vitoria - Durante la mayor parte de su vida, se ha pasado horas y horas dentro de la piscina enlazando un largo tras otro hasta perder la cuenta. Es la rutina de trabajo imprescindible para cualquier nadador. Más todavía si, como era el caso de la vitoriana Enara Herrán, consigue llegar a la élite de este deporte y se propone buscar buenos resultados a nivel internacional. Así fue hasta que, en el año 2010, decidió poner punto final a su carrera deportiva y pasar a la vida civil. Claro que para alguien acostumbrado a tanto esfuerzo, resulta inimaginable pensar en dejar pasar el tiempo tumbado en el sofá. Por eso la alavesa -que ha sido capaz de compaginar el deporte de alta competición con los estudios (es doctora en Farmacia) y trabaja actualmente en el equipo de I+D de la firma Biopraxis Research AIE en Madrid- se decidió a explorar nuevas vías. Así, con la base de la natación ya garantizada, comenzó a practicar triatlón en sus múltiples modalidades. Una disciplina que engancha a cada vez más adeptos y que abre las puertas a nuevos desafíos. Y eso es precisamente lo que va a afrontar Enara a partir de pasado mañana domingo. Claro que en un escenario totalmente diferente. Cambiando el agua por la arena. La piscina por el desierto. En definitiva, participando en la undécima edición de la Titan Desert.
Una prueba de la máxima exigencia en la que, a lo largo de seis etapas, se recorren 660 kilómetros que discurren por el Atlas y el desierto de Marruecos. Sin duda, un reto de la máxima envergadura solo apto para los más preparados. Pero, ¿cómo acaba un animal acuático como la vitoriana en un escenario como este en el que precisamente el agua es lo que más brilla por su ausencia? “La culpa la tiene mi chico”, responde sin poder evitar una sonrisa. Pero el tópico, en este caso, tiene una explicación.
“Él también hace triatlones y este tipo de pruebas y a los dos nos gustan las aventuras. El año pasado ya participó solo y desde dos días después de regresar -porque el primero se lo pasó diciendo que no iba a volver a hacerlo nunca- empezó a convencerme para que fuéramos juntos. Al principio no lo tenía muy claro porque lo veía como inalcanzable pero, como soy un poco inconsciente y estos retos me encantan, al final le dije que sí y aquí estoy ahora nerviosa perdida. Pero ya no puedo dar marcha atrás”, resume entre risas apenas unos días antes de ponerse a pedalear entre las dunas.
Entre otras cosas, porque ambos competirán bajo la fórmula de pareja mixta. Lo que implica que tendrán que completar el recorrido juntos hasta la línea de meta para poder continuar en competición. “Es una de las condiciones que le puse para ir, que no me quedaba sola. Con esta modalidad la normativa dice que tenemos que pasar juntos los puntos de control y la línea de meta pero nuestra idea es ir todo el recorrido unidos para poder ayudarnos. Es otra forma de disfrutar la carrera y queremos vivirla así”, explica.
Claro que Enara no ha perdido ni un ápice de su espíritu competitivo y aunque con la boca pequeña prefiere fijarse objetivos no demasiado ambiciosos llega a la cita después de completar una hoja de ruta cuidada al detalle. “No sé al final como saldrá la cosa o si podremos acabar siquiera pero por lo menos he intentado ir lo mejor preparada posible. Hasta ahora yo solía andar solo en bici de carretera pero en el último año hemos hecho un plan de entrenamiento específico y trabajado mucho con la de montaña. En principio con acabar estaríamos más que contentos. Queremos disfrutar de la experiencia pero si conforme pasan las etapas vamos viendo que podemos aspirar a algo más lo vamos a intentar”, confiesa.
Claro que, en una competición de este tipo, existen numerosos factores externos que resulta del todo imposible controlar. Y ese es uno de los principales motivos de duda de la vitoriana. “La verdad es que voy con bastante información de lo que me espera porque conocemos a unas cuantas personas que la han hecho y además está la experiencia de Abel del año pasado -aunque no sé si me ha contado toda la verdad- pero aún así es todo una incógnita. Es un terreno desconocido, en unas condiciones extremas de temperatura y demás, pasas siete u ocho horas al día encima de la bici... y todo depende mucho de cómo se adapte tu cuerpo. Luego están también las averías, que en ese terreno es muy normal que te puedan afectar”, enumera.
Pese a todo, Enara está convencido de que va a “disfrutar” en esta Titan Desert protagonizando una “experiencia irrepetible” que le acompará en el futuro. “Todo el mundo dice que esta prueba tiene algo que engancha y te hace volver. Sufres mucho porque es imposible no hacerlo pero cada uno vive su propia historia de superación”, reflexiona. De momento, se conforma con que las condiciones no le pasen demasiada factura. “Los problemas más habituales suelen ser los gastrointestinales por el esfuerzo y la falta de hidratación y las ampollas y rozaduras por pasar tantas horas en la bici así que habrá que intentar tener mucho cuidado con las dos cosas y confiar en tener un poco de suerte. Aunque está claro que algo nos va a tocar...”, incide.
Y aunque la vitoriana está segura de que el próximo día 30, cuando concluya este undécima edición de la Titan Desert, no va a querer ni oír hablar de repetir la experiencia o buscar nuevas aventuras, también sabe a ciencia cierta que el gusanillo tardará apenas unos días en volver a picarle. “Ahora mismo no le lo planteo pero, conociéndonos, seguro que rápidamente empezamos a organizar alguna otra escapada de este tipo. Tenemos varias competiciones ya fichadas, una en Canadá, y habrá que elegir bien por cuál apostamos”, asume. Claro que, antes de eso, tocará volver a la rutina del día a día. “Volvemos el domingo y el lunes 2 en teoría tengo que trabajar pero me parece que igual me tengo que coger fiesta para celebrar San Prudencio”.
reto la exnadadora alavesa enara herrán se enfrenta desde este domingo a la titan desert