montreal - “Ligero como una mariposa y pica como una abeja”, lanzó Lewis Hamilton a los cuatro vientos, donde descansa el espíritu de Muhammad Ali. El piloto inglés, un témano de hielo, supo sufrir ayer, en el Gran Premio de Canadá, donde su estrategia, de una sola parada, además de resultar decisiva en pro de la victoria, exigió de una gran dosis de paciencia. Recibió y recibió Hamilton los golpes de Sebastian Vettel, que propuso dos visitas a su garaje y pudo amenazar el triunfo del piloto de Mercedes por gozar de un mayor ritmo merced a los neumáticos menos desgastados. Si bien, las ansias le llevaron a cometer un error en el tramo final de la carrera, cuando rodaba en progresión, recortando tiempo a Hamilton, pero pecó de excesos, se saltó una chicane por segunda vez y perdió cualquier opción. Por si fuera poco, prudente Hamilton, conservó calzos y firmó su mejor vuelta particular a falta de 10 giros para el final, ciclo en el que se auguraba un desfallecimiento de sus neumáticos. No fue así. Sencillamente, se guardaba. Hasta entonces, la carrera se proyectaba emocionante, puesto que las propuestas diferentes de los dos pilotos que se debatían por la victoria, inglés y alemán, hacían presagiar un ajustado final de carrera. Cuando ambos habían completado todos sus pasos por los boxes, Hamilton gozaba de una renta superior a los 7 segundos y sus neumáticos contaban con 10 vueltas más. Por delante quedaban por descontarse 43 vueltas de las 70 programadas al circuito Gilles Villeneuve de Montreal. Aunque Vettel gozaba de un amplio margen, en las diez siguientes vueltas posteriores a su segundo cambios de gomas solamente comió 1,5 segundos de la ventaja de Hamilton. Escaso el alemán. Además, terminaría fallando producto de su ambición. Y es tenía un caramelo ante sí, ya que no todos los días, hoy poy hoy, cualquiera tiene ante sí la oportunidad de colocar su monoplaza por delante de los Mercedes. Mercedes que, por cierto, tuvieron un encontronazo en la curva 2, en los suspiros inaugurales, nada más lanzarse la prueba. A esas prontas alturas, Vettel era líder tras salir el Ferrari como las balas de un cañón.