donostia - Juan Mari Juaristi tiene el veneno de la pelota en la sangre y él mismo lo reconoce. Es un Atano, el trece, y su vida orbita en torno al cuero blanco. Tras trece años como seleccionador de material de la Liga de Empresas, puesto con una presión muy grande, dejará de ejercer y será Kepa Peñagarikano el que ocupe su lugar. Siempre con una sonrisa y una broma encima, el expelotari de Azkoitia hizo su última aparición en la final del Cuatro y Medio de Primera, donde ni Mikel Urrutikoetxea ni Juan Martínez de Irujo pusieron pegas a su trabajo.

¿Cómo acaba su relación con las empresas como seleccionador de material?

-Acabó el Cuatro y Medio y el contrato estaba sin firmar. Llegó un momento en el que si no firmaba, no seguía. Iba a empezar el Parejas y escogieron a Kepa Peñagarikano.

¿Cómo se toma usted la decisión?

-Esto venía desde hacía tres años, que hubo una bajada importante de salario. Al final, no te sientes valorado y llega un momento que decides que, en esas condiciones, no continúas. Esa es la determinación. Si ves que no te valoran, que económicamente no está valorado, directamente no firmas y ya está. Lo dejamos y no pasa nada. Llega un momento que tienes que decidir: no firmas, no sigues, muchas gracias a todos y hasta otra. He dejado las puertas abiertas y agradezco a todo el mundo el trato que han tenido.

Se trata de un puesto de trabajo en el que hay muchos focos encima: presión y tensión.

-Efectivamente. Hay una presión muy grande. Yo tuve una suerte muy grande y es que, al entrar hace trece años, me topé con Roberto García Ariño, un gran hombre, íntegro, y un gran profesional, y con Salva Bergara, que para mí es el que más sabe de pelota. Después, vino Martín Alustiza, otro gran profesional. Cada uno tiraba para lo suyo, como es normal, y yo estaba en medio, pero nos hemos respetado, entendido y hemos intentado hacer las cosas por el bien de la pelota. Habremos acertado o no, pero siempre con la mejor de las intenciones.

Continúe.

-Nosotros sentimos la pelota y el que la siente, sufre. Eso es señal de que hay interés. Esa es la filosofía con la que hemos andado estos trece años. Imagínese la cantidad de kilómetros y horas juntos.

Una convivencia diaria, ¿no?

-Sí. Me quedo con la gente que he conocido en la pelota. Económicamente, la pelota me ha dado mucho, me ha abierto muchas puertas y estoy agradecido a todo el mundo: empresas, pelotaris, prensa...

Son un montón de años.

-Sí y se trata de una tensión increíble. Dos días de elección, los partidos y vuelta a la rutina. Cuando los partidos salen, los pelotaris son los que juegan bien. Si sale malo, miran al seleccionador y al material.

¿Uno aprende a convivir con esa presión sobre sus espaldas?

-Imagine en trece años la cantidad de cosas que he vivido. Te tienes que amoldar. Antes de ser seleccionador, lo fue también mi tío. Sabía dónde me metía. Cuando entras, es un mundo diferente. Hasta que no estás ahí, nadie sabe lo que es. Me habría gustado que todos los que hablan de la pelota hubieran convivido conmigo para ver cómo es este trabajo y vieran que no es un puesto difícil, es dificilísimo.

¿A qué se refiere?

-A mí me traen las pelotas los intendentes y cada uno es de una empresa. Cada una tiene a sus pelotaris, que son diferentes. A uno le vale una pelota y al otro, no. Hay tendencias y estás en el medio de esas corrientes. Tienes que regularlo. Nosotros tuvimos ese entendimiento.

De todos modos, el seleccionador tiene las manos atadas con lo que le llevan los intendentes.

-Pero la última palabra es la tuya. Siempre hay tendencias. Ha habido elecciones que hemos tardado, porque no encontraba lo que creía que debía de haber. Ha habido tensiones y momentos delicados. Yo no me quedaba con los brazos cruzados. Pedía, pero si te traen lo mismo, tienes que poner las pelotas que te dan. No me puedo quejar, de todos modos, porque he estado rodeado de grandes profesionales.

¿Ha sentido que ha sido demasiado criticado por estar en el centro del huracán?

-Soy consciente de que he intentado hacerlo lo mejor posible y tengo la conciencia tranquila. Siempre las intenciones han sido las mejores. Cuando he metido la pata, lo he reconocido. Al final, la pelota es un material vivo y cambia desde la elección. En ese sentido, estoy tranquilo. Sí que es verdad que en algunos partidos he visto grandes diferencias. La experiencia ayuda, pero como el material es vivo tiene cambios. Ante esas reacciones, no puedes hacer nada.

¿Seguirá ligado a la pelota a partir de ahora?

-Ahora voy a ver los partidos con una tranquilidad inmensa. La pelota es mi vida: como pelotari, como seleccionador y pelotazale. Soy de la familia Atano y para nosotros la pelota es una religión. En nuestra casa, siempre se habla de pelota. Seguiré yendo a los frontones. Lo que tengo claro es que tenemos un futuro muy prometedor por delante. Por otro lado, mi puerta está abierta para todo el mundo: prensa, empresas, pelotaris...