Fue un adelantado a su época. Un visionario. Un atrevido. Un revolucionario con el balón y en los banquillos. Se suceden los calificativos para hablar de Johan Cruyff, uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, que falleció ayer a los 68 años víctima de un cáncer de pulmón que le apartó de la vida pública el pasado mes de octubre. El Flaco, uno de los grandes junto a Di Stéfano, Pelé, Maradona y Messi, no pudo ganar el partido más complicado de su vida. Una dura batalla que afrontó con la naturalidad y la vitalidad que siempre le habían caracterizado. Durante el tratamiento llegó a bromear con que le estaba ganando el pulso, pero en los últimos días su salud empeoró considerablemente hasta que, después de un viaje a Oriente Medio, empezó a sentirse mal. Icono de La Naranja Mecánica holandesa, padre e ideólogo del Dream Team del Barcelona, el legado futbolístico de Cruyff es extenso. Una leyenda cuya muerte conmocionó al mundo del fútbol. Su quiebros y cambios de ritmo con el balón en los pies son patrimonio de la humanidad.“El día 24 de marzo de 2016 Johan Cruyff (68) ha fallecido en Barcelona, rodeado de su familia después de una dura lucha contra el cáncer. Os pedimos con gran tristeza que se respete la privacidad de la familia durante su tiempo de duelo”, señalaba la nota colgada a mediodía en la cuenta oficial de Twitter del exfutbolista y exentrenador holandés. Desde ese mismo momento, las reacciones de condolencia se sucedieron. No es para menos. El Holandés Volador, nacido en Amsterdam el 25 de abril de 1947, revolucionó el fútbol moderno. Primero como jugador y luego como entrenador. Ganador de tres Balones de Oro, basta con analizar una de sus frases para saber cómo interpretaba el fútbol: “Demostramos al mundo que puedes divertirte mucho como futbolista, que puedes reír y pasártelo en grande. Yo represento una época que dejó claro que el fútbol bonito es divertido y que, además, con él se conquistan triunfos”. Arropado por una generación de futbolistas increíbles, que puso de moda los pantalones de campana y las melenas estilo Beatle, Cruyff deslumbró, primero con el Ajax y luego con la selección de Holanda. Con el equipo de Amsterdam ganó tres Copas de Europa y una Intercontinental. Pero fue defendiendo la camiseta de su país con la que deslumbró. El fútbol preciso y virtuoso que ponían en práctica unos futbolistas atrevidos, que siempre iban al ataque. Con Rinus Michels en el banquillo, los Cruyff, Neeskens, Rep, Haan y compañí marcaron una época. Deslumbraron en el Mundial de 1974 en Alemania pese a caer ante el anfitrión en la final y se quedaron de nuevo con la miel en los labios cuatro años después, en Argentina, donde la albiceleste de Kempes aprovechó el ambiente amigo. Eso sí, Cruyff ya no jugó con Holanda en la cita de 1978.El hombre que cambió el barça Tras militar diez temporadas en el Ajax, Cruyff puso rumbo a la Ciudad Condal. El club de la capital holandesa negoció su traspaso al Real Madrid. Al saberlo, El Flaco hizo muestra de una rebeldía que también le caracterizó durante toda su carrera. Fichó por el máximo rival del conjunto blanco. La operación se convirtió en la más cara en la historia del fútbol hasta ese momento (60 millones de pesetas) y firmó un contrato de 12.000 dólares mensuales. Una inversión que el Barça rentabilizó totalmente. Como jugador culé agrandó su leyenda y conquistó un título liguero, el de 1974, y una Copa cuatro años después. Reflotó a un Barcelona que hasta su llegada vivía horas bajas. Pasó también por Los Ángeles Aztecas y Washington Diplomats, en la Liga de Estados Unidos, jugó varios meses en el Levante en Segunda División y regresó a Holanda. No le quisieron en el Ajax y optó por firmar por su mayor enemigo, el Feyenoord.Colgadas las botas, como entrenador también dejó su impronta. Tras curtirse en el banquillo del Ajax, su llegada al Barcelona de la mano de Josep Lluís Núñez a finales de la década de los ochenta lo cambió todo. Ganó cuatro ligas y dio la primera Copa de Europa al equipo catalán en la mítica final de Wembley. Confeccionó el Dream Team. Un equipo al servicio del balón, con mucho toque y en el que atacaban y defendían todos. Una marca que sigue vigente en el Camp Nou. Antes de Cruyff, el Barça conquistó 42 trofeos en 71 años. Tras su paso, la entidad celebró esos mismos 42 títulos en 27 años. Un revolucionario del fútbol que nunca dejó indiferente a nadie.