Vitoria - Uno de los cinco árbitros con categoría internacional que hay en España es vitoriano. Se trata de Pedro Montoya, un auténtico enamorado del rugby que ha estado presente en los cinco últimos Mundiales (con sedes tan lejanas como Australia o Nueva Zelanda) y que apenas unas semanas después de regresar del último (disputado en Inglaterra) está pensando ya en el de 2019, que tendrá lugar en Japón. Y es que los viajes y su cuadrilla de blusas son sus otras dos grandes pasiones.

Hace unas semanas a Velimir Perasovic le expulsaron por decirle al árbitro que se fuera a la puta mierda. ¿Qué ocurre si se lo dicen a usted?

-Hombre, pues en principio yo también le expulsaría, porque es un menosprecio. Pero creo que antes de llegar a esos extremos el diálogo tiene que ser cordial a pesar de que todos estemos a 200 pulsaciones en el partido.

Dicen que es un árbitro dialogante.

-Bueno, cuando empiezas pienso que eres un poco menos dialogante. Nos dicen que somos algo chulos pero yo creo que es un poco defensa nuestra también ante posibles dudas que puedas tener. Cuando ya cuentas con más experiencia adquieres una empatía tanto con jugadores como con entrenadores que hace que casi todo se resuelva hablando.

Llevan micrófono durante los partidos, ¿hay que tener cuidado para que no se escape nada inapropiado?

-Es curioso, porque vas con el micrófono e incluso en alguna ocasión hemos llevado una cámara Go pro en el pecho pero cuando entras al campo y te metes en la dinámica del juego se te olvida que lo llevas. Actúas de una manera normal, no dejas de ser tú mismo. Alguna vez después piensas “ostras igual no tenía que haber hecho esa pequeña broma o me tenía que haber callado...”. Pero al final te manifiestas como eres en tu vida normal.

¿Dónde le dan más la paliza los jugadores y entrenadores, en el campo o en el tercer tiempo?

-En el campo poco, la verdad. Y en el tercer tiempo sí que hay alguno con los que entras en una dinámica de “te has equivocado o no te has equivocado...”. Pero son diferentes conceptos de acciones puntuales, no es del juego general. De hecho en terceros tiempos a veces puedes darte cuenta de que te has equivocado cuando varios te comentan lo mismo y entonces no me cuesta nada tampoco disculparme y decir que trataré de que no vuelva a suceder en el próximo partido.

¿Alguna vez ha tenido la mala suerte de recibir alguna pequeña venganza en el tercer tiempo en forma de bebida agitada o comida picante, por ejemplo?

-No, hombre no. Se respeta mucho. El tercer tiempo es un reconocimiento de que todos los que hemos estado en el campo hemos hecho el mismo trabajo. Es una invitación a compartir el momento de después del partido como reconocimiento al esfuerzo.

¿Es de los que piensa que el arbitraje es el refugio de los malos jugadores?

-Sinceramente yo reconozco que no era buen jugador, era cumplidor. Lo que me gustaba era placar. Yo placaba, placaba y placaba pero lo de jugar la pelota, pasarla bien, hacer zigzags y demás ya era otra cosa. Quería seguir jugando, porque es lo mejor, pero por una lesión y que no podía entrenar me pasé al arbitraje.

Viajar es otra de sus pasiones...

-Sí, la verdad es que me gusta mucho. Mis padres me metieron la ilusión por viajar. Antes hacíamos toda la familia viajes por Europa y así y lo pasábamos muy bien y el rugby me ha dado la oportunidad -primero como jugador y luego arbitrando- también de conocer otros países. Además cada cuatro años aprovecho para ir de vacaciones con mi pareja al destino en el que se celebra el Mundial de rugby y en los últimos cinco hemos estado.

Y si el próximo Mundial coincide con las fiestas de Vitoria, ¿qué hará un blusa impenitente como usted?

-Ahí me pones en un compromiso muy serio. Espero que se sigan haciendo los mundiales en septiembre-octubre, que ya no hay fiestas de Vitoria. Así lo único que me pierdo es la romería de Olárizu, nada más. La verdad es que con la cuadrilla (Bereziak) me lo paso fenomenal y me lo tendría que pensar mucho.

¿Ha tenido que poner orden también alguna vez en la cuadrilla?

-Sí, sí. Pero es lo mismo que en un campo de rugby, la gente igual se lo puede tomar un poco mal en el momento si pones orden cuando hay alguien que se desmadra un poco pero creo que también después se acepta todo a la perfección y no pasa nada más.

¿Qué ha sido lo que más le ha impresionado de todo lo que ha descubierto en sus diferentes viajes?

-Nueva Zelanda. Me he quedado enamorado de ese país. Me gustaría que donde vivo fuera así. La gente, la naturaleza, la forma de vida... todo. Es un país sencillo, natural, en el que la gente se conforma con lo que tiene, vive su vida, puedes hacer todo tipo de actividades y, además, tiene rugby. Así que ya es la pera.

¿Qué es lo más raro que ha comido?

-No soy muy sibarita y como de todo pero me acuerdo que en Australia comí dingo. Es una especie de perro salvaje y fue curioso pero la verdad es que estaba bueno.

¿Hay que echarle mucho valor para sancionar a una ‘mole’ de dos metros y 120 kilos? ¿Tiembla la voz o las piernas?

-La verdad es que yo con mi voz tengo un poco de ventaja porque al ser así grave y un poco ronca impone un poquitín. Pero de todas maneras para evitar enfrentamientos con jugadores todo se comunica a través del capitán. Le llamas, se lo explicas y él se lo dice al afectado. Si no entraríamos en una discusión que podría ser peligrosa. A veces hasta es el propio capitán el que le echa la bronca.

Me cuentan que es uno de los mayores expertos respecto a lo que le pasa a Vitoria y que se sabe las respuestas a todas las preguntas sobre la ciudad.

-Trabajo en el Ayuntamiento en las oficinas de atención al ciudadano y el 010 desde hace 21 años y claro, después de tanto tiempo ya, sí que las inquietudes y los chascarrillos de la ciudad a nivel municipal te los sabes porque pasan por ahí. Y para responder a las inquietudes y las preguntas del ciudadano hay que estar informado, claro está.

¿De qué es de lo que más nos quejamos los vitorianos?

-Los temas más recurrentes suelen ser las basuras, las obras y también los autobuses y los ruidos por la noche los fines de semana. Lograr una entente entre el disfrute y el descanso es complicado, sobre todo en determinadas zonas de la ciudad.

¿Ha tenido que recurrir alguna vez a este servicio?

-Sí, sí, la verdad es que sí. Para preguntar los horarios de algún transporte y para poner alguna queja también. Sobre farolas fundidas y cosas así... Y certifico que funciona, de verdad. Tampoco podemos esperar que sea con la inmediatez que exigimos y pedimos porque todos queremos que nos arreglen lo primero justo lo que está debajo de nuestra casa pero sí que funciona.