidos. Mientras, el escolta del Barcelona apareció en los momentos calientes y tiró de galones para prender la mecha del despegue de España.

Rubio ha sido uno de los jugadores más discutidos durante el inicio de estos Juegos Olímpicos. Falto de confianza y sin causar el más mínimo peligro, las defensas se han limitado a darle espacio, prácticamente olvidándose de él y cerrando la zona para anular a las amenazas interiores de España. Ante Nigeria se vio a un Ricky diferente. Mucho más agresivo y sin dudar a la hora de lanzar. Cada vez que tuvo una opción de tiro, disparó desde el triple. No hubo acierto, pero sí que le empezaron a vigilar. Además, el base catalán no se achantó y buscó la zona sin dudar, anotando entradas de mérito ante la defensa nigeriana y siendo un cuchillo a la hora de acabar los contraataque. Pero donde destacó Rubio fue en la defensa. Robar balones es lo suyo y los bases del combinado africano lo sufrieron. Tocó todos los balones y su ímpetu ayudó a los suyos a lograr las primeras distancias en el marcador.

Aunque, Nigeria nunca se dio por vencida. Su juego atlético y valiente dejó sin respuesta a la defensa de España. Los nigerianos, casualmente ninguno de ellos nacido en su país, demostraron buena mano en el lanzamiento desde el triple y sofocaron las amenazas de fuga del combinado estatal con lanzamientos desde 6,75. Mientras, en la retaguardia la potencia física era su arma. Subir el balón en su canasta tuvo un peaje mínimo de un zarpazo. Que se lo digan a Pau Gasol, que acabó desesperado e incluso fue sancionado con una técnica después del enésimo polémico tapón recibido. En ese escenario se hizo mayor Willy Hernángomez. El nuevo pívot de los New York Knicks, con un papel residual hasta el momento, no se achantó ante los golpes africanos y venció la potencia física con su enorme clase. Siempre ingeniándoselas para sacar la mano en el momento clave y sumar dos puntos más en el marcador.

España jugó todo el partido a rachas. Superar la decena y ver como el rival se acercaba de nuevo. Una historia repetitiva para el conjunto dirigido por Sergio Scariolo en estos Juegos Olímpicos. Deja herida a su víctima, pero no la mata y al final acaba siendo la derrotada. Nigeria también pudo convertirse en la tercera remontada sufrida. Navarro se erigió de líder en los momentos calientes y ofreció más minutos de calidad que de cantidad. Algo muy diferente a lo realizado hasta ahora. Pero ni con esas España se marchó. La selección africana mantuvo en vilo al conjunto estatal hasta la bocina final y solo su mayor calidad en los momentos claves le permitió salvar la papeleta y seguir vivo en unos Juegos en los que están muy lejos de las expectativas creadas.