Lo que ha conseguido Pablo Laso con el Real Madrid de baloncesto va mucho más allá de doce títulos en 16 finales disputadas en cinco temporadas, solo uno menos que en los 25 anteriores del club más laureado de Europa. El propio técnico gasteiztarra lo resumió después de que su equipo ganara la Liga Endesa al Barcelona el pasado miércoles en medio de un ambiente extraordinario: “Que nos ovacionen y disfruten cuando ganamos es normal. Con lo que me quedo es con que nos aplaudieron el día que nos eliminó de la Euroliga el Fenerbahçe. Eso nos llenó de gasolina porque significaba que querían vivir y morir con nosotros”.
Por encima de los resultados, extraordinarios, Laso ha convertido al Real Madrid en el equipo que todo el mundo quiere ver. “Aquí ganar es muy importante, claro. Pero cuando llegué tenía una idea de lo que quería que fuera el Real Madrid de baloncesto y eso lo hemos conseguido”, explica. Por decirlo en pocas palabras: “A veces jugamos a tumba abierta y es lo que queremos, lo que nos gusta”.
78 partidos Los números salen muy fácil. Si tienes buenísimos jugadores y juegas a meter puntos, lo normal es que ganes. El Real Madrid acabó la Liga regular con 95 puntos de media, más que nadie en 27 años, que fueron 99 solo en la segunda vuelta. En cuartos de final los blancos promediaron 90,5 puntos en siete partidos y lejos de bajar el ritmo en la final, llegaron a 92,7 en los cuatro duelos ante el Barça. Hacerlo con 77 encuentros oficiales en las piernas desde octubre tiene un mérito enorme.
Pablo Laso ha conseguido que el Real Madrid juegue bien, juegue bonito y, además, gane. Este último título ha sido aún más meritorio por lograrlo con el factor cancha en contra y por llegar al final de una campaña que el equipo tuvo que empezar sin una preparación adecuada de pretemporada. Los cinco títulos obligaron a mucho, pero Laso y sus jugadores han vuelto a responder al desafío con el doblete en la ACB y otra victoria sin paliativos ante el Barça: seis triunfos en los últimos siete duelos dentro de la serie final acumulan los madridistas ante su eterno rival.
Hasta ahora, Laso ha dirigido 378 partidos en el banquillo del Real Madrid, de los que ha ganado 294, un 77%. El gasteiztarra llegó hace cinco años como un técnico de perfil bajo desde el Gipuzkoa Basket y ha superado todos los recelos, incluso un verano en el que pareció estar fuera, para ganarse el respeto de todos los aficionados, los propios y los ajenos. “Mis números son anécdotas y el mérito no es solo de Pablo Laso. Pierda o gane tengo que seguir trabajando”, afirma el técnico madridista, que fue cocinero antes que fraile y sabe que es importante que el jugador “esté convencido de lo que hace y sea competitivo y exigente consigo mismo”.
Esa mezcla ha llevado al Real Madrid a recuperar el dominio que tuvo en el siglo pasado, a acumular títulos, “pero yo valoro mucho más el camino, la manera de llegar a ellos”. “Ahora soy entrenador y para lo bueno y para lo malo estamos ahí. A mí que la gente piense bien o mal de mí no me afecta, tengo que vivir con ello”, expone como filosofía de vida en uno de los banquillos más exigentes de Europa. Pablo Laso no quiere mirar aún al futuro porque “eso nos haría perdernos el presente, no disfrutar de él”, pero sí tiene claro que no quiere que el Real Madrid abandone esta identidad que “es nuestra manera de jugar y casi de vivir” y que, a tumba abierta, le ha hecho le ha hecho reconocible, disfrutable y, encima, ganador.