El Málaga, rival hoy del Athletic en San Mamés (20.30 horas, Canal + Liga), atraviesa momentos delicados a nivel deportivo e institucional. El conjunto andaluz, 18º en la Liga con los mismos puntos que Las Palmas y Levante, los colistas de la categoría, aterriza en Bilbao tras sufrir su enésimo revés el jueves en la ida de los dieciseisavos de final de Copa. El Mirandés, siempre enérgico y competitivo, actuó como inesperado verdugo del cuadro malagueño, que acrecentó su particular crisis al caer por 2-1 en Anduva. La derrota ha puesto contra las cuerdas a Javi Gracia, que no encuentra el camino hacia el éxito en su segunda temporada en la Costa del Sol.

En La Rosaleda, donde el Málaga sólo ha sido capaz de ganar dos de los siete partidos disputados, hay quienes ya solicitan a viva voz la destitución del técnico pamplonés, que solo ha logrado sumar un punto en las seis salidas ligueras efectuadas hasta la fecha. Derrotados en los feudos de Barcelona (1-0), Getafe (1-0), Valencia (3-0), Sporting (1-0) y Espanyol (2-0), el único motivo de alegría llegó, paradójicamente, en el Santiago Bernabéu, donde los andaluces firmaron un más que meritorio empate sin goles. Un dato, no obstante, salta rápido a la vista: el Málaga aún no sabe lo que es marcar fuera de casa en Liga.

Tras el empate del pasado sábado contra el Granada en La Rosaleda, Javi Gracia, en el ojo del huracán tras cosechar un punto en las cuatro últimas jornadas, fue cuestionado por su continuidad al frente del conjunto blanquiazul, a lo que respondió de manera tajante: “No tengo ganas de tonterías. Hago lo que puedo, no sé hacerlo mejor. Si la consecuencia es que tengo que dejarlo, mañana estoy en mi casa, pero trabajaré al máximo hasta que el club quiera”.

La tensión, palpable en Málaga, se ha multiplicado tras el tropiezo en Copa ante el Mirandés, envite para el que el entrenador navarro no convocó a siete titulares habituales: Kameni, Rosales, Weligton, Recio, Duda, Charles y Amrabat. Lo hizo pensando en el Athletic y, por ende, en San Mamés, donde podría despedirse del banquillo blanquiazul en caso de sufrir una nueva derrota.