Vitoria - La relación de este joven con el green comenzó pronto, a los siete años, cuando empuñó su primer palo e hizo del club de Larrabea el jardín de su casa. Lo ganó después todo en las categorías inferiores en España y pasó por la Blume antes de hacer las américas. Es su sitio. Jon Rahm (Barrika, 1994) quiere tomar el cielo por asalto pero no tiene prisa por ganar dinero. Antes toca acabar los estudios. “Tengo nivel para ganar en el PGA, pero mi sitio ahora es la universidad”, cuenta desde los Estados Unidos a este diario. Para triunfar en profesionales tendrá que batallar en la generación de Jordan Spieth, flamante campeón del Masters de Augusta y sólo un año mayor que él.

¿Cambia algo dentro de uno cuando se levanta y se da cuenta que es el número 1 del mundo?

-No, no cambia nada. Yo soy la misma persona. Me siento orgulloso de haber conseguido uno de mis objetivos para este año. Sí que es verdad que me costó dormirme, pero cuando me desperté era el mismo chaval, pero muy feliz, eso si.

¿Nota que le tratan diferente?

-La mayoría de la gente no sabe quién soy. Aunque sí pasaron cosas chulas. Ese día tenía una presentación en clase y un compañero dijo, “sé que no tiene nada que ver, pero enhorabuena por ser el número uno del mundo”. Todos se levantaron y me aplaudieron y me sentí casi como un famoso. Entre los atletas de los diferentes deportes sí que hay más gente que es consciente de lo que estás haciendo porque cada día nos llega un mail interno de los resultados que ha habido.

Aunque no le vio jugar, admira a Seve, ¿por qué?

-Por lo que representa. El golf en el mundo le debe todo a Seve. Gracias a él la Ryder Cup es lo que es hoy en día y llevó este deporte a otro nivel. No ha habido nadie que transmita tanto como él. Era un genio y lo que he visto en vídeos y entrevistas me ha producido la admiración que se le tiene a un héroe. El ejemplo es Tiger. Cuando alguien le impresiona así es que es alguien muy importante y con un carisma especial.

¿Es más difícil transmitir para un golfista que para un futbolista?

-Es diferente. Pero en el campo de golf también es tu manera de ser y jugar lo que te hace llegar a la gente. Seve era amado porque hacía algo diferente, algo que no entendía el resto y era una genialidad. Lo que hacen ahora jugadores como Bubba Watson o Phil Mickelson.

¿Y hay algo de Seve en Jon Rahm?

-Somos muy diferentes, pero sí que me dicen que tengo el mismo hambre de ganar que tenía él y todos los campeones. La mirada del tigre, que decía Rocky Balboa (risas). Quizás tenemos el mismo carácter y somos igual de expresivos cuando algo nos da rabia, que mostramos el temperamento. Los dos utilizamos esa rabia a favor para ganar un torneo. Cuando me comparan con él me emociona. Seve es lo más alto que hay en mi mente.

En el Waste Management demostró que podía competir con cualquiera. ¿Qué significó para usted?

-Me di cuenta de que era mucho mejor golfista de lo que yo pensaba. Fue muy especial saber que estoy al nivel de los mejores del mundo. Sin jugar al 100% hice quinto y mi cabeza hizo un click y pensé: “Ahora mismo tengo nivel para ganar un torneo del PGA”. Eso me dio una gran tranquilidad y fuerza para seguir trabajando.

¿Tiene claro que va a ser un grande del PGA Tour?

-Seguro. Si tenía alguna duda sobre si iba a llegar ahí, ese torneo me las quitó todas. Si sigo jugando así llegaré hasta donde yo quiera.

Si hubiera sido profesional se hubiera llevado una bolsa de 252.000 dólares. ¿Le hace replantearse dejar la universidad y hacerse ya ‘pro’?

-Obviamente es algo que se te pasa por la cabeza, claro, pero aita y ama siempre me hicieron entender desde pequeño que hay que tener una educación y una carrera. La formación es muy necesaria y más cuando uno se mueve en un entorno donde las cifras, a veces, puede llegar a ser mareantes. Crecer como persona es algo que tengo que hacer antes de convertirme en profesional, así que mi idea pasa por quedarme como amateur hasta que finalice en la universidad el año que viene y después centrarme en mi carrera dentro del golf.

¿En estos momentos, qué importancia le concede al dinero?

-Ninguna. Intento pensar que estoy igual que si no hubiera jugado esa semana. Me quedo con que aprendí muchas cosas y he jugado mucho mejor en la Liga Universitaria después. Aunque siento que estoy preparado para el PGA Tour, mi sitio ahora está en Arizona State.

¿Qué recuerda de sus primeros días jugando?

-Creo que al principio de todo no me gustaba mucho el golf y jugaba más al fútbol o a pala. El golf era un deporte muy difícil para mí, pero un día empecé a darle mejor a la bola y recuerdo que eso fue lo que me enganchó. Fue con un palo al que llamaba la metralleta, una madera 5 de mi padre que me quedaba enorme pero que cuando le pegaba iba super lejos para mi edad.

¿Cómo era entonces su relación con el entorno escolar, con sus compañeros de clase, qué le decían por jugar a este deporte?

-Me llamaban pijo, era el pijo en el colegio. A esa edad era imposible explicar a los niños que no se trataba de un deporte elitista. En la Federación nos regalaban ropa de marca por ir a jugar con España y en cuanto los demás la veían tocaba escuchar aquello de que era un pijo. Quizás antes el golf sí que estaba reservado a unos pocos y tenía un cariz más elitista, pero ahora es accesible para casi todo el mundo. Yo creo que simplemente me lo llamaban por molestar, la verdad.

¿Echa de menos la lluvia y el frío?

-Desde hace ya un tiempo tenemos por aquí una media de 30 grados de temperatura así que aunque parezca una locura sí que se echa de menos el agua y el frío, sobre todo cuando hace un calor insoportable.

¿Y qué veremos antes, un Major de Rahmbo o un título del Athletic?

-¡Espero que lo segundo sea el 30 de mayo!, aunque me fastidiaría el hecho de no poder estar allí para vivirlo después de haber estado en las otras dos finales de Copa. Las dos cosas serán una gran alegría y muy especiales.