vitoria - Hubo un tiempo en que la ACB era el refugio soñado para cualquier baloncestista que se preciara. Había dinero en los clubes para llevar un buen nivel de vida, los pabellones presentaban un buen aspecto y la competición se había granjeado un prestigio incuestionable que no invitaba a titubear en exceso a la hora de dar el ‘sí quiero’. La eterna cantinela de que era la segunda mejor liga del mundo tras la NBA era una evidencia terca que se sustentaba en unos cimientos sólidos. Para los jóvenes con proyección constituía una especie de trampolín perfecto con vistas a adquirir la experiencia necesaria y a los veteranos se les veían las costuras ante la feroz competencia y el gran nivel de baloncesto que, en líneas generales, se ponía en práctica.
Sin embargo, aquellos tiempos dorados han pasado desgraciadamente a la historia. Únicamente resisten con dignidad los dos grandes gracias al dinero del fútbol, lo que les ha permitido ensanchar la diferencia con el resto. Uno o dos peldaños por debajo en cuanto a atractivos figuran el Unicaja y el Valencia Basket, pero ni siquiera los fondos de la solvente entidad de ahorro andaluza y el mecenazgo de Juan Roig evitan lo inevitable. Del resto hacia abajo, entre ellos un Baskonia incapaz de pujar ya por los grandes nombres, problemas y más problemas de toda índole que les lleva a subsistir con más pena que gloria. Tanto ha entrado de lleno la crisis que la fuga de talentos está siendo desmedida en el presente mercado estival. Figuras con gancho como Sergi Llull (Real Madrid) y Ante Tomic (Barcelona) seguirán dando fuste a la competición, pero no así otros rostros conocidos cuyo vacío se dejará sentir por motivos obvios en el futuro.
Pese a que todavía resta mucho verano por delante y es factible que la sangría no haya llegado a su fin, resulta llamativo que algunos jugadores susceptibles de ser retenidos por sus equipos apenas hayan dudado a la hora de orientar su carrera deportiva lejos de España. Los enormes tentáculos de la NBA y los ricos del Viejo Continente han causado estragos mediante ofertas irrechazables en todos los sentidos. Por si fuera poco, en dichos lugares de destino existe una garantía de cobro que a nivel doméstico resulta inviable. De ahí que varios líderes de conjuntos modestos hayan antepuesto ser cola de león que cabeza de ratón.
Con la lista de emigrados en la mano, se podría conformar un equipo con mayúsculas que optaría a todo. Incluye a bases inmersos en su madurez como Quino Colom (Unics Kazan), Raulzinho Neto (Utah Jazz) y Jayson Granger (Efes), un exterior como Mario Hezonja (Orlando Magic) con el futuro a sus pies si no le pierde su difícil cabeza e interiores susceptibles de marcar diferencias en la zona como Kristaps Porzingis (New York Knicks), Walter Tavares (Atlanta), Tibor Pleiss (Utah) Marko Todorovic (Khimki) y Maxi Kleber (Bayern Munich).
Bajas sonadas que, de momento, no se están compensando con fichajes de impacto que redunden en buenas dosis de espectáculo a partir de octubre cuando se dé el pistoletazo a la campaña 2015-16. Y es que las debilitadas arcas de la mayoría de los clubes obligan básicamente a tirar de cantera o apostar por jugadores semidesconocidos que provengan de ligas menores. El problema es que los aficionados irán desertando si esta dinámica no cambia.
Bilbao Basket. Quino Colom (Unics Kazan) y Marko Todorovic (Khimki).
Barcelona. Mario Hezonja (Orlando Magic) y Tibor Pleiss (Utah Jazz).
Gran Canaria. Walter Tavares (Atlanta Hawks).
Unicaja. Jayson Granger (Anadolu Efes).
Rio Natura. Maxi Kleber (Bayern Munich).
Murcia. Raulzinho Neto (Utah Jazz).
Baloncesto Sevilla. Kristaps Porzingis (New York Knicks) y Ben Woodside (TED Ankara).