h ace tiempo que las pruebas de rallys solo copan grandes espacios de los medios de comunicación cuando un grave accidente atrae los focos. Es un estigma que resulta un tanto injusto si se presta atención a la numerosa afición que el automovilismo tiene, por ejemplo, en Euskadi, o al bajo índice de siniestralidad de este deporte. Pero la tragedia que el pasado sábado se cobró siete vidas en una prueba en A Coruña hace inevitable que se cuestione la seguridad de estas pruebas. ¿Son seguros los rallys? Tal vez el mayor experto en la materia en Euskadi sea Eduardo Maturana, delegado de seguridad de la Federación Vasca de Automovilismo. Él es el encargado de velar por que se cumpla un escrupuloso y detallado protocolo de seguridad en toda clase de rallys y subidas de montaña.
En Euskadi anualmente se celebran cerca de 25 pruebas de este estilo que se concentran entre marzo y noviembre. Cada una de ellas las organiza una escudería, pero todas sus gestiones están supervisadas por la Federación. No es hasta el día de la prueba cuando el mando de la misma pasa a la Federación, que se encarga de la dirección de carrera, de coordinar a los comisarios con licencia, etc. Pero el trabajo del delegado de seguridad empieza seis meses antes de la fecha de la carrera, cuando visita en persona el trazado por primera vez: “Aunque sea el mismo recorrido que el año anterior voy para ver si ha cambiado algo en la carretera, si hay guardarraíles nuevos, o si algún paisano ha puesto un cercado. Doy el visto bueno o no y a partir de ahí, como mínimo, se hacen cuatro o cinco visitas más al tramo para ver que todo está correcto antes de la carrera”.
Después de estos exhaustivos análisis del escenario, se indica al organizador los puntos en los que tiene que poner las cintas de seguridad para prohibir la presencia de público y la cartelería informativa. En los días previos al rally se hace el montaje del encintado por todo el recorrido y Maturana recorre una vez más el trazado la víspera para comprobar que, efectivamente, todas las zonas peligrosas se han señalizado debidamente. Hace las correcciones oportunas y la misma mañana de la prueba lo revisa de nuevo para comprobar que ni el viento ni otros agentes hayan podido alterar la señalética.
Entre una y tres horas antes del inicio del rally se corta el tráfico. La Federación vasca no permite que se aparque un solo coche en el recorrido. Todos los vehículos de los espectadores deben estar en aparcamientos alternativos habilitados por la organización. “Esta es una normativa que tenemos en marcha desde hace cuatro años y ya nos la han copiado desde la Federación española”, explica.
Una hora antes del inicio del rally, Eduardo realiza su última comprobación en el trazado: “Si hay público mal situado, me paro y le indico que tiene que colocarse en otra zona por megafonía. Normalmente no me muevo hasta que se coloca debidamente”. No obstante, comunica por radio al resto de coches de seguridad los puntos en los que pueden encontrarse espectadores mal colocados. A cinco minutos de que arranque la competición sale el coche cero, que hace las últimas comprobaciones.
Jaizkibel Hoy mismo se celebra una de las pruebas más importantes del calendario vasco, la Subida a Jaizkibel, en la que toman parte más de 80 pilotos. “Tiene un recorrido de 5.400 metros y montamos 26 puestos de seguridad”, analiza el delegado de seguridad. “En cada puesto hay como mínimo dos personas, pero lo habitual es que haya cuatro o seis, dependiendo de la afluencia de público de la zona. Todos están comunicados por radio con el director de la carrera y conmigo. Cualquier tipo de incidente nos lo reportan al instante”. En el fatal accidente del pasado sábado se apunta que la primera ambulancia tardó treinta minutos en llegar al punto del siniestro. En Jaizkibel es difícil que eso ocurra debido al despliegue de efectivos: “Tenemos cuatro ambulancias, dos de ellas medicalizadas, dos vehículos de intervención rápida, con aparatos de descarcelación y unidades de rescate, tres grúas y dos coches de seguridad. El despliegue es brutal. En Jaizkibel hoy están trabajando en temas de seguridad entre 100 y 110 personas”. Además, la organización se ha encargado previamente de que tanto la Ertzaintza, los bomberos y los hospitales de la zona estén en alerta durante la disputa de la prueba.
Este despliegue demuestra la obsesión de la Federación Vasca de Automovilismo por la seguridad. “Estamos muy por encima en cuanto a medidas de seguridad respecto a lo que hace la Federación Española”, señala Maturana. De todos modos, apunta que casi todos los equipos de seguridad del Estado trabajan de manera similar: “Sé perfectamente que en Galicia lo hacen así, porque les conozco y porque he estado allí en más de un rally. Lo que es inevitable es que se mueva una persona una vez que han pasado todos los coches de seguridad. Ahí no podemos llegar”. Repasando el accidente de Carral, insiste en que “no se debe buscar culpables, sino dejar a los peritos y a la Guardia Civil que expliquen lo que ha podido pasar para intentar corregirlo de cara al futuro”.
educar al espectador Eduardo Maturana reconoce que en Euskadi el público cada vez ayuda más a la organización: “Cada vez está más concienciado”. Un ejemplo de ello se ve en los descansos entre las mangas. Las pruebas se detienen entre 15 y 45 minutos para que los espectadores se puedan desplazar a otros puntos del trazado para ver la carrera en diferentes lugares: “Una vez que pasa ese tiempo empieza todo el protocolo de seguridad. En cuanto la gente oye la sirena del coche de seguridad empieza a colocarse bien”. No obstante, como lamenta Maturana, siempre hay un lunar: “El público en Euskadi cada vez está más educado en este sentido. Hay un pequeño reducto, que son los de siempre. Cinco hacen más ruido que cuatrocientos”. La Federación Vasca no descansa en esa labor educativa y de concienciación y continúa difundiendo las normas y consejos de seguridad en cada prueba y a través de las redes sociales.
Otra medida de prevención que entra en juego en los rallys es la contratación de seguros. Todas las carreras están bajo el amparo de una póliza de seguros que cubre la responsabilidad civil. No obstante, cada participante (piloto, copiloto...) cuenta con un seguro que va ligado a su licencia “por si sufre cualquier golpe y le pasa algo”. Todos estos seguros, según el delegado de seguridad, “están muy por encima de los mínimos que requiere la ley. Tenemos ampliadas las coberturas al máximo posible”.
Eduardo Maturana no recuerda un accidente mortal en un rally vasco en los 34 años que lleva sumergido en el mundo del motor, un dato que dice mucho teniendo en cuenta que Euskadi cuenta con más de 1.400 licencias y un amplio calendario de pruebas con gran participación. “Asumimos que en todas las carreras va a haber accidentes de coches contra el guardarraíl, pero no es habitual tener accidentes con heridos”, explica. Después de tantos años velando por la seguridad de los rallys, Eduardo tiene claro cómo tomarse esta pasión por la velocidad: “Siempre pongo el ejemplo de un semáforo. ¿Quién te impide que lo pases en rojo? Si hay un guardia, seguramente no cruzarás. Pero si no lo hay, cruzas y te atropellan. ¿Entonces qué hacemos? ¿Prohibimos la circulación? Los medios se ponen, pero el riesgo cero no existe”.