vitoria - Hace muchas más cosas que jugar a baloncesto, ¿verdad?
-Sí, he tenido que trabajar de camarero de día y camarero de noche, también he hecho de ‘speaker’, pongo música donde sea, animo ambientes y lo que haga falta. Al final, el baloncesto no es lo que más dinero da.
¿Tan mal está la cosa?
-Si está mal la ACB, imagínate más abajo. Tengo conocidos jugando en LEB Oro por 500 euros. Entonces, ¿qué voy a contar?
¿Se ha planteado entonces dejarlo?
-El baloncesto es como una droga. Cuando juegas y ves que has conseguido subir de categoría, te gusta tanto que no quieres dejarlo. Al final, no deja de ser que estás cobrando por hacer algo que te gusta. Lo que pasa es que exige mucho más de lo que la gente piensa. Son muchas horas de entrenamientos, muchísimos viajes... Cosas que la gente no ve.
Lo último que se ha propuesto es impartir clases de ‘spinning’ en el gimnasio.
-Como es algo que también me gusta, he pensado que puedo ser útil a la hora de dar algunas clases de body pump, ‘spinning’, musculación... Estoy estudiando en un gimnasio y van destinadas para la gente a la que le gusta cuidarse, que pueda aguantar el ejercicio y a la vez hablar. Entonces debes de tener unas bases y unos mínimos.
Tiene pinta de ser coqueto y presumido.
-(Risas). Bueno... Al final es cierto que todos nos miramos un poquito de reojo en el espejo. Si hay mucha gente, me corto un poco más. No soy de los que se peina como si fuera a salir de noche, pero trato de ir conjuntado y que me peguen los colores.
Ahora que no le escucha su novia. Eso de que siendo camarero se liga más, ¿es una leyenda urbana o tiene un punto de veraz?
-A ver... Ligarse se liga. Lo que tengo claro es que ella liga mucho más que yo. Es la guapa de los dos. No es una leyenda. Es verdad que sí se liga, pero realmente no sé el valor que se le puede dar a eso. La verdad es que tampoco te pone ninguna complicación.
Explique ahora su etapa como speaker en el Baskonia y el Alavés.
-Estuve ocho o nueve partidos en el Buesa. He de reconocer que pasé bastante nervios porque no era lo mismo que había hecho antes en Mendizorroza. Javi Domaika fue el primero que me animó a coger el micro. No es lo mismo hablar delante de, como mucho, 500 personas que en el pabellón del Baskonia. Hay unos textos que leer y traté de no trabarme para que nadie se pueda descojonar de mí. La verdad es que es entretenido.
Para poner la guinda, también ejerce como ‘disc-jockey’. ¿Qué tal se le da?
-Muy amateur, amateur. Me gusta mezclar canciones que me gusten con algún programilla y poco más. Cuando era speaker, me entró un poco el mono y estuve probando, pero me he quedado ahí.
Entonces no hace falta ni preguntar quién pone la música en el vestuario del Araberri.
-Si digo la verdad, es muy complicado ponerla porque hay tanto extranjero que los gustos son muy variados. Por eso, les dejo a cada uno que escoja su tema. Hay para todo. El otro día me sorprendió escuchar algo en musulmán y era Mirza (Bulic) que estaba poniendo canciones bosnias. Fue increíble.
Por el camino se ha quedado un comercial.
-Pues sí. Al salir del bachiller, hice un ciclo superior de Marketing y Publicidad. Me habían dicho que iba a tener poca salida laboral en Vitoria, pero no hice caso. Sonaba muy bien cuando me puse a hacerlo, pero al final es un trabajo que por aquí no se estila o que las empresas no parecen muy interesadas en contratar. Tampoco llamé a muchas puertas y no le di muchas vueltas porque seguía con el basket a cuestas. Fue el año que me marché a jugar fuera y tampoco tenía una necesidad extrema de trabajar de forma continuada. Los currículos que envié carecieron de respuesta.
Es frustrante hoy en día la situación de jóvenes como usted, ¿no?
-Sí, sí... Si no estás en una ciudad grande como Madrid o Barcelona que probablemente haya más demanda, aquí es complicado. Obviamente de camarero puedo encontrar en muchos sitios porque se necesita gente. A los políticos les pondría un buen tapón, tanto a los derechas como de izquierdas. No entiendo mucho de política, pero miro a un lado y a otro y me parecen todos lo mismo. Debería haber nuevas elecciones porque esto es un cachondeo. Ojalá no acabemos como en Grecia.
¿Cómo se hace para tener 4.000 seguidores en twitter?
-Esta historia viene de trabajos nocturnos que conseguí en lugares como Salou y zonas de verano. Ejercía como relaciones públicas de discotecas y la gente me empezó a seguir en redes sociales. También tenía un facebook que debí quitar porque me hice como amigos a gente que ni conocía. Era surrealista.
¿Efectuaría un Periscope como Piqué sobre la intimidad del vestuario del Araberri?
-No lo haría, ya que quitaría la magia de lo que estoy viviendo. La oportunidad que tiene él no es ni parecida a la nuestra por muchas razones. Le puede hacer gracia a sus seguidores, pero quitar ese intriga de lo que hay dentro y es tan especial no me gusta.
¿No cree que el mundo del deporte, en general, es demasiado hermético?
-Esas historias serían para recordarlas luego en un libro, que es donde se cuentan las cosas. Seguro que no le hace mucha gracia al Barcelona que se publiquen esas cosas. Hay una imagen que conviene guardar.
Cambiando de tercio, ¿han hablado ya con el presidente para la prima si ascienden?
-Casi preferiría ir firmando el contrato para la temporada que viene antes que eso (risas). Eso sí, si son las dos cosas, mejor. El otro día volviendo de Granada ya le echamos alguna indirecta. Tenemos siempre buen rollo con Oscar.
¿Qué haría si suben a LEB Oro?
-No lo sé. Sería un sueño hecho realidad. Desde pequeño siempre he querido llegar a lo más alto del basket. Teniendo en cuenta que mido 1,80 y boto justo justo, pues no sé. A lo mejor, me raparía al uno. Al cero sería demasiado.
Una malvada. Tras las victorias, ¿se dejan llevar más de la cuenta?
-El vestuario está dividido. Los extranjeros o los de fuera, al no tener un trabajo, suelen salir a dar una vueltilla cuando jugamos en casa. ¿Yo? No voy a engañar. Llevo sin salir demasiado tiempo.
Anda, no vaya de bueno...
-La verdad es que intento aprovechar el tiempo. Si puedo estar en casa con la novia y ver una película tranquilo, lo prefiero más. Al final estoy cansado de toda la semana. Hay gente que sale para ligar, pero yo ya no tengo ese trabajo (risas). No soy nada malo.
Usted ha sido profeta en su tierra. ¿Es algo fácil o difícil?
-Creo que es lo más complicado. Mi camino no ha sido fácil. He tenido que irme dos años de Vitoria. La gente no sabe realmente lo que cuesta tomar esa decisión, aunque sea a Bilbao o a un pueblo de Donosti. Tanto eso como jugar en otras categorías con un rol distinto te hace crecer como jugador.
¿Aprendió algo de euskera en el Goierri?
-Allí hablan otro idioma, no sé si era euskera ja ja... Tuve la oportunidad de formar parte de un gran grupo humano pese a que no conseguí mantener la categoría en EBA.
También es futbolero...
-Sí sí... Por Dios, que suba ya el Alavés y que termine la liga. He sufrido mucho desde la época de Segunda B, así que ojalá ascienda.
No quería acabar esta entrevista sin una mención a sus padres, ¿verdad?
-Si no llega a ser por su apoyo y su fuerza desde pequeño y por haberme llevado a los partidos del Alavés y Baskonia, habría dejado de jugar en cuanto terminó mi época de juvenil o junior. Nunca les he agradecido nada y ahora ha llegado el momento.